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4: "Más sola que nunca"

Moira

Dejo reposar la cabeza sobre mis rodillas y las rodeo con mis brazos en medio de esta inmensa bañera donde estoy sumergida. Quizás muera más adelante, pero al menos voy a vivir la experiencia de tomar un baño como las familias más ricas de la sociedad moderna.

Odio admitirlo, pero este tipo tiene buen gusto, el baño es más grande que todo mi apartamento y ni siquiera puedo imaginar cuánto costó ese extraño lavadero que parece flotar sobre la encimera.

Peino hacia atrás mi cabello algo temblorosa y supongo que estoy realmente jodida. Desearía poder despertar y volver a esa vida mediocre que solía tener antes de ser secuestrada por aquellos tipos.

Tengo la ventaja de saber quién es mi captor. Dillon Anderson Davis El Gran Alfa bondadoso que se ofreció para cuidar de los niños mestizos.

Golpeo el agua a mi alrededor, eso es una mentira, este tipo es un contrabandista que acaba de pasarse las leyes que él mismo defiende por las bolas.

¿Cree que ser miembro del consejo le da inmunidad?

Soy una mujer libre, una ciudadana sin antecedentes que lo único malo que hizo alguna vez en su vida fue pegarle a un perro que intento comérsela.

¿Cómo puede ser el destino así?

Además, qué maldito motivo tiene para retenerme. No soy lo suficientemente gorda para una comida, no tengo dinero para extorsionarme y ni siquiera soy alguien importante.

El espejo a mi derecha me devuelve la mirada y supongo que es culpa de este maldito defecto genético. Ni siquiera sé que le ven de especial a mi ojo estos seres sobrenaturales. Es solo una pigmentación errónea heredada de mi padre.

Alejo la vista del espejo para concentrarme en mis pies distorsionados por estar bajo el agua.

Nací así, comenzó a ser un problema cuando tenía doce años y desde entonces lo oculté bajo lentes de contacto. No quería que sucediera lo mismo que cuando me escapé de casa de mis padres adoptivos para ir a una fogata y terminé escapando de un lycan que intentaba convencerme para que lo dejara besarme.

¡Malditos perros insistentes!

Siempre me persiguen, dejé el periodismo de campo por esa razón y aunque no me apasionaba escribir reseñas para una aburrida revista de sociedad, lo prefería a seguir soportando sus malditos intentos de conquistarme.

¡No me agradan!

Salgo de la bañera cuando no tengo más remedio y me envuelvo en alguna de las toallas color azul perfectamente dobladas junto a la puerta. Salgo hacia la inmensa habitación que escogí sin pensarlo mucho. No quiero estar en este lugar, no me agrada, pero tengo que intentar pensar con calma en una forma de huir.

Mi estómago ruge, odio admitir que tengo hambre y me lanzo sobre la cama que resulta ser excesivamente cómoda. Miro al techo de esta habitación y las ganas de llorar son incontrolables.

¿Qué voy a hacer ahora?

A nadie le importa que desaparezca, no tengo forma de contactar con el exterior y si hace dos semanas nadie se percató de que fui secuestrada no creo que vayan a plantear una denuncia en la oficina central de quejas entre especies.

Me volteo en la cama para abrazarme a mi misma, dejo salir el dolor que he contenido todo este tiempo. Las lágrimas calientes corren por mis mejillas y jamás me he sentido tan sola e insignificante como ahora.

Solía ser feliz antes de que los lycan acabaran con mi familia, mi madre siempre sonreía y hacía que este maldito color desigual en mis ojos se sintiera maravillosamente encantador.

«Es el mejor regalo de tu padre»

Decía, pero estoy segura de que jamás imaginó que terminaría así. Sin salida en la habitación lujosisima de un tipo que probablemente me comerá para la cena.

La puerta se abre entonces haciéndome incorporar con prisas, limpio las lágrimas en mis mejillas y el maldito perro entra en la habitación con una bandeja en sus manos.

Coloca dicho objeto sobre la mesilla de noche e intento escapar de él, pero sujeta mi muñeca impidiéndolo. Sus ojos atrapan los míos, me empuja más cerca de él sobre la cama.

—Quédate quieta—exige—no me obligues a usar el toque una vez más.

Cierro mis ojos con prisa, suspiro y lo siento moverse mientras el sonido metálico de la bandeja me dice que está tomando algo de ahí.

El toque es un modo de llamar a la capacidad inhumana que tienen estos animales para hipnotizar a los humanos.

—¡¡¡Auch!!!

Digo intentando apartar el brazo cuando lo que supongo es alcohol roza la herida en mis muñecas. El molesto lycan me empuja una vez más cerca de él y su mano sujeta mi brazo mientras el ardor rodea toda mi muñeca.

¿Está curándome?

Frunzo el ceño antes de abrir un ojo sin poder resistir la curiosidad. Mi mente se vuelve un poco loca, el cabello largo cae sobre su rostro mientras está sumamente concentrado en curar las marcas rojizas en mi muñeca. Se ha cambiado de ropa y ahora está usando una playera oscura que deja a la vista los músculos tonificados.

Pero no debería parecerme atractivo, este tipo es un maldito perro como el que acabó con mi vida.

—No me mires con esa furia—dice entonces—estás en desventaja ahora mismo.

La sonrisa en sus labios hace revolotear cosas en mi vientre, alejo la vista de él sin entender qué demonios está pasando y ese olor embriagador que sentí en el muelle vuelve a surgir.

—Porque huele tan bien...

Murmuro para mí misma y odio que el alce la comisura de su labio dándome un claro indicio de que escuchó mis palabras.

¡Ni siquiera puedo hablar!

Olvidaba que tienen un odio excelente, en realidad estos tipos tienen todo perfectamente desarrollado o al menos eso he oído decir.

Muevo mis ojos por el cuerpo masculino y me regaño mentalmente cuando fijo la vista en el pantalón de pijama que lleva.

¿Qué estoy pensando? ¡Es un Lycan! ¡Un lycan!

—Listo.

Él suelta mi mano y está por tomar la otra cuando me aparto, sus dedos se mantienen suspendidos un segundo en el aire, pero luego toma mi tobillo para acercarme a su cuerpo sobre la cama.

Cierro mis ojos para evitar que use alguno de sus poderes conmigo y mi respiración se detiene cuando el calor corporal invade mi espacio personal.

—Puedes bajar a cenar—dice en mi oído—me molesta seguir escuchando tus tripas.

Abro mis ojos ante esas palabras y sus ojos brillan con un dorado sobrenatural que hace a mi cuerpo temblar, humedece sus labios de una forma atractiva para luego simplemente saltar fuera de la cama con prisas.

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