Corazón oprimido

Una hora después

Al llegar al hospital, Rebeca se percató que todo estaba rodeado de policías. Estaba sorprendida al darse cuenta de que Iván era catalogado un delincuente peligroso.

Entró muy nerviosa, tenía sentimientos encontrados, no podía olvidar todo el daño que Iván le había hecho, pero al mismo tiempo, sentía una mezcla de tristeza al ver que el padre de su hija estaba pagando con creces su maldad. Subiendo las escaleras se tropezó de frente con el abogado defensor de Iván.

— Disculpe, señorita, no fue mi intención tropezarla —le dijo el abogado.

— No se preocupe, la verdad es que venía distraída —respondió ella.

— No quiero ser indiscreto, pero: ¿usted va a subir a ese piso?

— Sí, efectivamente. ¿Por qué me lo pregunta?

— Lo que pasa es que a ese piso le tienen totalmente restringido el paso, solo puede ingresar personal autorizado.

— Claro, me lo imagino, pero quería hacer el intento de que me dejaran pasar para visitar a un paciente que está en calidad de detenido.

El a
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