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Rodolfo detuvo el beso, ella sintió como sus labios besaron sus hombros, supo que estaba perdida.Bajó un tirante y siguió dejando un rastro de humedad por su cuello. Intentó mantener la respiración, Rodolfo se puso sobre ella.Margot quería resistirse, pero un solo roce y doblegaba su dignidad con la pasión.Rodolfo estaba sobre ella, se quitó la camisa y el resto de sus ropas, quedó desnudo, ante la tenue luz, pudo verlo bien; tenía anchos hombros, era musculoso.Besó sus labios, y siguió besando su cuello, ella se quedó tiesa, aunque su respiración la traicionaba, sintió como el hombre se deshizo de su vestido, y pronto la tuvo desnuda, acarició sus senos con sus manos, provocando que un gemido se escapara de sus labios, sus ojos la veían casi divertidos y lujuriosos, quiso alejarlo, pero solo pudo sujetarse de las sábanas con fuerza, porque de nuevo se sentía descontrolada, como una loca que no podía pensar.Él pasó su lengua por sus pechos erguidos, el cuerpo de la mujer se tensab
—¿De verdad ya no estás seguro de la venganza? —exclamó Margot, sus ojos temblaban, su corazón también.No podía evitar amar a ese hombre, pero él había desgarrado su amor, ¿estaba fingiendo? ¿Era real? Ahora ya no podía confiar en él.Rodolfo bajó la mirada, sus ojos eran tan débiles, intentó acercarse y ella retrocedió.Ver que ella se alejaba de él, lo hizo desesperar.—Hay una guerra en mí, Margot, la peor guerra de toda mi vida, ¿sabes cuánto he sufrido? Nadie merece morir como mi padre murió.—¡Pero, yo no lo hice! Joaquín juró que él tampoco lo hizo, ¡yo le creo!—¡Maldita sea! Fue tu hermano, sé que puso una bomba en el salón, que estaba dispuesto a matar a todos, solo iba a dejar, vivía a Diana para hacerla sufrir, ¿dices que se arrepintió? Pero, aun así, todos los seres que amábamos murieron, ¿Cómo puedo perdonar esto?Rodolfo salió de la habitación.Margot tocó su pecho, porque dolía mucho. Se sentó al borde de la cama, no podía dormir.***Pilar, estaba sentada en su cama,
Al día siguiente.Margot no había podido dormir, solo pensaba en lo que habló con Rodolfo.«¿De verdad Rodolfo puede arrepentirse de la venganza?», pensóNo sabía si era verdad, pero, en su interior, quería creer que sì.Despertó y Rodolfo no estaba ahí, pensó que había ido a comprar algo de comida.Salió de la habitación y caminó de un lado a otro, cuando escuchó que llamaron a la puerta.Se congeló al instante, sabía que no iba a poder abrir la puerta, cuando Rodolfo salía, la encerraba bajo llave, sin embargo, cuando se acercó a la puerta, descubrió que no estaba con llave.Abrió y encontró a una joven frente a ella.—Hola.—Hola…La mujer entró sin màs.—¿Dónde está Rodolfo? —exclamóMargot comenzó a tener una mala sospecha.—No se encuentra, ¿Quién lo busca?La mujer mirò a Margot con ojos severos, luego esbozó una suave sonrisa.—Tú eres la mujer con la que se casó por venganza, ¿Verdad?Esas palabras hicieron que la mujer frunciera el ceño, con recelo.—¡¿Quién eres tú?! —excla
Aquella mujer caminaba alejándose de la cabaña, recibió un mensaje de Ronald.«Está hecho, señor, la mujer fue informada»«El dinero fue transferido a tu cuenta bancaria», esa respuesta le hizo sonreír.La mujer mirò una camioneta pasar a su lado, un hombre la mirò con ojos severos. Rodolfo se quedó pensativo, esa mujer andaba por esos rumbos, solo podía venir de su casa, pues era la única por esos lugares.Al llegar, descubrió que había dejado la puerta sin llave, se maldijo entre dientes, y entró demasiado apurado.—¡Margot! ¡Margot! ¿Dónde estás?El silencio le asustó, fue hasta la habitación, no la encontró, sintió un miedo terrible, pero empeoró cuando notó que su maleta no estaba, y, en cambio, en la mesa de noche, estaba una carta.Maldijo de nuevo, esta vez en un grito.Tomó la carta, necesitaba abrirla, necesitaba leerla ya mismo. «Me voy, hoy me ha visitado tu amante, o màs bien tu mujer. Te has burlado tanto de mí, que de ti ya nada me extraña. Me duele tanto como me rompi
