Él entrecerró sus ojos mirándome y yo encogí mis doloridos hombros ante él.

"Los que se alimentan de sangre. Eso es todo lo que necesitas saber".

Por la manera en que apenas me hablaba de ellos me daba la impresión de que no quería conocerlos de todos modos.

Moviéndome un poco sobre la cama, Alfa Dane presionó un botón y toda la cama comenzó a moverse, empujando mi espalda hacia arriba hasta que quedé sentada, mirándolo. Tenía una expresión seria, los labios un poco fruncidos y una pequeña arruga en la frente.

"Tienes que avisarme cuando sientas que algo no va bien".

"Yo... Pensé que solo estaba muy, muy cansada. Mi cabeza se sentía un poco mareada, aún sigue así".

Él se inclina sobre mí, colocando sus puños sobre la cama, a unos centímetros de cada lado de mis caderas. Su cara está cerca, su olor es extremadamente penetrante.

"No puedo perderte". Murmura en voz baja. "No te perderé".

Sus ojos carmesí se clavan en los míos. Mis muslos se aprietan involuntariamente mientras lo m