ÉL NO LA ODIA (II)

- Es un placer conocerla. No recuerdo haber oído hablar de su país.

- Os ruego que os inclinéis ante Vuestra Alteza, la princesa de Alpemburgo -intervino Lucca en mi nombre. - Y también ante su príncipe, Lucca Levi Mallet.

La mujer se inclinó de inmediato, bajando el rostro:

- ¡Alteza! Le pido disculpas por mis malos modales.

- Si mi hermano permitió que le llamara por su nombre, yo no le concedo tales intimidades. - Fue altanera.

- ¡Lo siento, Alteza! No te vi... Lo siento.

- Pero usted me vio. Y el Príncipe Catriel dejó claro que yo era Princesa de Alpemburg. Mi país es cinco veces más grande que el suyo. Mis ancestros son parte de la historia del mundo. Y tengo... Trece millones de seguidores -expliqué, insegura.

- ¿Trece millones? - preguntó Catriel, sonriendo sarcásticamente.

- ¿Por qué no ha venido Max? - Me di la vuelta, interrogando a Lucca mientras me dirigía al lado opuesto del príncipe heredero, buscando una razón para alejarme.

- Pensé que te sentirías más cómoda sin él, A
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