HANNAH Leo se mueve d e un lado al otro, mueve sartenes, ollas y platos. Hace muchas cosas a la vez para cocinar, para cocinarme en realidad. Es matemático, pero también un experto en la cocina y también en hacerme gritar en la cama. Leo tiene muchas, pero muchas cualidades y de vez en cuando me gusta hacerle notar lo bueno que es. Además de eso, es una figura paterna para algunos de sus alumnos, por eso también me gusta, por la posibilidad de ser un buen hombre y el futuro padre de mis hijos. Me gusta saber que a mis hijos les daré un hombre responsable, cariñoso e inteligente... Leo sobrepasa mis estándares, por eso no lo voy a dejar. Yo debo de ser la esposa de este sujeto que ahora mismo pica en trozos un champiñón. Su espalda es ancha, pero lo que más me gusta de él son sus hombros. Son redondos por el ejercicio y tiene los bíceps muy bonitos y ni se diga sus tríceps. Es un adonis, el más guapo de los hombres, al menos de los que he salido. Leo se lleva el premio al mejor, al
La comida se arruinó y no porque sepa mal o porque se le haya quemado al chef, sino que me refiero a que Leo y yo estamos en la mesa comiendo como desconocidos después de una charla incómoda. Sé que debí de decir las cosas con más tacto, pero es mejor ir directo al grano, es mejor no andarse con rodeos, eso no funciona. Con el tenedor, muevo de un lado a otro un trozo de carne, pero al hacerlo suena haciendo un chirrido molesto. No paro de hacerlo, solo sigo distrayendome con el acto, pero el suspiro de molestia de Leo es el que me hace detenerme. —Lo siento— suspiro avergonzada. —¿Que sientes Hannah? ¿Tu inmadurez o el hecho de que no quieres que hable con tus padres sobre lo nuestro?— Dejo caer el tenedor en el plato, el sonido de este llena el silencio se la habitación.—No te equivoques Leo, yo no estoy negandome a que lo hagas, solo te estoy pidiendo un poco de tiempo.—¿Pero por qué? No cambia nada el hecho de que lo sepan, sus problemas son de dinero no por el futuro novio se
HANNAH—¿Todo está bien, entonces?— pregunto angelicalmente, no me gusta pelear con Leo. —No me grites así, amor, porque me duele mucho que lo hagas. —Vengo de un núcleo familiar en el que casi nunca se grita, gritar para mí es sinónimo de maltrato.—Perdóname, bonita, estaba bastante enojado por lo que empecé a maquinar en mi cabeza. —De su parte, recibo varios veces de él en la coronilla de la cabeza, sus besos castos me relajan y me hacen sentir la mujer más querida del mundo, soy feliz cuando estoy así. Abrazada a Leo me siento completa, ahora que estamos juntos, no me podría imaginar un vida sin Leo.Leo rompe el abrazo, pero no para alejarse de mí, al contrario, me toma de la cintura y me carga para después llevarme hacia el sillón de la sala de estar. Mi lugar favorito desde hace un tiempo, pues la mayoría de las veces en la que estamos en su casa, la pasamos sentados mirando televisión. Se sienta con cuidado de no tirarme y me acomoda para que quede a la perfección. Me acuna e
Llego a casa a las ocho de la noche, pues he estado todo el día con Leo. Mis días son buenos cuando estoy con él y creo que es notorio, porque casi siempre estoy d e buen humor. Entro a la casa sin miedo a que me escuchen llegar, pues comúnmente mis padres me preguntan sobre las actividades que he hecho, pero ya no importa si me preguntan, les diré que estuve con el amor de mi vida y que debemos de hablar con ellos. Queremos hacer nuestra relación más seria, quiero que todos lo sepan, que digan que seremos la mejor pareja de toda la ciudad. El maestro de Matemáticas de la secundaria y Hannah Parker, la que ayuda en la casa hogar todos los días. Me gusta ver a los niños, me gusta ayudarlos, darles de comer y cocinar para ellos cuando se le permite. Siempre es lindo estar con los niños, son agradecidos, me quieren mucho y tengo las cosas claras, no quiero embarazarme. No quiero porque suena como algo muy doloroso y como algo que me gustaría saltarme, no quiero engordar, no quiero llora
