¡Hola mis amores! Ya estamos con las actualizaciones, estos días estuve con mi familia por los días Santos, pero ya regresamos con todo. Gracias a los que siempre comentan. Les mando muchos besos.
Sus labios casi se tocan y Aria contiene el aliento. El calor del aliento de Kael roza su boca, y por un segundo, el mundo se reduce a eso: su cercanía, la intensidad de su mirada, el latido furioso de su propio corazón. Pero entonces duda. Una sombra cruza por su rostro y retrocede apenas unos centímetros, lo suficiente para romper el momento, probablemente contemplando si es lo correcto luego de todo lo que sucedió entre ellos. El alfa Kael no oculta su frustración ante ese acto. Su mirada se oscurece al instante, sus pupilas se dilatan y brillan con una mezcla de rabia contenida y deseo insatisfecho. Aprieta los puños a los costados, tan fuerte que los nudillos se le tornan blancos. Su pecho sube y baja con violencia, como si estuviera conteniendo una explosión. Lo está. A Ryder no le gusta que su compañera lo rechace.—Ya puedes irte —murmura Aria, sin mirarlo a los ojos—. Mis heridas no son tan graves. Puedo encargarme yo sola a partir de ahora. Tu prometida te está esperando.L
Elvira abre los ojos con asombro al ver a su hermana en la puerta. Luego de lo que escuchó sobre lo que había pasado con Erika, creyó que ella no saldría de la cabaña pronto. No sabe si sonreír o mirarla con tristeza.—Hermana, buenos días. ¿Cómo amaneciste?Se acerca a ella y la examina con la mirada antes de abrazarla. Se pregunta si tal vez exageraron la situación, ya que Aria casi no presenta lesiones.—Estoy bien. —Aria le ofrece una sonrisa.En la mesa, el alfa Esteban no disimula la incomodidad. Y Kael… Kael parece haberse olvidado de respirar. Mientras tanto, la mirada de Erika se vuelve tan lúgubre como su alma y hace una mueca torcida con los labios al verla. Su cara tiene un hematoma oscuro.Al verla, Aria siente una punzada de satisfacción que intenta reprimir, pero no puede. No se arrepiente de lo que hizo. No después de todo lo que soportó anoche.Todos y cada uno de los que están en la sala esta mañana pensaron que Aria no saldría hoy.Nestor está en una mesa con sus am
Los pasos de Aria resuenan con fuerza en el interior de la pequeña capilla. La puerta se cierra tras ella con un suave chirrido, y el aroma a cera derretida la envuelve como un abrazo. El padre Ezequiel, que está ordenando algunos papeles en la mesa lateral, levanta la vista con sorpresa al verla.—¡Aria! —exclama, dejando todo de inmediato—. Hija mía, ¿dónde has estado todo este tiempo?Aria no responde. Sus labios tiemblan, sus ojos se llenan de lágrimas al instante. Da unos pasos y, sin más, corre hacia él, lanzándose a sus brazos como una niña en busca de refugio. Para ella, el padre Ezequiel es como su propia familia.—Padre… pasaron muchas cosas… —balbucea entre sollozos.El padre Ezequiel la rodea con sus brazos delgados pero firmes. Le acaricia la espalda con lentitud.—Shhh, tranquila, mi niña. Sea lo que sea que te esté agobiando, vas a estar bien. Eres fuerte, Aria. Siempre lo has sido.Ella asiente contra su sotana, empapándola con sus lágrimas.—Eso espero… porque últimam
El padre contiene el aliento. ¿Las runas fueron vulneradas?—Excepto… aquella noche en el hotel —continúa, con un rubor intenso cubriendo su rostro—. Cuando desperté, no lo tenía en mi cuello, pero lo encontré junto con mi ropa y no me lo he vuelto a quitar desde entonces.El padre Ezequiel contempla a Aria en la semipenumbra de la sacristía. Su corazón se inquieta; algo dentro de él le dice que lo que está ocurriendo con ella no es simplemente una crisis pasajera. Observa cómo ella baja la mirada, nerviosa, como si cargara un peso invisible.Una idea lo asalta. Se santigua con un movimiento lento y solemne.«¿Será… que su pasado está volviendo a ella?», piensa, con el alma encogida ante lo que eso podría significar.Vuelve a persignarse, esta vez con más fuerza. El desastre que eso podría traer no es menor. Aquello que ha estado guardado durante tantos años… ¿podría estar volviendo a ella?Suspira y decide ir al grano.—Dime, Aria. Ese hombre… Kael. ¿Has notado algo inusual en él?El
