Habían perdido demasiados días intentando sonsacar información a la familia del Alfa Graeme, y Philip comenzaba a sentirse impaciente. Ninguno de ellos había aportado información de valor, aún cuando en el pueblo habían visto como Lilith dirigía a varios criados, mientras estos metían un bulto de tamaño considerable en un coche.Philip estaba seguro de que ese bulto era Becca, no le cabía duda, pero no tenía pruebas, y no quería que el Alfa descubriera que alguien había declarado en contra de su compañera.- Philip.- dijo Matt al otro lado de la mesa de su escritorio.- el Alfa Graeme agradece tu hospitalidad, pero dice que necesita partir de inmediato.- No voy a dejar que esas ratas salgan de esta casa sin haberme entregado a Becca.- Hemos enviado espías a su casa, y registrado cada centímetro de terreno de su propiedad, Becca no está allí, y no puedes impedir que se vayan.- Te aseguro que no permitiré que salgan de esta casa sin contar la verdad, estoy seguro de que la tienen rete
Matt sabía que aquello era un grave error. Llevaba a Alfa Graeme cogido del brazo, y mientras ál protestaba sin que el hombre lo escuchara, Matt pensaba en las consecuencias que aquello iba a traer.Aquel hombre era temido por todos aquellos a quienes gobernaba, y aunque habían hecho correr la voz de que estaba descansando en la casa del acantilado, Matt no creía que aquel rumor sirviera como salvaguarda durante mucho tiempo, pues estaba seguro de que un hombre como aquel tendría muchos compromisos a los que asistir, y en cuanto comenzara a faltar, saldrían en su búsqueda.Alfa Graeme tenía un gran ejército junto a él, y ellos en cambio, ¿qué tenían ellos? Un puñado de esclavos sin preparación militar. Si los soldados de aquel hombre llegaban a sus puertas, su única ventaja sería la ubicación de la casa, porque una vez hubieran penetrado la puerta, no habría nada que hacer…Claro que en el fondo a Matt no le sorprendía que Philip se hubiera vuelto lo suficientemente loco como para enf
Becca y su tío Munchen habían estado escondidos en la despensa de la casa con la que se habían topado en el camino. Se habían refugiado allí durante el tiempo suficiente como para escuchar el ir y venir de los criados, y a esas alturas ya sabían que aquellos eran los dominios de Alfa Graeme, y que no pasaba mucho por allí, porque al parecer esa era solo una resiencia secundaria en la que el maleado Alfa dejaba a sus prisioneros.Los criados no parecían tener muy buena opinión sobre él, aunque si que se veía que estaban atemorizados por la mano firme con la que trataba al personal cada vez que decidía ir por la casa.- Estoy preocupado, sobrina mía.- ¿Por qué, tío? Aquí estamos seguros.- dijo Becca contemplando la enrome despensa que les servía de escondite.- hay alimento, agua, y calma, es lo que necesitas ahora mismo para reponerte un poco de las graves lesiones que has sufrido en la cárcel en la que te han mantenido prisionero.Su tío la miró casi con pena, como si siguiera siend
La guerra había comenzado. No había otra forma de describirlo, y aunque no quería reconocerlo, Philip tenía miedo.Desde hacía varias horas, un centenar de muchachos mal vestidos y con caras poco amables estaban intentando penetrar las defensas de su modesta casa en el acantilado.Matt lo había mirado con cierta soberbia, como si deseara comentar que se lo había advertido, que le había hecho saber que él era muy pequeñ en comparación con ese enorme lobo que aún permanecía encerrado en una de sus habitaciones interiores.Los ataques a los que se habían enfrentado habían sido desordenados, más intentos de acceder por la fuerza, que intentos razonablemente pensados. Pero eso no importaba para Philip, porque era consciente de que tarde o temprano sus menguadas fuerzas cederían, y una marea de campesinos arrasaría su casa, y su gente.Los hombres del pueblo se habían atrincherado con él, su hermana, y sus esclavos, y como recompensa, aquellos campesinos comandados por uno de los jefes de l