Por inercia y porque básicamente no sé que otra cosa hacer, sonrío como boba. Miro a mi mamá con la esperanza de que se levante de esa silla y con voz catarina me diga "esto es una pequeña broma, hija", pero no se mueve. En sus ojos solo hay sinceridad y ni una sola pizca de diversión, por lo cual me hace pensar que no puede ser una broma para romper el hielo. O una broma para poner las cosas más amenas, pero no, no lo es porque mamá está ahí, mirándome seriamente. Ella realmente está esperando una repuesta que no quiero dar porque no quiero creer que lo que me acaba de decir es verdad. Simplemente no puede ser verdad, carajo, no puede.—¿Hannah?— pregunta mamá con curiosidad, pero nunca divertida. —¿Qué dices?— parpadeo incrédula, creo que voy a desmayarme o en su defecto, creo que voy a vomitar en cualquier momento la cena que Leo me cocinó.—Yo..— intento hablar, pero solo parace que si abro la boca no voy a parar de balbucear. —Yo... no. .—Sé que suena mal, lo sé y créeme mi niña
Pensé que cosas como estas, nunca nos pasarían. De hecho, nunca me imaginé que pasaría algo tan horrible como esto. Lo único que sé es que la vida se está empeñando en que yo sufra, llore y que recurra a cosas que por supuesto que no quiero hacer. No quiero casarme con un desconocido, pero... hoy papá tuvo que ir al hospital desde su oficina. El pobre tenía una cita de revisión, solo eso, pero en el camino sufrió un infarto. Ahora estamos aquí, en una sala de hospital esperando a que alguien nos diga el estado de mi padre, pero nadie nos mira, nadie nos informa. —Dios... que papá esté bien— le susurro a mis manos, pues las tengo cubriendome la cara. No quiero que me vean llorar, pues ya he llorado lo suficiente desde que me enteré de la fatídica noticia. —Papá debe de estar bien... estará bien— suplico en voz baja. Ojalá que dios, el destino o lo que sea, escuche mis plegarias y mire mis lágrimas y también, que sientan mi corazón. Está roto, duele y punza con un demonio. —Dios... si
HANNAH Unas semanas antes de viajar a Los Ángeles a conocer a Max.¿Cómo carajos le dices a tu novio que debes de dejarlo para casarte con otro hombre? Como se supone que puedes decirle algo como eso a alguien que amas, que te ama, que se quiere casar contigo o bueno, eso es lo que dice él...Ahora mismo estoy en su casa, él llega después de las dos de la tarde del trabajo. Apenas son la una y media, y bueno, me 3estoy muriendo de los nervios y del miedo, pues ¿qué va a pasar? Leo me va a odiar, él no entenderá de razones y por supuesto que no quiero hacerle daño. Lo amo demasiado como para hacerle daño al pequeño y honesto amor de mi vida. Me recuesto en el sillón a sollozar un momento, pues no quiero decirle nada, quiero qudarme con él, pero las circunstancias no me lo permiten. Papá tuvo el infarto gracias a que si para al menos a final de año no tiene reunida la cantidad de dinero que debe de pagar al banco, pues ha pedido no uno, sino cuatro préstamos a distintos bancos y finan
HANNAH Unas semanas antes de viajar a Los Ángeles a conocer a Max.Me quedo con los ojos cerrados imaginandome las peores escenarios posibles. Voy desde un Leo violento que por supuesto es improbable por el solo hecho de que él no suele ser violento con nada ni con nadie, de hecho detesta el boxeo. Sé que detrás de ese odio hay una razón muy triste, pues él y su madre fueron abandonados por su padre cuando él era pequeño. Por naturaleza, su madre empezó a salir con varios hombres antes de que por fin pudiera encontrar un buen hombre que la respetara y la aceptara con todo y niño. Alguan vez me dijo, no cuando éramos niños, sino cuando ya eramos éramos adolescentes y la mamá de Leo ya había encontrado al ser que la cuidaría y le daría mucho amor. Me contó con mucha rabia que los peores recuerdos de su niñez era verse huyendo de su casa al taller de su abuelo porque el novio de su mamá se ponía violento. Tiraba todo a su paso, incluso a ella y todo porque no había comida para él, pues