—¿Aria, estás bien? —La voz de Néstor retumba desde el otro lado del confesionario, y sus pasos se acercan con rapidez.Aria abre la boca para responder, pero Thane alza una mano y le hace una señal firme de silencio. Sus ojos son oscuros y su presencia, dominante. Aria, sin saber por qué, obedece. Algo en su instinto le dice que no debe hacer ningún ruido.El alfa Thane saca un pequeño celular del bolsillo interno de su abrigo y se lo entrega. Luego se inclina hacia ella y murmura con intensidad:—Espera. Voy a sacarte de la comunidad de Kael. Confía en mí.Antes de que Aria pueda decir una palabra, él y el otro hombre —el que le cubría la boca— desaparecen como sombras, sin dejar rastro. La puerta trasera de la capilla se cierra suavemente tras ellos.—¿Aria? ¿Me escuchas? —insiste Néstor desde el otro lado.Ella da un paso atrás, lleva una mano al pecho e intenta controlar la respiración. Su cuerpo entero tiembla. Cierra los ojos, respira hondo. Una. Dos. Tres veces. Finalmente, se
***Este capítulo contine escenas picantes Boys Love. Si usted es sencible a este tipo de relatos, puede abstenerse de leer. Muchas gracias***Ya en la manada Luna Negra, el alfa Thane está recostado en un sillón de cuero oscuro, con la vista perdida en el ventanal que da al bosque. La copa de whisky entre sus dedos apenas tiembla. Su expresión es dura, determinada.Ramiro entra en la sala y se queda de pie a sus espaldas.—¿Estás seguro de hacer esto? —pregunta en voz baja. La preocupación le cruza el rostro—. Esto puede desatar una guerra entre Claro de Luna y nosotros. Si ella es la compañera destinada de Kael, él no se quedará quieto. Lo sabes bien.Thane no se mueve. Sin embargo, cuando siente los dedos de Ramiro rozando con lentitud su cuello, cierra los ojos y suspira.—Recuperaré a Lyssara, Ramiro —responde, con voz grave—. Cueste lo que cueste. Se lo prometí a mis padres en su lecho de muerte.Ramiro aprieta los labios, pero no discute. La decisión está tomada.—Sabes que esta
Hay un silencio especialmente lúgubre esta noche.La luna llena se levanta majestuosa y lenta en lo alto, derramando su luz sobre las calles adoquinadas de Tierra de Pinares.Aria camina a pasos presurosos hacia la capilla, el sonido de sus tacones chatos resuena en la calle. La misa debe iniciar dentro de media hora, y el padre Ezequiel no es conocido por su paciencia. Esta noche le corresponde la lectura del evangelio y no puede permitirse llegar tarde, o sus tareas comunitarias de la semana serán duplicadas de nuevo.Los sonidos de la segunda campanada llegan a sus oídos, recordándole que apenas le quedan minutos. Levanta la vista y divisa el gran crucifijo que adorna la entrada de la capilla. Sonríe. Ya está cerca.De repente, una ventisca fuerte irrumpe en la calle y la obliga a detenerse de forma brusca. Un escalofrío recorre su espalda y una sensación extraña le indica que algo no está bien. Un leve murmullo parece surgir a su alrededor, difuso y errante, pero cuando mira a sus
La sonrisa inocente y contagiosa de Aria despide a los últimos feligreses que salen de la capilla. La misa concluyó hace un rato, pero a la mayoría le gusta quedarse para compartir unas palabras con ella y con el padre Ezequiel. Para Aria, este no es solo un lugar de oración, sino un refugio donde encuentra la paz y el propósito para su vida.Después de que la última persona se marcha, el padre se acerca a ella con una expresión satisfecha. La sonrisa en su rostro dice más que mil palabras.—Hoy fue un día muy provechoso, Aria. Hemos logrado juntar casi el diez por ciento de lo que necesitamos para construir el albergue para los niños huérfanos. Si todo sigue así, en pocos meses podríamos tenerlo todo. Estoy muy esperanzado. Además, con las donaciones de los empresarios, será mucho más fácil llegar a la meta. Aria sonríe de mucha felicidad. —¡Eso es maravilloso, padre! Dios realmente está obrando a través de la generosidad de los fieles. También estoy esperanzada. ¿Se imagina lo fel