Joaquín se sintió incómodo, sintió como la mano de Diana le apretó con fuerza, como si ella quisiera recordarle su presencia.La mujer que tenía en frente era hermosa, pero no màs que su esposa, sin embargo, el vestido de esa mujer tenìa un tentador y pronunciado escote al frente.—Señora Martines, un placer conocerla, le presento a mi esposa, Diana Andrade.Diana sonriò, extendió la mano.—Mucho gusto, señora, y dígame, señor Andrade, ¿Qué le parece mi presencia? ¿Seré una buena socia?Diana había quedado con la mano tirante, pues la mujer se negó a saludarla.Ella se sintió rabiosa, ¿Qué sucedía con esa mujer?Diana recordó que esa mujer era la salvación de su esposo, y esto era como una prueba para ella.¿Joaquín valoraba màs a una socia sobre ella?Diana se sintió descontrolada, celosa.—Espero que seamos buenos socios, creo que haremos un buen equipo.La mujer tomó el otro brazo de Joaquín, le esbozó una sonrisa tan coqueta.—Estoy segura de que seremos muy buenos aliados, somos
—¡Yo…!La mujer quiso salir, pero Margot detuvo su mano.—¡Se lo suplico, ayúdeme!—Está bien, la ayudaré. Pronto le ayudaré.La mujer se liberó y salió apurada.Margot sintió algo de alivio, pero hasta no estar fuera de ahí, no se sentiría a salvo.Sintió náuseas, pensó que se debía a no haber comido nada en todo el dìa, se recostó en la cama, estaba tan agotada.***Joaquín bailaba con esa mujer, pero buscaba a su esposa con la mirada, no la encontraba por ningún lado.Eso comenzó a desesperarlo, mientras tanto, Dinorah parecía embelesada con el atractivo del hombre, buscaba como atraer su atención con pláticas, sonrisas, miradas, pegándose al hombre un poco màs de lo permitido.Sin embargo, a pesar de eso, Joaquín no parecìa ponerle atención, y eso la frustraba, màs y màs.Diana estaba en el jardín, encontró a Ronald.—Diana —dijo con un tono casi anhelante, quiso abrazarla, pero ella retrocedió.—¿Por qué trajiste a esa mujer? ¿Qué pretendes, Ronald?—¿Qué pretendo? Es nuestro plan
Margot estaba sorprendida, tocó su vientre de forma instintiva, mirò a su madre.—¿Qué? ¿Embarazada?—¡¿Cómo puedes ser tan tonta, Margot?! ¡Lo arruinaste todo! —exclamó la mujer.—¡Voy a tener a mi hijo! No podrás quitármelo, no podrás impedir que nazca.Los ojos de odio destellaron mirando a la pobre mujer que temía de su propia madre.—¡He dicho que no nacerá un bastardo! No me importa lo que digas, ese niño no va a nacer —dijo apuntándola.La mujer salió de ahí.Margot lloró, quería escapar, ahora ya no reconocía a su madre, actuaba como una loca.***Diana bajó del auto, entró en la casa, y se encerró en su habitación, sus ojos se volvieron llorosos, no podía creer que Joaquín se quedara ahí con esa mujer.Le odiaba más que nunca, pero su odio provenía de unos celos rabiosos por pensarlo con esa mujer.«¡¿Por qué?! Primero me hace sentir culpable, casi dudo de mí misma y de mi venganza, ¿para qué? ¿Para que resulte este tipo de hombre? ¡Capaz de ir tras cualquier falda!», pensó.E
Al día siguiente.Rodolfo despertó, su cabeza estaba por estallar, pero a como pudo, se levantó, se dio una ducha, y por fin se sintió mejor.Observó la habitación, esa donde durmió tantas veces al lado de Margot, ahora ella no estaba, se sentía como en una pesadilla.«Valorar lo que no tienes, ¡qué estúpido soy!», pensó.Escuchó que llamaron a la puerta, fue a abrir, encontró a uno de sus guardias, el hombre entró.—¿Encontraste algo?—Bueno, solo encontré una grabación de una gasolinera a unos kilómetros antes de la salida del pueblo, señor, creo que se trata de su esposa y las personas que la ayudaron a escapar.Rodolfo estaba desesperado por ver el video.Cuando vio el video estaba tan sorprendido, sus ojos se ensancharon, y tuvo rabia.—¡Es Pilar Andrade! Pero ¿Es que Joaquín no se había encargado de ella?Rodolfo estaba nervioso, aun así, sin pensar mucho, tomó su teléfono y llamó.La llamada no tardó en ser respondida.Joaquín estaba somnoliento, pero respondió.—¿Hola?—Joaquín