La guerra había comenzado. No había otra forma de describirlo, y aunque no quería reconocerlo, Philip tenía miedo.Desde hacía varias horas, un centenar de muchachos mal vestidos y con caras poco amables estaban intentando penetrar las defensas de su modesta casa en el acantilado.Matt lo había mirado con cierta soberbia, como si deseara comentar que se lo había advertido, que le había hecho saber que él era muy pequeñ en comparación con ese enorme lobo que aún permanecía encerrado en una de sus habitaciones interiores.Los ataques a los que se habían enfrentado habían sido desordenados, más intentos de acceder por la fuerza, que intentos razonablemente pensados. Pero eso no importaba para Philip, porque era consciente de que tarde o temprano sus menguadas fuerzas cederían, y una marea de campesinos arrasaría su casa, y su gente.Los hombres del pueblo se habían atrincherado con él, su hermana, y sus esclavos, y como recompensa, aquellos campesinos comandados por uno de los jefes de l
Matt observó como Philip caía rendido en la cama, y se sintió mal al ver como se dormía en pocos minutos. No era casual, él se había asegurado de que se durmiera diluyendo una buena cantidad de somníferos en su vaso de agua.No quería hacerle daño, ni tampoco dejarlo fuera de juego, él lo único que quería era que Philip descansara mientras él intentaba ayudarlo a salir del embrollo en el que se había metido.Salió del cuarto de su amigo y cerró la puerta para evitar que pudieran molestarlo. Sabía que sería difícil despertarlo con la cantidad de somníferos ingerida, pero prefería no arriesgarse. Caminó a toda prisa al salón, dejó a uno de los criados de la casa Lobingston al mando de la situación, y él se encmainó deprisa al lugar en el que creía que estaba su solución.Al llegar abrió la puerta sin llamar, y encontró a los cuatro miembros que estaban provocando aquella guerra sentados en el suelo. Los chicos estaban dormidos, pero ni Alfa Graeme ni su compañera descansaban; de hecho l
- Oh, ¿es que no has escuchado nada? Mi hija también es la hija de un Beta, por supuesto, pretendía que ella y tu jefe se unieran.Matt supo en el momento que escuchó esas palabras que Philip nunca se uniría a aquella anodina muchacha que había acompañado a su madre en el viaje. Y si que tenían que estar desesperados para haberla llevado hasta la casa del enemigo como si fuera un sacrificio a ofrecer a Philip.La historia era extraña, llena de creencias en una leyenda del pasado, y poco creíble, pero nada de eso era importante… lo que si que lo era, era que en base a esa historia habían secuestrado a Becca, y ahora Matt sabía que aquella mujer nunca permitiría que volviera a sus vidas.Su sobrina era un riesgo en su vida, si seguía allí, su propia hija jamás conseguiría acercarse al Alfa, y hasta el Alfa Graeme creía que la leyenda se haría realidad.El problema era que si Alfa Graeme conseguía que Philip y su hijastra se unieran, entonces, podría mandar sobre la muchacha y obligar a
Becca había tardado más de lo esperado en reunir al ejército de desencantados que la acompañaba. Eran todos aquellos que habían sido maltratados a manos de Alfa Graeme, y que estaban cansados de bajar la cabeza. Ahora al fin tenían una excusa para oponerse a él, para derrocarlo, y Becca había sabido convencerlos para que apoyaran su causa.Iban junto a Munchen, contándole todo lo que habían pasado a manos de aquel mal hombre, que los había gobernado injustamente, y que nunca se había molestado en preguntarles por sus necesidades.Tuvieron que viajar más lento de lo esperado, ya que muchos de ellos ni siquiera tenían vehículos propios, y en cada lugar en el que paraban iban hablando con la gente, explicándoles cual era su objetivo, y muchos querían unirse a su plan.Tardaron más de lo esperado en llegar, pero cuando lo hicieron, Becca se dio cuenta de que lo habían hecho en el momento justo. Una inmensa oleada de campesinos reclutados por los hombres más poderosos de Alfa Graeme intent
