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Al día siguiente.Volvieron pronto a casa, los niños estaban felices abriendo sus regalos en el salón de juegos.Diana caminó por el pasillo, pero se detuvo al escuchar voces en el despacho de Joaquín, su clara voz resonaba alrededor.—Bien, estos son los papeles que debe firmar para la nueva socia, ella se quedará con el cuarenta por ciento de la empresa, usted tendrá el cuarenta y cinco por ciento, y el quince por ciento restante seguirá en poder de los socios. Sigue siendo el socio mayoritario, señor Andrade.Joaquín tomó el bolígrafo, casi dudaba, pero recordó que lo hacía por el patrimonio de sus hijos y de Margot.Firmó el documento y el asistente de Joaquín se fue.Apenas, Diana pudo esconderse.Pero, cuando el hombre se marchó, ella entró y se encontró con su marido.—Hola. ¿Estás bien? —exclamó al verlo tan decepcionado.Joaquín esbozó una ligera sonrisa.—Bueno, he conseguido una nueva socia, pero perdí casi la mitad de las acciones de la empresa, siento que estoy perdiendo e
En el hospital.Joaquín llegó desesperado, observó como Felicia fue llevada a la sala de urgencias, tan rápido que no pudo hacer nada.El hombre tocó su cara con ansiedad, estaba muy asustado.«No quiero que un bebé inocente muera, por favor, es demasiado castigo para mí», pensó.***Diana estaba asustada, todo lo que sentía era un miedo absoluto, porque su pensamiento era que, en el pasado, por el suicidio de su padre, provocado por los malos negocios de su padre, él decidió matar a su familia, y planear un amor de venganza.«Si su hijo muere, ¿Qué haré?»Al subir a su alcoba, Diana buscó los pasaportes de los niños, los encontró, así como también una carta de autorización de viajes para los niños, ella estaba aliviada.Diana llamó por teléfono.—¡Debes ayudarme, debo irme ya mismo!—Pero… Diana…—¡Ayúdame, Ron! Por favor, solo quiero irme con mis hijos, no me interesa nada màs.—Bien, Diana, lo haré, te ayudaré —dijo el hombre.Diana fue por sus hijos.—Mami, ¿A dónde vamos?Ella fin
Joaquín abandonó al hombre, pero dejó a sus guardias ahí.—¡No dejen que este hombre, ni su mentirosa hija, escapen! Tenemos algo pendiente —sentenció con rabia.Salió rápidamente de ahí.Joaquín subió a un auto, todo lo que le importaba era Diana y sus hijos, no podía perderlos.Pronto recibió una llamada.—Señor, su esposa va rumbo al aeropuerto, al parecer hay hombres esperándola para llevarla a un vuelo privado y sacarla del país.—¡No dejen que escape! Ella no puede irse, ¿entienden? —exclamó con rotunda desesperación. —Claro, señor.***Felicia despertó, miró a su padre de pie frente a su cama.—¿Papá? —exclamó con debilidad—. ¡¿Qué pasó?!Los ojos de la mujer estaban asustados.Su padre negó con un gesto mortificado.—¡Él lo sabe todo! Se ha vuelto loco, quiere acabarnos, ¡maldita sea, Felicia! No debí permitir esta locura, ahora ese hombre quizás hasta nos mate.Felicia comenzó a llorar.—¡No, papá! Haz que me crea, por favor, dile que fue una mentira, que, si espero un bebé,
—¡¿Qué has dicho?! —exclamó la mujer incrédula.—¡Sube al auto! —sentenció Joaquín, pidiendo que ella subiera al auto en el asiento del copiloto.Diana no entendía nada, y por lo mismo, accedió y obedeció, subió al asiento y Joaquín, también, él condujo de vuelta a la mansión.***Al llegar a la casa, los niños estaban muy confundidos.—¿No iremos a la playa, mami?Diana titubeó, negó.—Vayan a jugar con sus nuevos regalos de cumpleaños, les prometo que mamá y yo pronto los llevaremos de viaje.Los niños asintieron, la niñera se acercò, bastante confundida.Joaquín le pidió que llevara a los niños a jugar, y luego les diera la cena, para después recostarlos.Diana vio a los niños irse y ella, automáticamente, fue escaleras arriba, estaba nerviosa y apenas pudo guardar su teléfono apagado en su cajón de ropa íntima.Escuchó la puerta, cerrarse, miró a Joaquín.—¿Asì que no esperaba ningún hijo y me trataste tan mal hoy? Yo no la empujé, fue ella quien intentó lastimarme.—Diana…—Me acu
