Después de salir del hospital, Samuel se dirigió directamente a casa de Milena. Su manager lo siguió, preocupado de que pudiera hacer algo ilegal.

—¿Y ahora qué te pasa? Ay, mi niño, ¿por qué decidí representarte? —se lamentaba.

Milena no había visto a Samuel desde hacía tiempo, más específicamente desde su última hospitalización.

Samuel la había estado evitando constantemente.

Ahora que ella estaba vetada de la industria, necesitaba desesperadamente un trampolín para recuperar su fama.

Sin duda, Samuel era el candidato perfecto para sus propósitos.

Cuando Samuel llegó, ella se había arreglado meticulosamente, con su mejor ropa y maquillaje.

—Samuel, por fin viniste —lo recibió coqueta.

Él la ignoró por completo y le exigió su teléfono.

Comenzó a revisar la conversación entre Milena y yo, enfureciéndose cada vez más hasta que sus manos temblaban de rabia.

Aguantando las náuseas, continuó revisando.

Al llegar a las fotos, su expresión se tornó grave.

Le propinó una bofetada y la obligó