Días después…..Iván cumplía su condena de casa por cárcel, en el apartamento de Rebeca, bajo el cuidado de la enfermera que había contratado. A pesar de su incapacidad para moverse, llevaba un brazalete de seguridad en su tobillo, y la entrada tanto del apartamento, como del edificio, permanecían las 24 horas del día en vigilancia policial. María, la enfermera se encargaba de proporcionarle la comida, asearlo y supervisar adecuadamente todo su tratamiento.Por su parte, Rebeca continuaba trabajando en la clínica junto a Diego Armando. Sin embargo, la situación entre ellos como pareja se había enfriado considerablemente. Dormían en la misma habitación, pero actuaban como si fueran dos completos desconocidos. Ambos aún se amaban, pero Diego estaba descontrolado por todo lo que había acontecido en los últimos días. Diego, se había enfocado más en su trabajo en la clínica, participando en varios congresos para especializarse aún más en su profesión. Mientras tanto, Rebeca trabajaba ard
Rebeca y Diego habían terminado de cenar y estaban apunto de ir a dormir. Habían tenido bastante trabajo en la clínica, y como aún estaban distanciados, solo hablaban lo necesario. Ninguno quería ceder, ambos eran orgullosos y defendían a su modo el punto de vista que cada uno tenía de la situación que se había presentado con Iván. Sin embargo, en el fondo sufrían en silencio, porque a pesar de las diferencias que los separaban, se amaban profundamente. Cuando apagaron la luz de la lámpara, sonó el celular de Rebeca, eso molestó en gran medida a Diego, ya que se imaginó que podría ser la enfermera que cuidaba a Iván, la cual siempre llamaba a Rebeca para mantenerla al corriente sobre su salud o si llegaba a necesitar algo. —Me imagino que debe ser la enfermera para darte información de Iván. —dijo Diego molesto acomodando su almohada de mala gana. —Ahora lo que falta es que el delincuente necesite algo y tú tengas que salir corriendo al apartamento a llevárselo.—¡Ya basta Diego!
El nacimiento de una nueva vida—Cariño por favor, ve y busca unas toallas, necesito que hiervas agua, busca entre el botiquín de primeros auxilios alcohol, gasas, trae todo lo que encuentres. —le dijo Diego mientras examinaba a Betty. A pesar de lo nerviosa que estaba Rebeca. Hizo todo lo que Diego le indicó, buscó una toalla y se la colocó en la mano a Betty, presionando con mucha fuerza intentando detener la hemorragia, era una herida bastante profunda. Ella estaba muy débil, la herida que tenía en la mano le causaba dolor, pero el pie fracturado y las contracciones, superaban sus fuerzas. —Tranquila, Betty, ya estamos aquí. Todo va a salir bien, ya verás —dijo Rebeca con voz reconfortante; pero en el fondo estaba aterrada de ver a Betty así. Sabía que su condición era bastante delicada y podía pasar lo peor. —Diego, ¿Por qué la ambulancia no ha llegado? Ya debería estar aquí. —Tranquila, mi amor, ellos vienen en camino, pero en este momento no hay tiempo que perder. Bett
Había transcurrido una semana desde aquel triste día en que, lamentablemente, Betty había perdido la batalla por la vida. Diego y Rebeca ya eran los padres legales de la bebé, a la que bautizaron con el nombre de Esperanza. Aquella pequeña, se había convertido en la esperanza para seguir luchando por la felicidad de su matrimonio. Diego, había logrado su sueño de ser padre y de formar el hogar que tanto soñaba al lado de Rebeca. Rebeca, tenía la oportunidad de ser madre de nuevo, pero había una razón muy especial que la hacían amar aún más a la bebé, era la media hermana de su difunta hija, y además se le parecía demasiado. Era como si Ivanita hubiera vuelto a nacer.No cabía dudas de que la vida la estaba recompensando de una u otra forma de todo el sufrimiento que vivió, sin embargo, el dolor de haber perdido a su hija Ivanita, era algo que jamás superaría. Había aprendido a vivir con el dolor, pero cada día que pasaba, la sentía más cerca de su corazón. —¿Qué te pasa, Rebeca?
