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Plebeya, último día

• Ella •

No había podido descansar lo suficiente, mi corazón no dejaba de doler por lo que estaba sucediendo, no tenía manera de escapar de esto, debía pensar en la forma de volver esto en una ventaja para todos, así, podremos derrocar a ese horrible ser humano.

Había salido a caminar un poco, debía ver a los demás para darles la noticia, así, entre todos podríamos pensar en el plan perfecto, esa chica ¿Isabel? Estaba ahí, algo me decía que tendría la oportunidad de encontrarme con ella en el palacio, sería bueno hallar a alguien con la misma sed de justicia que la mía.

—¡¿Serás la esposa del príncipe?!— exclamó nuestro líder.

Asentí de manera tímida, me era realmente incómodo pensar que sería esposa de ese descerebrado.

—Eso significa que tenemos más oportunidades de derrocarlo, y tú… serías una reina excelente Emma— Expresó uno de los más respetados.

Me hacía bastante honrada con tantos halagos, pero también, sentía el peso de mi nueva responsabilidad.

—Eres, de las mujeres que he conocido, la que más odia las injusticias, esa es la cualidad que necesitamos de una reina. No una que sirva de adorno nada más, no una que se queda callada mientras los crímenes se cometen, una que es capaz de dar su vida por sus hermanos, esa eres tú— Dijo el anciano del grupo.

—Pero… Emma, debes ser cautelosa, debes ganarte la confianza de todos ellos, esa es la única manera de que puedas salvarnos— añadió el líder.

Asentí levemente, sentía que esa responsabilidad, era más y más pesada sobre mí ¿Lo haré bien? ¿Seré capaz de librar a Lostland de sus monarcas? No debería de dudar de mí, era mi deber ayudarlos.

—Me esforzaré por lograrlo, incluso, estoy dispuesta a dar mi vida por ello— dije con suma firmeza.

• Él •

—¡Lo atrapé!— dije acercándome al venado que había atravesado con mi lanza.

—¡Bien hecho señor!— Me felicitó uno de los soldados.

Ir de caza me ayudaba a relajarme y despejar mi mente, ¿Qué sería lo primero que le haría a la joven? Ella tenía que estar de vuelta al día siguiente, si no lo hacía, su familia moriría, estaba seguro de que vendría, estaba ansioso por ver de lo que era capaz.

—Llévenlo a mi padre, él habrá de alegrarse por ver esto— continué con mi camino.

Había logrado atrapar cinco venados y dos antílopes, ya era hora de volver al palacio, pero primero, daría un paseo por el mercado.

• Ella •

Terminé de hablar con todos, estaba decidida a dar todo de mí, era lo único que me quedaba. Estaba dando un último paseo por el mercado como una «Plebeya» detestaba esa palabra, me hacía dar escalofríos, cada vez que la escuchaba, me daban ganas de golpear a la persona que lo decía, a menos, claro está, de que lo hiciera con desprecio.

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