Rodolfo detuvo el beso, ella sintió como sus labios besaron sus hombros, supo que estaba perdida.Bajó un tirante y siguió dejando un rastro de humedad por su cuello. Intentó mantener la respiración, Rodolfo se puso sobre ella.Margot quería resistirse, pero un solo roce y doblegaba su dignidad con la pasión.Rodolfo estaba sobre ella, se quitó la camisa y el resto de sus ropas, quedó desnudo, ante la tenue luz, pudo verlo bien; tenía anchos hombros, era musculoso.Besó sus labios, y siguió besando su cuello, ella se quedó tiesa, aunque su respiración la traicionaba, sintió como el hombre se deshizo de su vestido, y pronto la tuvo desnuda, acarició sus senos con sus manos, provocando que un gemido se escapara de sus labios, sus ojos la veían casi divertidos y lujuriosos, quiso alejarlo, pero solo pudo sujetarse de las sábanas con fuerza, porque de nuevo se sentía descontrolada, como una loca que no podía pensar.Él pasó su lengua por sus pechos erguidos, el cuerpo de la mujer se tensab
—¿De verdad ya no estás seguro de la venganza? —exclamó Margot, sus ojos temblaban, su corazón también.No podía evitar amar a ese hombre, pero él había desgarrado su amor, ¿estaba fingiendo? ¿Era real? Ahora ya no podía confiar en él.Rodolfo bajó la mirada, sus ojos eran tan débiles, intentó acercarse y ella retrocedió.Ver que ella se alejaba de él, lo hizo desesperar.—Hay una guerra en mí, Margot, la peor guerra de toda mi vida, ¿sabes cuánto he sufrido? Nadie merece morir como mi padre murió.—¡Pero, yo no lo hice! Joaquín juró que él tampoco lo hizo, ¡yo le creo!—¡Maldita sea! Fue tu hermano, sé que puso una bomba en el salón, que estaba dispuesto a matar a todos, solo iba a dejar, vivía a Diana para hacerla sufrir, ¿dices que se arrepintió? Pero, aun así, todos los seres que amábamos murieron, ¿Cómo puedo perdonar esto?Rodolfo salió de la habitación.Margot tocó su pecho, porque dolía mucho. Se sentó al borde de la cama, no podía dormir.***Pilar, estaba sentada en su cama,
Al día siguiente.Margot no había podido dormir, solo pensaba en lo que habló con Rodolfo.«¿De verdad Rodolfo puede arrepentirse de la venganza?», pensóNo sabía si era verdad, pero, en su interior, quería creer que sì.Despertó y Rodolfo no estaba ahí, pensó que había ido a comprar algo de comida.Salió de la habitación y caminó de un lado a otro, cuando escuchó que llamaron a la puerta.Se congeló al instante, sabía que no iba a poder abrir la puerta, cuando Rodolfo salía, la encerraba bajo llave, sin embargo, cuando se acercó a la puerta, descubrió que no estaba con llave.Abrió y encontró a una joven frente a ella.—Hola.—Hola…La mujer entró sin màs.—¿Dónde está Rodolfo? —exclamóMargot comenzó a tener una mala sospecha.—No se encuentra, ¿Quién lo busca?La mujer mirò a Margot con ojos severos, luego esbozó una suave sonrisa.—Tú eres la mujer con la que se casó por venganza, ¿Verdad?Esas palabras hicieron que la mujer frunciera el ceño, con recelo.—¡¿Quién eres tú?! —excla
Aquella mujer caminaba alejándose de la cabaña, recibió un mensaje de Ronald.«Está hecho, señor, la mujer fue informada»«El dinero fue transferido a tu cuenta bancaria», esa respuesta le hizo sonreír.La mujer mirò una camioneta pasar a su lado, un hombre la mirò con ojos severos. Rodolfo se quedó pensativo, esa mujer andaba por esos rumbos, solo podía venir de su casa, pues era la única por esos lugares.Al llegar, descubrió que había dejado la puerta sin llave, se maldijo entre dientes, y entró demasiado apurado.—¡Margot! ¡Margot! ¿Dónde estás?El silencio le asustó, fue hasta la habitación, no la encontró, sintió un miedo terrible, pero empeoró cuando notó que su maleta no estaba, y, en cambio, en la mesa de noche, estaba una carta.Maldijo de nuevo, esta vez en un grito.Tomó la carta, necesitaba abrirla, necesitaba leerla ya mismo. «Me voy, hoy me ha visitado tu amante, o màs bien tu mujer. Te has burlado tanto de mí, que de ti ya nada me extraña. Me duele tanto como me rompi