BETSABE LOMBARDO.
Sentir dolor es poco con todo lo que he pasado en el corto lapso de mi vida. Las desilusiones están presente siempre, porque el error de una persona es creer que por el hecho de que das todo de ti recibirás lo mismo. Y no. No es así. Todos somos diferentes y pocos ven y valoran lo que brindas de corazón.Desde que lo vi por primera vez, caí rendida, y aunque muy pocas veces he demostrado mis sentimientos con los míos, especialmente con él, manteniendo el profesionalismo en primer plano, no lo pude ni puedo resistir y no porque me considere débil; mas bien, me sentía segura en sus brazos.Admito que es un hombre muy guapo, imponente en su andar, decidido y exageradamente arrogante, narcisista pero aun así, para mi era perfecto con esas imperfecciones. Digamos que era su toque.Atraía la mirada de las mujeres que no disimulaban el deseo de estar con él, tenía ese aire de depredador y yo me sentía pequeña, como un escudero detrás de él observandoMe encuentro en mi cubículo trabajando arduamente, ultimando detalles importantes para la fiesta del sábado, y agendando y ordenando las reuniones de Dorian. El sonido del elevador llama mi atención, y de el sale el amor de mi vida, tan guapo como siempre pero inservible igual que la mayoría.-A mi oficina. Ahora. – ordena, y por lo que veo esta de muy mal humor, y obedezco sin rechistar.Dos días mas y ya no lo veras. Dos días mas y ya no lo veras.Dos días mas y ya no lo veras.Me repito varias veces, mientras inhalo y exhalo para no estallar en contra de el. Me levanto y tomo el IPad y me dirijo a su oficina. Un ultimo respiro y doy dos toques leves a la puerta, una vez me da la autorización ingreso. Grande fue mi sorpresa, cuando me acorrala en la pared, ambas manos están en cada lado de mi cabeza.-Señor Russo. ¿Qué esta haciendo?-Quería estar cerca de mi mujer. – responde, acercando su cuerpo, mirándome fijamente.-No soy tu mujer. – digo, intentando
DORIAN RUSSOSentir de nuevo su piel, ver esos ojos verdes grisaseos me desarman por completo cada vez que se posan en mi, oir sus suspiros, sus gemidos me han hecho volver a la vida, así como temor. Temor de perderla.Soy consciente de que es muy arriesgado ocultarle la verdad; sin embargo, creo que es la mejor decisión que he tomado para mantener despitados a esos indeseados.Mi pequeña ha dejado en claro sus pautas, a pesar de estar enamorada no se quedara a ver como la destruyen; no obstante, le he dejado en claro que mis sentimientos son reales, sinceros, y que haría lo que sea por ella. Estos días alejados fueron de total calvario, la presión que sentía en el pecho era demasiado, imaginarme sin sus besos, sin caricias hacen que me sienta en un laberinto en medio de la nada. Perdido.Observo la oficina y el recuerdo de lo ocurrido horas atrás vienen a su mente. Una sonrisa involuntaria surca en mi
El sonido del celular y los golpes en la puerta me despertaron y alertaron, miro la hora y mi ceño se frunce al visualizar que son a penas las dos la madrugada. Como un resorte me levanto de la cama.-Hola. – respondo un poco tosco con la voz ronca mientras me dirijo a abrir la puerta.-Señor, la señorita Betsabe fue secuestrada. – todo se vuelve eco, miro a mi nana y la encuentro llorando, entonces eso significa que no es una pesadilla. -¿Dónde estas? – pregunto, frustrado, mientras me dirijo a cambiarme lo mas rápido posible. - ¿Necesito todos los detalles?-En el lugar del hecho, a cinco cuadras de su casa.-¿Sabes que? Deme los detalles cuando llego.Salgo a paso apresurado de mi habitación, enojado, desesperado y muy preocupado. Si escuchar a nadie me adentro a la camioneta, acelerando y con la velocidad máxima, sin importarme si recibiré alguna multa.
