IsabelaTres años más tarde Sergio está cobijado con su hija frente a la ventana mientras miran a las vacas desde a lo lejos. Isadora, nuestra hija, la cual a partir de hoy, detesta a las nubes, porque de toda la conversación que tuvimos sobre no ir a fuera el día de hoy, ella solo entendió que no salió de casa por culpa de las nubes. —Mami —dice y me señala la silla. —¿Dónde está Truty? —Con su mami. —¿Y Lovey?—Con su mami, todos tus primitos están con la tía Mily. —Jumm. —responde. —¿Y Lu? —Lucrecia, está con la tía Pri. —Seguro que están muy aburridos. —¿Estás aburrida en un paseo con mamá y papá? —pregunta Sergio y le hace cosquillas, ella se ríe y le acaricia el rostro, me mira y lo mira un par de segundos antes de cubrirse el rostro y asentir. —Pues no, aquí hay que hacer cosas, en esta familia. Sergio se baja del sillón y va en busca de unas ollas, le miro seria y horrorizada y él vuelve a poner las ollas, porque si mi hija y mi esposo van a jugar tambor yo ocupo est
Sergio Mis primeros días de trabajo han sido agotadores, es impresionante todo lo que hay que aprender en la presidencia y todo lo que hay que conocer a tu equipo, nos envía ocho días por el país para conocer alcaldes, conocer a los pueblos y presentarme como nuevo presidente y conocer las debilidades de cada sector. Hay gente demasiado trabajadora, gente que trabaja muchísimo y me entregaron reportes y propuestas, eso me gustó, así como disfrutar del calor de la gente que nos recibió con alegría y amor, pero, me sentí solo, isabela decidió quedarse en casa con la niña porque siete días viendo gente no es exactamente la actividad favorita de mi hija. Isi ama a Cash, pero es miniOlivia. Veo una fotografía de mi hija con mi esposa, Isabela cargándole mientras ríe y disfruto de la combinación tan mágica que creamos nosotros dos. Isadora tiene el cabello rubio, pero tirando un poco al rojo de su tía y su abuela, unos ojos azules grandes, la sonrisa de su madre y suelta unas carcajadas
Isabela A la mañana siguiente, Isadora y yo nos ponemos nuestros albornos temprano, vamos a la cocina y el chef nos informa que hay un banquete para nosotras en el salón de la casa. Isidora ve al hombre y me toma de la mano, se cubre hasta el cuello y le da una de sus miradas de pánico que lleva en el rostro últimamente. La cargo y el chef nos acompaña personalmente al comedor principal, la mesa está llena de alimentos, frutas, diferentes estilos de huevos, demasiado pan, estilos de arepas, pastelillos y galletas, café en tres estilos, y veo al chef, el cual está sonriendo por la gracia producida.Yo intento ocultar el pánico en mi voz y la asistente encargada de la casa me pregunta si me gusta el banquete de desayuno.—Claro. —Señora, les llama el presidente. —Después le llamo, dígale, que hablamos luego. —Ella asiente y va hacia la habitación contigua. —Le agradezco por el desayuno, creo que no necesitamos un banquete. —Lo sé, pero los primeros días son difíciles. —Puede comp
Sergio Los periódicos tienen declaraciones de mi esposa escritas en todas partes, fotos de mi hija en medio de sus berrinches de sueño, cosa que la gente no sabe, porque no son papás de Isi y todo muy sacado de contexto, en otras opiniones yo soy un papá ausente. Esta noche decido regresar a casa porque después de gritarle a mi esposa y enviarle un montón de regalos a los que no respondió, lo único que he sabido de ella ha sido de boca de mi hermana y ella no siquiera me gritó, dijo: Sergio, Isabela no va a contestarte el teléfono. Milena finalizó la llamada e intenté pedirle a mi mamá que le diera una vuelta a mi esposa y ella me preguntó cuál de los dos debería estar disculpándose y cuidado de su familia. Aterrizo en el jardín presidencial y camino en busca de la Isa’s, pero ninguna responde. El chef en su lugar se acerca a mí y me saluda. —Señor presidente. Quiero que le aclare las reglas a la primera dama, si requieren de menús especiales los seguiré, sin embargo, no me parece
