Estoy solo en mi oficina, con un vaso de alcohol en mis manos. La ingiero en un solo trago, quemando de esa forma la garganta, sin embargo, no importa, pues me gusta, es lo único que me mantiene cuerdo en estos momentos. Que ironico, el alcohol manteniendo mi calma, cuando en estos momentos solo quiero romper todo a mi paso.
Intento trabajar, pero la cabeza solo se encuentra dando vueltas buscando una solución. Mi pequeña ya se ha marchado y estoy seguro que en estos momentos se encuentra en la casa preparando las cosas que utilizare mañana para estar como todos los días. Impecable.Son las once de la noche, casi media noche y yo aquí, postrado en la silla de mi oficina, envuelto en la oscuridad observando el paisaje imponente que brinda la ciudad. Las luces chispeantes lo hacen dar vida.He llamado a Fionna, para verificar que Betsabe ya no se enuentre en la casa, y efectivamente ya no esta, sin embargo, me lleno de impotencBet ingresa a la oficina, decidida a entablar una conversación que no se como afrontarla para ser sincero.-Necesito que hablemos. – y entiendo perfectamente. Ella se acerca a mi escritorio y deja su teléfono móvil. Cierro mis ojos al darme cuenta de lo que viene después. – Con que desasiéndote de todos mis pretendientes. – inquiere mientras camina hacia el ventanal con vista a la ciudad. – Es una muy hermosa vista. – afirma.-Lo es. – respondo, viéndola allí, con ese cuerpo bien formado. Imaginar que mis manos la recorrieron. -A veces me acuesto en la cama y miro el techo, no sabia lo que sentía exactamente, pero ahora no quiero sentirlo. – murmura, intento acercarme, ella me mira y se me parte el alma al verla con los ojos lagrimosos por mi culpa, vuelve la vista a la ciudad. – Pensamos que somos especiales para alguien, hasta que te das cuenta que trata igual a todas cuando quiere algo; no obstante, a mi me gusta la exclusividad. No quiero algo que pueda tener cualquier
BETSABE LOMBARDO. Sentir dolor es poco con todo lo que he pasado en el corto lapso de mi vida. Las desilusiones están presente siempre, porque el error de una persona es creer que por el hecho de que das todo de ti recibirás lo mismo. Y no. No es así. Todos somos diferentes y pocos ven y valoran lo que brindas de corazón.Desde que lo vi por primera vez, caí rendida, y aunque muy pocas veces he demostrado mis sentimientos con los míos, especialmente con él, manteniendo el profesionalismo en primer plano, no lo pude ni puedo resistir y no porque me considere débil; mas bien, me sentía segura en sus brazos.Admito que es un hombre muy guapo, imponente en su andar, decidido y exageradamente arrogante, narcisista pero aun así, para mi era perfecto con esas imperfecciones. Digamos que era su toque.Atraía la mirada de las mujeres que no disimulaban el deseo de estar con él, tenía ese aire de depredador y yo me sentía pequeña, como un escudero detrás de él observando
Me encuentro en mi cubículo trabajando arduamente, ultimando detalles importantes para la fiesta del sábado, y agendando y ordenando las reuniones de Dorian. El sonido del elevador llama mi atención, y de el sale el amor de mi vida, tan guapo como siempre pero inservible igual que la mayoría.-A mi oficina. Ahora. – ordena, y por lo que veo esta de muy mal humor, y obedezco sin rechistar.Dos días mas y ya no lo veras. Dos días mas y ya no lo veras.Dos días mas y ya no lo veras.Me repito varias veces, mientras inhalo y exhalo para no estallar en contra de el. Me levanto y tomo el IPad y me dirijo a su oficina. Un ultimo respiro y doy dos toques leves a la puerta, una vez me da la autorización ingreso. Grande fue mi sorpresa, cuando me acorrala en la pared, ambas manos están en cada lado de mi cabeza.-Señor Russo. ¿Qué esta haciendo?-Quería estar cerca de mi mujer. – responde, acercando su cuerpo, mirándome fijamente.-No soy tu mujer. – digo, intentando