BETSABE LOMBARDO.Luego de terminar el trabajo en la empresa, acabar con la cena y de la charla placentera que tuve con mi gran amigo René, decidí que era suficiente, y mirando la hora observe que ya eran las doce de la media noche, lo que me hizo levantarme rápidamente.Acomodo todos los documentos, apago el computador y me dispongo a salir de la empresa con la compañía del hombre de confianza de Dorian. Sin mediar palabras, nos adentramos a la camioneta y emprendemos el viaje rumbo a mi casa para poder descansar al fin. Mientras nos movemos, el recuerdo de nuestro momento en su oficina ataca mi mente y no se porque motivo me siento avergonzada por pensar en eso con Rene de compañía, como si fuese posible que el leyera mi mente.Una sonrisa bobalicona surca de mis labios, misma sonrisa que se borra al sentir que somos impactados por algo que hace que ciertamente la camioneta en que estamos de vueltas, quedándonos de cabeza. Un grito desgarrado
- La misma querida. – dice, mientras se pone de pie, y se acerca a mirarme con asco. – Si que te ves mal, estoy segura que Dorian si llega a verte de este modo. – murmura, señalándome – te repudiaría. – lanza mordaz, con una sonrisa de satisfacción al verme en la situación en la me encuentro.Los recuerdos de anoche llegan a mi mente como ráfagas de viento antes de caer inconsciente, aquella voz y ese rostro.- ¿Diego y tú?- Así mismo pequeña arpía, el fue quien te trajo aquí, y yo ocasione el accidente que hizo que te rompas la pierna. – dice aquello, mientras presiona mi pierna y mi grito no puede ser mas desgarrador.- ¡Maldita! – susurro, apenas.- Te lo resumiré. Tu me estorbas en el camino para poder estar con mi Dodi, y quien mejor que tu mejor amigo del pasado. – sus palabras están llenas de odio, es
DORIAN RUSSO.Las horas pasan y yo cada vez siento estar al borde de la locura. No encontrarla me esta matando, no hay rastros de su paradero, y como lo habíamos intuido; el supuesto lugar solo era para despistarnos. Cierro con demasiada fuerza la puerta de la camioneta en el que me mantengo en movimiento. Ya perdí la cuenta de las veces que he revisado todas las cámaras de la zona, obteniendo el mismo resultado. . .nada.Alguien desactivo las cámaras continuas, dejando solo en funcionamiento la que muestra el accidente; es como si quisiera que veamos como la llevaban, como la golpeaban. Mi peque estaba muy mal herida, y era muy notable el dolor, por los gritos que, aunque no se oían, se sentían por los gestos. Estoy tratando de pensar de forma fría, no quiero involucrar mis sentimientos y cometer alguna estupidez. -No hay nada señor. – los hombres están tratando de l
A pasos apresurados ingreso al hospital, donde ya se encuentra el padre de Bet, su amiga Belén y un anciano, que nunca antes había visto. Pregunto por mi pequeña, sin embargo, las respuestas son nulas, no hay nada. Me siento en una de las bancas de la sala de espera, con la mirada gacha, preocupado, frustrado e impotente. Siento como mis lagrimas caen en forma de gotas al suelo, recordándome que sin ella me siento débil. Soy capaz de darlo todo, solo por verla sonreír nuevamente, o ponerme en mi lugar de manera tan profesional como solo ella sabe hacerlo, verla resoplar de manera disimulada cuando la hago trabajar fuera de su horario solo por tenerla un rato mas cerca con la excusa que es mi asistente. Anhelo volver al pasado y haber hecho las cosas bien desde un principio con ella, no tratarla como un objeto; sin embargo, la he humillado un sinfín de veces sin abrir la boca, y aunque la he respetado en la intimidad, ella
BETSABE LOMBARDOLa cabeza me daba vueltas. Todo el cuerpo me pesaba, y todo se movía de forma rápida y violenta a mi alrededor, el silencio era demasiado, olía a hospital, sin embargo, tambien sentía el olor de la sangre. Como una ráfaga de viento las imágenes empezaron a venir a mi mente, encerrada, atada, golpeada y humillada. Un pánico incomparable me sobrevivo al enfocar en mi cabeza la imagen de Diego, intentando nuevavemente abusar de mi, arrancándome la ropa. Un grito broto de mi garganta, uno de auxilio, y por inercia retrocedi, sin embargo, fue en vano. Varias personas ingresaron, no me percate de sus rostros, porque cubri los mios, solo pedia auxilio, sólo quería que me salven. Siento como unas manos sujetan mi rostro. Nunca antes temi tanto a abrir los ojos, no quería encontrarme con ese rostro que tantos años me dejo cautiva en mi; no obstante,