Seis años después...Rebeca bajaba las escaleras de la lujosa mansión, se apresuraba a recibir a la pequeña Esperanza que llegaba del colegio: — Hola, mi reina linda, ¿cómo te fue hoy en el colegio? — le preguntaba con una expresión de alegría, contaba las horas que Esperanza estaba en el colegio para poder ver a su pequeña. — Hola, mamita, me fue muy bien en el colegio. Pero la maestra me puso mucha tarea. —dijo con una expresión de molestia. — ¡Ay! ¿Pero por qué pones esa carita? Tienes que obedecer a la maestra, además, yo te voy a ayudar. ¿Está bien mi princesa?— Sí, está bien. ¿Sabes una cosa, mami? — Dime, cariño.— Mis amiguitos del salón dicen que tú eres una mamá muy linda.— ¿En serio dicen eso?— Sí, mami, y me gusta cuandoa a veces me vas a buscar al colegio, porque no todas las mamás de mis amiguitos son bonitas.Para Rebeca, aquellas palabras de Esperanza fueron realmente conmovedoras, ya que recordó todo el tormento que había vivido su hija Ivanita cuando ella er
A pesar de todas las súplicas de Diego, para evitar que Rebeca se fuera de la casa llevándose a Esperanza, ella tomó la decisión de irse con su hija, se sentía engañada y burlada. Había recordado todo lo que sufrió al lado de Iván, y no estaba dispuesta a repetir la misma historia. Además, ya no se sentía sola porque tenía un motivo para seguir luchando, su hija Esperanza. Diego se quedó solo y completamente devastado, sintiéndose miserable al ver que había perdido la gran oportunidad de ser feliz al lado de una mujer que lo amaba desinteresadamente. Se sentía culpable por haber caído en una relación superficial e insignificante, lo que le había costado perder un hogar verdadero y sólido como su matrimonio.Rebeca había decidido regresar a su apartamento, allí había fallecido su hija, y al poco tiempo después de una dura batalla contra su enfermedad, murió Iván. Desde entonces, ella no había regresado a ese lugar que le traía los peores recuerdos. Pero la vida la estaba poniend
Días después…Habían pasado los días y Rebeca se había dedicado a remodelar el apartamento para que su hija Esperanza, estuviera cómoda y no extrañara tanto la casa de Diego. Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos que había hecho, Esperanza no dejaba de sentirse triste, extrañaba mucho a su padre.Rebeca no quería encontrarse con Diego, y eso la motivó a cometer el error de no permitir que su hija lo viera, sin pensar que la estaba haciendo sufrir tanto, que la pequeña había caído en una fuerte depresión. No se acostumbraba a aquel lugar, extrañaba su habitación, sus juguetes, pero por sobre todas las cosas, el amor de su papá. —Dios mío, hijita, tienes calentura. ¿Pero dime, cómo te sientes? ¿Te duele algo? —preguntó Rebeca, preocupada.Esperanza estaba muy afligida, solo lloraba:—Yo quiero ver a mi papá. Ya no quiero vivir en este apartamento, quiero dormir en mi cama y estar en mi cuarto con todos mis juguetes. Este cuarto no me gusta, ni tampoco el apartamento. Quiero est
A pesar del dolor que le había causado su traición, Rebeca, vio que estaba verdaderamente arrepentido, además, en ese momento pensó en su hija Esperanza, ella no tenía culpa de lo que había pasado, era injusto quitarle la posibilidad de tener un hogar con sus dos padres. Y en cierto modo, el no estar cerca de su padre, era la razón por la que se había enfermado. Y por último y no menos importante, ella amaba a Diego con toda su alma y no quería perderlo. Rebeca no pudo evitar romper en llanto, era la primera vez que un hombre se ponía a sus pies para pedirle perdón. Si había perdonado a Iván con todo el daño que le hizo, ¿Cómo no iba a perdonar a Diego? —Por favor, no es necesario que sigas haciendo esto. Levántate de allí, mira que todo el mundo nos está viendo. —decía Rebeca secándose las lágrimas. —No me importa lo que diga la gente, yo solo quiero pedirte perdón desde el fondo de mi alma porque sé que te hice mucho daño. Solo te pido que me des una oportunidad para que podam