- ¿Qué quieres decir con reconsiderar la cita? - Odette se acercó por detrás, preocupada.- Estoy confusa con todo esto. Ha sucedido demasiado rápido... - Me quité la ropa, me metí en la ducha y la abrí.- Pero le diste tu palabra al rey. Pensé que se me había quitado de la cabeza la ridícula idea de cancelar.- No lo firmé, joder.- Pero... Fue tu palabra.- Es mi vida, Odette.- Deberías haber dicho que no cuando te lo propuso.- Me casaré con Catriel.Odette abrió la puerta de la ducha y me miró:- ¡Es gay! ¿Por qué quieres casarte con él?- Tal vez sea más fácil... Como que no será rey y no interferirá en nada en Alpemburgo.- Lucca tampoco interferiría en sus decisiones. Y la diferencia es que Lucca es amable e inteligente.- Y no le caigo bien.- ¿Y a Catriel sí? - Ella arqueó una ceja.- No, no le gusto a Catriel. Pero tú tampoco le interesas.- Pero yo... ¡Nunca pensé en eso, Aimê!- Estoy tratando de decir que Lucca está interesada en ti, amigo.- ¡Claro que no!- Odette, vís
- Es un placer conocerla. No recuerdo haber oído hablar de su país.- Os ruego que os inclinéis ante Vuestra Alteza, la princesa de Alpemburgo -intervino Lucca en mi nombre. - Y también ante su príncipe, Lucca Levi Mallet.La mujer se inclinó de inmediato, bajando el rostro:- ¡Alteza! Le pido disculpas por mis malos modales.- Si mi hermano permitió que le llamara por su nombre, yo no le concedo tales intimidades. - Fue altanera.- ¡Lo siento, Alteza! No te vi... Lo siento.- Pero usted me vio. Y el Príncipe Catriel dejó claro que yo era Princesa de Alpemburg. Mi país es cinco veces más grande que el suyo. Mis ancestros son parte de la historia del mundo. Y tengo... Trece millones de seguidores -expliqué, insegura.- ¿Trece millones? - preguntó Catriel, sonriendo sarcásticamente.- ¿Por qué no ha venido Max? - Me di la vuelta, interrogando a Lucca mientras me dirigía al lado opuesto del príncipe heredero, buscando una razón para alejarme.- Pensé que te sentirías más cómoda sin él, A
Abracé cariñosamente a Lucca:- Gracias por tus palabras. Es bueno saber que alguien piensa como yo.- He perdido el sueño pensando en esto de los matrimonios de conveniencia. Pero sabemos que es una realidad en los países gobernados por la monarquía y cada vez hay menos opciones para casarse.- Sí, tienes razón.- Quiero dejar claro, Aimê, que si no somos felices una vez casados, no me importaría... Bueno, cómo puedo explicar... - Lucca se rascó la cabeza, arrugando la frente, con cara de miedo. - Mantenernos juntos delante de todo el mundo, sobre todo de la prensa, pero...- En realidad no existe -añadí, insegura de que aquella fuera realmente su propuesta. - Recuerdo que dijiste que no estabas de acuerdo con esto.Lucca respiró hondo:- Confieso que pasé mucho tiempo pensando en ello.- ¿Un matrimonio simulado, en el que pudiéramos tener relaciones con quien quisiéramos? - me aclaré.- Por lo visto, tú misma ya te lo planteaste, cuando pensaste en tener a Max como amante. - Se rió
Lucca no se lo pensó dos veces y vi cómo le hablaba a ella, que sonrió y me miró. Me quité las gafas y le guiñé un ojo a mi amiga, haciéndole una señal para que lo cogiera, sólo para ver su expresión de asombro.Me reí y volví a mirar a mi alrededor. El paisaje era absolutamente precioso. Pero Lucca y Odette estaban coqueteando y Catriel y Laila prácticamente se estaban comiendo la una a la otra. Y yo estaba abandonada.No llevar a Max había sido una mala idea. O no. Darle más esperanzas a estas alturas no estaba bien.Comencé a mover mi cuerpo en el lugar, clavando los pies en la arena hasta que sentí que los cubría. Entonces bajé las manos y cogí un puñado de fina arena dorada, dejando que se deslizara entre mis dedos, observando la dirección del viento.Cogí una toalla, la puse junto al agua y me tumbé boca abajo, observando cómo el agua cristalina iba y venía.Me gustaba Max. De hecho, de todas las opciones que tenía hasta el momento, él encabezaba mi lista de afectos. Pero aunque
