— Necesito recoger mis cosas, Estefanía. Apartarte de mi camino.— Grité molesta.— ¡No! No te dejaré entrar. Quién sabe qué cosas podrías intentar robar.— Ella eleva el tono de voz provocando que los empleados centren su mirada en mí.— ¡No me ofendas, Estefanía! Sabes perfectamente que tú estás detrás de toda esta farsa.Ignoré por completo a la mujer que bloqueaba mi camino y, con firmeza, la aparté de mi camino. Al entrar en la oficina, me sumergí en la tarea de recoger mis pertenencias. Cargué una caja con mi computadora, algunas carpetas y, por supuesto, la fotografía de Maximiliano que había dejado allí.Al salir de la oficina, me topé con Violetta, que acababa de llegar. Su presencia me tomó por sorpresa, y una mezcla de emociones se apoderó de mí.— ¡Alicia, por favor, quédate! Sé que no tuviste nada que ver con el plagio. Te conozco, hablaré con Harry de inmediato para aclarar todo.— Me suplica Violetta.— No, Violeta. Ya no tengo nada que hacer aquí. Desconfiaron de mí, y no
Harry Chrysler.Estoy realmente molesto por lo que está pasando. Alicia se pasó de la raya metiéndose en mi vida, y ahora me siento débil por haber permitido que eso sucediera. Y aquí estoy, enfrentándome a Violetta, quien no para de llorar y reprocharme por lo que hice. No puedo soportar su presencia en este momento, es como si su tristeza y enojo me atravesaran. — ¿Por qué tuviste que meterte con mi mejor amiga, Harry? De todas las mujeres en el mundo, ¿por qué ella?— Me reclama Violetta, convertida en un mar de lágrimas.— Bueno, Violetta, simplemente estaba buena.— Le respondí con simpleza.— ¡Eres un cínico!— Espeta Violetta.— No seas ingenua, Violetta. Tú sabías perfectamente que nuestro matrimonio es un arreglo. Yo nunca te juré amor.— Expliqué.— Pensé que podrías enamorarte de mí, Harry. Yo te amo.— Confiesa con tristeza.— Pero yo a ti no, y jamás lo haré. Si quieres poner fin a este matrimonio, hagámoslo.— Propuse con frialdad.— ¡Todo es culpa de Alicia! Por su culpa me
Raúl Hoffman.No puedo creer lo que acaba de pasar. Rodrigo, mi hermano menor, simplemente se ha superado en idiotez esta vez. Definitivamente, es un imbécil. Parece que lo único que le interesa son las mujeres y malgastar nuestro dinero.Hace algunos años mi padre falleció, dejándome a mí prácticamente como el cabeza de familia. Tengo que ocuparme no solo de mis hermanos menores y mi madre, sino también de mi propio hijo. No ha sido fácil lidiar con todas estas responsabilidades, y ahora, sumado a mis preocupaciones, Rodrigo comete estupideces como plagiar, y no a cualquier persona, sino a Harry Chrysler.Ese hombre solamente significa dolor de cabeza.Me siento frustrado y enojado. ¿Cómo puede ser tan irresponsable? No solo está poniendo en riesgo su propio futuro, sino también el de toda la familia y el prestigio de nuestra empresa. — ¿Qué demonios pensabas, Rodrigo? ¿Plagiar a Harry Chrysler? Eres un completo imbécil. — Le recriminé con frustración.— ¡Hey, tranquilo! Chrysler es
Alicia Montero.Con firmeza, decidí hacer lo que debía desde que regresé al país: enfrentarme a la situación y dirigirme a la oficina del señor Chrysler.Para mi suerte, Harry no estaba allí en ese momento. Estaba tan exhausta que, si me hubiera preguntado qué hacía visitando a su padre, habría respondido con la verdad.Para mi sorpresa, cuando le dije a la recepcionista quién era yo y que deseaba verlo, ella me anunció de inmediato y él pidió que pasara. La sensación de ansiedad se mezclaba con la incertidumbre sobre lo que me esperaba en esa reunión.— Si ha venido a suplicar su empleo de regreso, pierde su tiempo, señorita Montero. — Afirma Liam con frialdad, observándome con desdén.— No he venido a suplicar, señor. Sé perfectamente que usted está detrás del plagio. — Respondí con firmeza, manteniendo la mirada firme.— Señorita Montero, no me subestime. Si yo deseara eliminarla, ya usted no estaría respirando y no recurriría a recursos tan infantiles. — Advierte Liam con una sonr