Matt observó como Philip caía rendido en la cama, y se sintió mal al ver como se dormía en pocos minutos. No era casual, él se había asegurado de que se durmiera diluyendo una buena cantidad de somníferos en su vaso de agua.No quería hacerle daño, ni tampoco dejarlo fuera de juego, él lo único que quería era que Philip descansara mientras él intentaba ayudarlo a salir del embrollo en el que se había metido.Salió del cuarto de su amigo y cerró la puerta para evitar que pudieran molestarlo. Sabía que sería difícil despertarlo con la cantidad de somníferos ingerida, pero prefería no arriesgarse. Caminó a toda prisa al salón, dejó a uno de los criados de la casa Lobingston al mando de la situación, y él se encmainó deprisa al lugar en el que creía que estaba su solución.Al llegar abrió la puerta sin llamar, y encontró a los cuatro miembros que estaban provocando aquella guerra sentados en el suelo. Los chicos estaban dormidos, pero ni Alfa Graeme ni su compañera descansaban; de hecho l
- Oh, ¿es que no has escuchado nada? Mi hija también es la hija de un Beta, por supuesto, pretendía que ella y tu jefe se unieran.Matt supo en el momento que escuchó esas palabras que Philip nunca se uniría a aquella anodina muchacha que había acompañado a su madre en el viaje. Y si que tenían que estar desesperados para haberla llevado hasta la casa del enemigo como si fuera un sacrificio a ofrecer a Philip.La historia era extraña, llena de creencias en una leyenda del pasado, y poco creíble, pero nada de eso era importante… lo que si que lo era, era que en base a esa historia habían secuestrado a Becca, y ahora Matt sabía que aquella mujer nunca permitiría que volviera a sus vidas.Su sobrina era un riesgo en su vida, si seguía allí, su propia hija jamás conseguiría acercarse al Alfa, y hasta el Alfa Graeme creía que la leyenda se haría realidad.El problema era que si Alfa Graeme conseguía que Philip y su hijastra se unieran, entonces, podría mandar sobre la muchacha y obligar a
Becca había tardado más de lo esperado en reunir al ejército de desencantados que la acompañaba. Eran todos aquellos que habían sido maltratados a manos de Alfa Graeme, y que estaban cansados de bajar la cabeza. Ahora al fin tenían una excusa para oponerse a él, para derrocarlo, y Becca había sabido convencerlos para que apoyaran su causa.Iban junto a Munchen, contándole todo lo que habían pasado a manos de aquel mal hombre, que los había gobernado injustamente, y que nunca se había molestado en preguntarles por sus necesidades.Tuvieron que viajar más lento de lo esperado, ya que muchos de ellos ni siquiera tenían vehículos propios, y en cada lugar en el que paraban iban hablando con la gente, explicándoles cual era su objetivo, y muchos querían unirse a su plan.Tardaron más de lo esperado en llegar, pero cuando lo hicieron, Becca se dio cuenta de que lo habían hecho en el momento justo. Una inmensa oleada de campesinos reclutados por los hombres más poderosos de Alfa Graeme intent
Philip miró al lugar hacia el que se giraban todas las miradas, y pronto descubrió lo que había pasmado a todos los que estaban entre aquellas paredes. Becca.La observó ensimismado, como si la chica lo hubiera hipnotizado. Le parecía casi irreal volver a verla allí de pie, observándolo todo, y con los ojos clavados en él.De pronto, soltó las manos de la muchacha a la que aquella noche iba a unirse por el juramento de la Diosa de la Luna, y corrió hasta donde se encontraba Becca.Ella estaba muy quieta, como si no entendiera lo que sucedía, y cuando Philip llegó hasta donde se encontraba y trató de abrazarla, dio un paso hacia atrás y lo contempló con expresión dolida.- ¿Estás celebrando una ceremonia de apareamiento? - Becca, deja que te lo explique, no es lo que crees.- ¿Es o no una ceremonia de apareamiento?- Lo es, pero déjame…Becca se dio la vuelta sin querer escuchar nada más, y Philip sintió como su corazón se partía en mil pedazos al observar la expresión de dolor de la