La respuesta de Irlanda fue negativa, los arqueros por órdenes superiores lanzaron las flechas a quemarropa, vientos de soldados de infantería españoles cayeron abatidos, el general romano al ver el ataque de los irlandeses contratacó con los arqueros búlgaros.

 Fue el momento donde la guerra se tornó agresiva por ambos bandos, los jinetes chocaban las espadas montado en los caballos, la resistencia de los irlandeses fue tenaz, los aldeanos con palos y hachas se abalanzaron sobre los escuderos romanos, sin embargo, la caballería española-romana lograron vencer a sus oponentes atacando de inmediato a los aldeanos, ellos al verse desesperados salieron huyendo.

El campo de batalla se tiñó de sangre, miles de miles de irlandeses entre civiles y el ejército quedaron tendidos en el suelo. Un poco más de 6.000 españoles, búlgaros y romanos también perecieron.

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