No sé cómo regresó a su casa. En ese momento sonó su teléfono - era Milena otra vez llamándolo. Esta vez, Samuel decidió no contestar.

De repente, como si hubiera recordado algo importante, se dirigió tambaleante hacia mi empresa. Como era un lugar que frecuentaba regularmente, los guardias de seguridad lo dejaron pasar sin cuestionarlo.

Se apresuró directamente a la oficina del director, entrando abruptamente:

—Olga, ahora entiendo que todos me estaban mintiendo —exclamó alterado.

El nuevo director lo miró desconcertado.

—¿No sabías que la señorita Ramos renunció hace bastante tiempo?

—¿A dónde se fue? —preguntó Samuel ansioso.

El director estaba a punto de responder cuando recibió una notificación:

—Han llegado las cenizas de la señorita.

Ante esto, el nuevo director se vio obligado a llamar a seguridad para que retiraran a Samuel del lugar. Esa misma noche, la empresa hizo público el anuncio de mi fallecimiento.

Mi mejor amiga, que sabía que yo había regresado, se resistía a despren