Philip miró al lugar hacia el que se giraban todas las miradas, y pronto descubrió lo que había pasmado a todos los que estaban entre aquellas paredes. Becca.La observó ensimismado, como si la chica lo hubiera hipnotizado. Le parecía casi irreal volver a verla allí de pie, observándolo todo, y con los ojos clavados en él.De pronto, soltó las manos de la muchacha a la que aquella noche iba a unirse por el juramento de la Diosa de la Luna, y corrió hasta donde se encontraba Becca.Ella estaba muy quieta, como si no entendiera lo que sucedía, y cuando Philip llegó hasta donde se encontraba y trató de abrazarla, dio un paso hacia atrás y lo contempló con expresión dolida.- ¿Estás celebrando una ceremonia de apareamiento? - Becca, deja que te lo explique, no es lo que crees.- ¿Es o no una ceremonia de apareamiento?- Lo es, pero déjame…Becca se dio la vuelta sin querer escuchar nada más, y Philip sintió como su corazón se partía en mil pedazos al observar la expresión de dolor de la
Becca se sentía fuera de lugar allí, no entendía nada, y no quería preguntar, porque en cierto modo sentía que aquel lugar que había considerado su casa ya no lo era más. Philip la había traicionado, y al parecer Matt, al que consideraba un amigo, había actuado del mismo modo.Esperó quieta como una estatua el regreso de Philip, y mientras se dio cuenta de las miradas que generaba entre todos aquellos que permanecían reunidos en el salón.Algunos la miraban con lástima, como si verdaderamente se sintieran apenados por su situación; en cambio, su tía, sus primos y el que ahora era su nuevo padre, la observaban con el odio grabado en las pupilas, como si les acabara de robar el futuro.A Becca le resultó gracioso aquello, porque había sido su tía muchos años atrás, la que había sellado su destino al condenarla a ser una esclava el resto de su vida. La había odiado tanto como para dejar que un asqueroso comerciante se la llevara, sin saber lo que haría con ella, y la había dejado a su su
Becca se quedó quieta en su sitio, presa de la conmoción. Si, era cierto que su prima había sido mala con ella durante toda su vida, y bien podría haberse alegrado, pero no era así. El corazón de Becca era puro, y aquella horrible escena, la conmocionó.Vio como su tía se lanzaba en dirección al lugar en el que acababa de caer la muchacha, y los estridentes gritos que salieron de su garganta, se quedaron clavados en su interior. Su prima estaba muerta, no hacía falta tener conocimientos médicos para ver la forma en que sus ojos miraban sin expresión la sala. Pero su tía parecía reacia a aceptarlo, e intentaba taponar la herida que se habia abierto en el abdomen de su joven hija.- ¡AYUDADME! ¡AYUDADME!- gritaba desesperada, pero nadie se atrevía a decirle que no había nada que pudieran hacer por la vida de aquella pobre infeliz.Philip agarró a Becca de la mano, y la lanzó suavemente en dirección a Matt, que ya habia comenzado a moverse.- ¿Qué haces, Philip?- Ésto se va a poner feo,
Becca se despertó sola, en la enorme cama del Alfa de la manada, y sintió un frío helador cuando abandonó las sábanas. Debía de ser muy pronto, porque ni siquiera habían encendido el fuego en la chimenea, como hacían habitualmente.Miró por la ventana el mar embravecido, y se vistió como cada mañana, sin prestar atención a lo que se ponía, simplemente deseosa de salir cuanto antes de la habitación, para podr pasar el mayor número de horas posibles con Philip.Caminó rápidamente hasta la cocina, y allí se encontró con varias criadas que cuchicheaban, y que se quedaron tan blancas como la cera al verla entrar. Becca no había escuchado mucho de lo que decían, pero una palabra había sido clara: Philip.Hablaban de Philip, eso estaba claro, y se habían quedado casi horrorizadas al verla aparecer por allí.- ¿De que hablabais?- preguntó Becca tentando mantener la voz inalterable.- De nada, señora.- respondió una de ellas con la cabeza gacha, y la mirada pegada al suelo.- eran solo tontería