Sergio Los periódicos tienen declaraciones de mi esposa escritas en todas partes, fotos de mi hija en medio de sus berrinches de sueño, cosa que la gente no sabe, porque no son papás de Isi y todo muy sacado de contexto, en otras opiniones yo soy un papá ausente. Esta noche decido regresar a casa porque después de gritarle a mi esposa y enviarle un montón de regalos a los que no respondió, lo único que he sabido de ella ha sido de boca de mi hermana y ella no siquiera me gritó, dijo: Sergio, Isabela no va a contestarte el teléfono. Milena finalizó la llamada e intenté pedirle a mi mamá que le diera una vuelta a mi esposa y ella me preguntó cuál de los dos debería estar disculpándose y cuidado de su familia. Aterrizo en el jardín presidencial y camino en busca de la Isa’s, pero ninguna responde. El chef en su lugar se acerca a mí y me saluda. —Señor presidente. Quiero que le aclare las reglas a la primera dama, si requieren de menús especiales los seguiré, sin embargo, no me parece
Sergio Nos dividimos entre grupos, Isabela se une a un grupo de policías para revisar los restos del navío, el capitán dirige otro grupo de rescate y yo el tercero, además dejamos policías y bomberos en el agua, por su hay alguien a quien se le pueda salvar la vida, por el momento hay un grupo de ambulancias. —No hagas nada estúpido. —Tú tampoco—me pide mi esposa antes de subir a su lancha, en menos de quince minutos estamos rodeando el lugar del accidente. Todos nos lanzamos al agua tan pronto como es posible. Nadamos hacia un contenedor, recibo ayuda para abrirlo y me desespero, el tanque tiene 45- 50 minutos y abrir bajo el agua, estos contenedores sellados con una lámina de hierro fundido y un a especie de tuerca es impresionantemente difícil. Salgo del agua y me intento comunicar con Isabela, quien no responde, así como nadie de su equipo, me informan que en el segundo contenedor se encontraban adultos mayores y les pido ayuda a los de ese equipo para abrir el nuestro, mientr
IsabelaDespués de resolver la crisis “parcialmente”, Sergio regresa por su gira en el país, yo me quedo con mi hija en la casa que parece no gustarle, es una locura, todos los cambios, pero todas las mamás que conozco parecen de acuerdo con mi papá; si me pongo a elegir nada saldrá así que emociono por ella y acepto, un poco reticente pero lo hago. En la tarde, cuando es su hora de jugar, la veo un poco decaída, le pregunto si le pasó algo, si el ensayo está fuerte y niegas con la cabeza. —¿Entonces, me quieres contar?—Podemos dormir en casa. —No, mi amor, esta es nuestra nueva casa por un tiempo, ¿qué puedo hacer para que estés cómoda?—Nada. Me quedo ens ilencio pensando qué puedo hacer para sobornar a la señorita Caine y ella me mira mientras juega con sus dedos, y sonrío y propongo: —¿Vamos de shopping?—No, ¿quieres jugar conmigo?Jugar con Isadora es divertidísimo, de verdad, pero no tengo la misma energía. Le propongo ir a comprar unos juguetes para los niños que están
Isabela Quedo inconsciente un par de minutos, al menos eso me dice el guarda de seguridad que pasa alcohol por mi nariz y me pregunta mi nombre y la fecha, mi último recuerdo, yo veo las lágrimas desbordarse por las mejillas de mi hija y recuerdo de inmediato lo que ha pasado. Escucho su llanto y a los policías que habían llegado a la escena. —Yo estoy bien, mami está bien. Mira, Isi no hay que llorar, mami está bien. —Mami, tienes sangre—dice en medio de sollozos y yo la abrazo para intentar tranquilizarla. El equipo médico se acerca a mí, dos jóvenes me suben a una camilla—Ya un doctor va a verme—Los paramédicos me advierten que no pueden atenderme con la niña encima y yo asiento, e intento explicarle a Isadora que para deja de sangrar necesitan atenderme en el hospital y vamos a viajar en la ambulancia. Ella mira a los adultos a su alrededor y tras unas palabras de mi jefe de seguridad a quien conoce desde el día uno de su vida, acepta que la cargue y la lleve junto a él en la