No recuerdo haber estado mucho tiempo en las rocas antes de que Catriel ya estuviera en el mar con Laila, buscando su bikini mientras ella permanecía envuelta en una toalla.Apenas puse un pie en la arena, Catriel vino hacia mí con el dedo levantado:- Escondiste su bikini.Todos me miraron. Me hice la ofendida:- ¿Cómo puedes pensar eso de mí? ¿Por qué iba a hacer algo así?Catriel no contestó, aunque estoy segura de que en su cabeza había mil razones por las que lo había hecho.Me uní a los demás, me senté a la mesa y me serví unas fresas. Hacía tanto calor que no me apetecía nada.- Tienes la piel muy roja. - Odette se levantó para mirarme.- Quizá necesites renovar la crema solar. - Me encogí de hombros. - No me duele.- No tendrás intención de pasar el día desnuda, ¿verdad? - le preguntó Lucca a Laila.- No... ¡Alteza! - respondió ella, avergonzada, cubriéndose aún más con la toalla.- ¿No has traído otro bikini? - le pregunté.- Sí... Pero estaba en el yate.- Ya sé cómo es... M
- ¿Qué quieres decir? ¡Vamos, oféndeme otra vez! Yo soy fuerte. Puedo soportar cualquier cosa que venga de ti.- Laila es una chica cualquiera.Tragué saliva, sintiendo que mi corazón se aceleraba hasta el punto de que casi podía sentirlo en la boca.- E... ¿Yo?- Eres una princesa... ¡Y virgen!- ¿Virgen? - Arrugué el entrecejo.- Anoche oí por casualidad tu conversación con Max.- Oíste mal.- No, no oí mal. Recuerdo exactamente cada palabra que dijiste.- No tienes derecho a...- ¿A saber que nunca has estado con un hombre?- ¡Sí!", admití. - "Eso me preocupa.- Ya lo sé. Sólo quiero que entiendas que no eres como Laila. Ella es una mujer experimentada... Y sale con muchos hombres, ¿sabes?- ¿Y qué tiene que ver eso con que yo haga topless?- Tiene que ver con... Que estás demasiado quemada por el sol. Y es malo para tu piel -dijo, dejándome sola en el agua.¿Cómo que quitarme el bikini sería perjudicial para mi piel?Mientras caminaba de vuelta a la glorieta para buscar algo de so
Lo curioso era que yo prohibía a toda mi familia que me llamaran "monstruito" a medida que crecía. Pero cuando Catriel me lo decía, yo quería que siguiera hablando durante horas, porque aunque sabía que era en tono de burla y para provocarme, no dejaba de ser tiempo que perdía conmigo.- ¿Vas a quedarte aquí y dejarme en paz? - Dijo Laila mientras salía por la puerta, cruzándose de brazos en tono exigente.Catriel se levantó rápidamente, dejando caer al suelo el frasco de loción para después del sol.Se fue sin mirar atrás, entrando con Laila. Tomé la loción y comencé a aplicármela en las piernas, que también me ardían. Pronto vi las luces del castillo del País del Mar y la isla, feliz de estar de vuelta.Nada más desembarcar, Max nos estaba esperando. Pude ver en sus ojos que estaba furioso y también por la corbata abierta y los dos botones de su camisa.Me vio y vino directo hacia mí, exigiendo una respuesta firme:- ¿Por qué te fuiste de la isla sin mí?- No fue culpa suya, Max. Fu
- Tengo... Tengo fiebre -expliqué-.- Alteza, ¿quiere que se lo digamos a su criada? ¿O que llamemos a un médico?- No hace falta. No quiero molestar a nadie. Pero gracias.No tenía nada mejor que hacer. Me quedé allí un rato, mirándoles trabajar mientras esperaba a que el té hiciera efecto. En cuanto lo bebí, sentí calor. Pero luego volvió el frío y me di cuenta de que la fiebre no había desaparecido. Y no quería tener que llamar al médico, ya que no estaba en casa.Subí a mi habitación, decidida a darme un baño caliente. Mientras caminaba por el pasillo de la cuarta planta, vi reflejada en el suelo la luz de una puerta abierta, que estaba en el lado de los huéspedes. Me acerqué y, al mirar por la rendija de la puerta, vi a la reina llorando.Tragué saliva, sin saber qué hacer. Pero estaba amaneciendo. Y si estaba allí, llorando, algo había pasado.Llamé a la puerta y dije:- ¡Disculpe, Nair!- ¡Aimê! - Ella se secó las lágrimas y sonrió.Entré, aunque ella no me había invitado. La r