DORIAN RUSSOSentir de nuevo su piel, ver esos ojos verdes grisaseos me desarman por completo cada vez que se posan en mi, oir sus suspiros, sus gemidos me han hecho volver a la vida, así como temor. Temor de perderla.Soy consciente de que es muy arriesgado ocultarle la verdad; sin embargo, creo que es la mejor decisión que he tomado para mantener despitados a esos indeseados.Mi pequeña ha dejado en claro sus pautas, a pesar de estar enamorada no se quedara a ver como la destruyen; no obstante, le he dejado en claro que mis sentimientos son reales, sinceros, y que haría lo que sea por ella. Estos días alejados fueron de total calvario, la presión que sentía en el pecho era demasiado, imaginarme sin sus besos, sin caricias hacen que me sienta en un laberinto en medio de la nada. Perdido.Observo la oficina y el recuerdo de lo ocurrido horas atrás vienen a su mente. Una sonrisa involuntaria surca en mi
El sonido del celular y los golpes en la puerta me despertaron y alertaron, miro la hora y mi ceño se frunce al visualizar que son a penas las dos la madrugada. Como un resorte me levanto de la cama.-Hola. – respondo un poco tosco con la voz ronca mientras me dirijo a abrir la puerta.-Señor, la señorita Betsabe fue secuestrada. – todo se vuelve eco, miro a mi nana y la encuentro llorando, entonces eso significa que no es una pesadilla. -¿Dónde estas? – pregunto, frustrado, mientras me dirijo a cambiarme lo mas rápido posible. - ¿Necesito todos los detalles?-En el lugar del hecho, a cinco cuadras de su casa.-¿Sabes que? Deme los detalles cuando llego.Salgo a paso apresurado de mi habitación, enojado, desesperado y muy preocupado. Si escuchar a nadie me adentro a la camioneta, acelerando y con la velocidad máxima, sin importarme si recibiré alguna multa.
BETSABE LOMBARDO.Luego de terminar el trabajo en la empresa, acabar con la cena y de la charla placentera que tuve con mi gran amigo René, decidí que era suficiente, y mirando la hora observe que ya eran las doce de la media noche, lo que me hizo levantarme rápidamente.Acomodo todos los documentos, apago el computador y me dispongo a salir de la empresa con la compañía del hombre de confianza de Dorian. Sin mediar palabras, nos adentramos a la camioneta y emprendemos el viaje rumbo a mi casa para poder descansar al fin. Mientras nos movemos, el recuerdo de nuestro momento en su oficina ataca mi mente y no se porque motivo me siento avergonzada por pensar en eso con Rene de compañía, como si fuese posible que el leyera mi mente.Una sonrisa bobalicona surca de mis labios, misma sonrisa que se borra al sentir que somos impactados por algo que hace que ciertamente la camioneta en que estamos de vueltas, quedándonos de cabeza. Un grito desgarrado
- La misma querida. – dice, mientras se pone de pie, y se acerca a mirarme con asco. – Si que te ves mal, estoy segura que Dorian si llega a verte de este modo. – murmura, señalándome – te repudiaría. – lanza mordaz, con una sonrisa de satisfacción al verme en la situación en la me encuentro.Los recuerdos de anoche llegan a mi mente como ráfagas de viento antes de caer inconsciente, aquella voz y ese rostro.- ¿Diego y tú?- Así mismo pequeña arpía, el fue quien te trajo aquí, y yo ocasione el accidente que hizo que te rompas la pierna. – dice aquello, mientras presiona mi pierna y mi grito no puede ser mas desgarrador.- ¡Maldita! – susurro, apenas.- Te lo resumiré. Tu me estorbas en el camino para poder estar con mi Dodi, y quien mejor que tu mejor amigo del pasado. – sus palabras están llenas de odio, es
DORIAN RUSSO.Las horas pasan y yo cada vez siento estar al borde de la locura. No encontrarla me esta matando, no hay rastros de su paradero, y como lo habíamos intuido; el supuesto lugar solo era para despistarnos. Cierro con demasiada fuerza la puerta de la camioneta en el que me mantengo en movimiento. Ya perdí la cuenta de las veces que he revisado todas las cámaras de la zona, obteniendo el mismo resultado. . .nada.Alguien desactivo las cámaras continuas, dejando solo en funcionamiento la que muestra el accidente; es como si quisiera que veamos como la llevaban, como la golpeaban. Mi peque estaba muy mal herida, y era muy notable el dolor, por los gritos que, aunque no se oían, se sentían por los gestos. Estoy tratando de pensar de forma fría, no quiero involucrar mis sentimientos y cometer alguna estupidez. -No hay nada señor. – los hombres están tratando de l