— ¿Tiene algún consejo para mí antes de entrar?— Inquerí preocupada.— Sí, por supuesto. Mirelo a los ojos, demuestre confianza en sí misma. Evite tartamudear, sea precisa en sus respuestas. Y por favor, no llore. Eso lo irrita mucho.Caminé con firmeza hacia la oficina y, al entrar, me encontré con un hombre alto de cabello rubio dorado y unos ojos verdes que parecían mirar directamente a través de mí. Su mirada era fría y penetrante, lo que aumentaba mi nerviosismo.Pero lo que realmente me asustaba no eran los antecedentes de Raúl Hoffman, sino el hecho de que ya lo conocía. Era el mismo hombre al cual le había vomitado encima sus zapatos en el bar. Reconocí los zapatos al instante, y una ola de preocupación me invadió. Solo esperaba con ansias que él no me recordara, aunque el recuerdo de aquel incidente seguía fresco en mi mente.— Buenos días, señor Hoffman.— Saludé extendiendo mi mano y él la tomó por un segundo después la apartó.— Buenos días. Por favor, siéntese, señorita
No podía creerlo cuando el teléfono sonó menos de doce horas después de mi desalentadora conversación con Raúl. La voz al otro lado me informó que estaba contratada y que debía ir a la empresa para firmar mi contrato. La alegría inundó cada fibra de mi ser. Este trabajo significaba mucho más que un simple ingreso; era la oportunidad de pagar mis deudas, de seguir pagando al detective y, sobre todo, de recuperar mi reputación y mi carrera.A la mañana siguiente, me vestí con mi mejor atuendo y me dirigí a la empresa con una sonrisa imposible de borrar. Al llegar, la misma recepcionista me saludó con amabilidad y me guió hacia mi nuevo lugar. Al ver mi escritorio vacío, comencé a colocar mis fotografías y objetos personales, sintiendo una sensación de pertenencia y esperanza renovada. Este era el comienzo de un nuevo capítulo en mi vida profesional, y estaba decidida a aprovechar al máximo esta oportunidad.— Muchas gracias por la oportunidad, licenciado. No sabe cuánto significa para m
Traté de disimular mis ojos llorosos con maquillaje y me esforcé por mantener la compostura mientras me preparaba para ir al trabajo. Solo faltaba un día para que se cumpliera la semana y sabía que necesitaba estar tranquila y concentrada para enfrentar el día. A pesar de haber dado todo mi esfuerzo al trabajo, la sombra del señor Hoffman, mi jefe estricto, aún pendía sobre mí. No estaba segura de si lograría mantener mi empleo. Todo parecía depender de la suerte en este momento.Mis pensamientos se dispersaron cuando sentí la presencia del señor Rodrigo Hoffman acercándose. Era difícil no notarlo: alto, con una mirada penetrante y cabello rubio, aunque sus ojos, a diferencia de los de Raúl, eran de un profundo color café. — Mucho gusto, Alicia. Definitivamente, mi hermano tiene un excelente gusto.— Expresa Rodrigo mientras me mira de arriba a abajo.— Mucho gusto, señor.—A mí llámame Rodrigo, no soy tan antipático como Raúl. ¿Nos hemos visto antes, muñeca?— ¿Qué? ¡Es la primera ve
— ¿Tú me dirás que juegue con el play station como las otras niñeras?— Pregunta en un tono serio.No sé porque presiento que las demás únicamente dejaban al pequeño frente a una pantalla para no lidear con él. Sin embargo, yo deseo conocerlo y saber que le gusta.— No, no sabía que tenías ese aparato. Podemos jugar afuera, el día está hermoso. ¿Qué dices?— Propuse.— No quiero jugar afuera, ¡es aburrido!— Resopla Damon.— Bueno, ¿qué te parece si jugamos a algo divertido? Podemos correr, jugar a la pelota o explorar juntos. Seguro que lo pasaremos genial. Además no conozco el departamento.— No sé...— Expresa dudoso Damon.— Vamos, te prometo que será divertido. ¿O te quedarás encerrado todo el día en tu habitación?..Finalmente, logré convencer a Damon y ambos nos dirigimos al jardín. El departamento era tan grande que tenía su propio espacio al aire libre. Coloqué una pequeña manta en el suelo y allí colocamos los juguetes de dinosaurios de Damon, así como algunos colores y libros d