CATHERINE.

Las cosas sucedieron tan rápido que me quedé sin palabras. Incluso pensé que estaba en trance o tal vez me había quedado dormida, estos dos días parecían completamente irreales. Ver a Lucían atento y preocupado por mí era más de lo que jamás podría haber soñado. Una vez que me casé con él pensé que con el tiempo se daría cuenta de que me quería y que valdría la pena esperar. Pero esto era demasiado bueno para ser cierto y, sin embargo, era una realidad. La alegría me invadió sin que me diera cuenta.

Pero mi felicidad duró poco cuando un fuerte dolor apretó mi estómago. Antes de que pudiera mirar al hombre que estaba sentado a mi lado, un intenso dolor se apoderó de mí.

Comenzó como un dolor agudo en la base de la columna y se extendió gradualmente hacia las caderas y el estómago. Las contracciones eran soportables normalmente, pero a medida que el dolor continúa asaltándome, se intensificaron hasta casi partir mi cordura en dos. Mi matriz comenzó a apretarse y luego se relaj