SIN UN CORAZÓN, UN ALFA NO ES NADA (II)La frustración y el autorreproche de Zade se condensaron en una furia silenciosa que recorría sus venas como fuego líquido. Se puso de pie bruscamente, su silla cayendo atrás con un estrépito que resonó en el estudio como un disparo. Caminó con pasos pesados hacia la ventana, su reflejo en el cristal era una sombra distorsionada de su ser. Su puño se cerró con tanta fuerza que sus nudillos se volvieron blancos, y con un rugido que brotaba de lo más profundo de su ser, golpeó la pared cercana. La piedra fría y antigua cedió ante la fuerza sobrenatural de un Alfa, dejando una marca permanente, un recordatorio físico de su tormento interno.―¡Maldita sea! ―murmuró entre dientes. ―Esto no puede quedar así.Zade sabía que no podía permitir que el dolor y la ira lo consumieran; eso no lo llevaría a ninguna parte. En cambio, tomó ese fuego que ardía en su interior y lo forjó en una promesa, un voto inquebrantable que hizo resonar en las paredes del est
PARTIRÉ CUANTO ANTES.En el castillo, el pequeño Desmond bajó las escaleras con la urgencia típica de la infancia, sus pequeños pies golpeando los escalones de piedra mientras buscaba a su padre. En el estudio, Lorenzo y Zade estaban absortos en una conversación sobre la investigación que iniciarían para encontrar al lobo llamado ‘FEYRUS’.De repente la puerta se entreabrió y el pequeño lobo asomó la cabeza, interrumpiendo la conversación.―¿Papá? ―la voz de Desmond era suave, pero llena de curiosidad.Zade se puso de pie y caminó hacia su hijo con un gesto que intentaba ser tranquilizador.―Hola, campeón. ¿Por qué estás aquí?―Estoy buscando a mamá ― explicó Desmond, con la inocencia de su edad ―Mi nana dijo que salió muy temprano.Las cejas de Zade se fruncieron ligeramente, una sombra de preocupación cruzando su rostro.―¿Salió?―Sí.Lorenzo, que había estado escuchando, se acercó y le dio una sonrisa al pequeño. Desmond lo miró, y luego volvió su atención a su padre.―¿Quién es él
¿POR QUÉ ESTÁ AQUÍ?Luna fue a empacar algunas cosas, decidida y rápida en sus movimientos. Mientras tanto, Zade se quedó sin saber qué hacer o decir en su sitio, la inmovilidad de su cuerpo contrastando con la tormenta en su mente. Afuera, Lorenzo entretenía a Desmond, el pequeño le hacía miles de preguntas sobre su manada y él estaba feliz de responderle. Sin embargo, interiormente estaba preocupado por su amigo; conocía bien el temperamento de Luna Snow y sabía que a Zade no le sería nada fácil obtener el perdón.De repente, el pequeño lobo miró hacia el patio principal y sus ojos brillaron.―¡Malakay! ―gritó y corrió hacia un lobo de cabello plateado y ojos grises que acababa de entrar.―Hola, campeón, ¿cómo estás? ―el lobo se agachó para recibirlo y Desmond lo abrazó con demasiada familiaridad.―¿Por qué has venido, Malakay? ―preguntó el niño con inocencia.El lobo Alfa sonrió y revolvió el pelo del cachorro.―Siempre tan curioso, ¿no? Pues he venido a ver a tu madre; hay un asun
ALMAS GEMELAS. Zade guardó silencio un instante y luego miró a Lorenzo. ―¿Podrías dejarnos solos? ―Sí, claro. El Alfa se fue de inmediato, y el lobo de la manada Snow hizo lo mismo sin que se lo pidieran. Una vez que Luna y Zade estuvieron solos, él abrió la gaveta y sacó el diario de su padre y las cartas. ―Esto era de mi padre ―dijo ―las cartas fueron escritas por mi madre. En ellas… ―el lobo respiró hondo para calmarse ―en ellas mi madre habla de un lobo de cabello plateado, con un lunar distintivo detrás de la oreja. Ese lobo… ―los ojos de Zade se humedecieron ―ese lobo abusó de ella, no una, ni dos… sino tantas veces como mi padre se lo permitió. La cara de Luna cambió de la curiosidad al horror. ―Mi madre era una Omega, y tuvo la desgracia de ser la pareja de mi padre, pero él no aceptaría una loba de tan bajo estatus para ser su reina. Así que no la rechazó, en cambio, la usó a su conveniencia, mientras vivía en condiciones que nadie debía vivir. ―sus manos se apretaron e
RECONCILIACIÓN Y PLAN DE ATAQUE. La tarde se cernía sobre el estudio donde las emociones habían sido palpables. Luna y Zade salieron sus cuerpos entrelazados en un abrazo que decía más que mil palabras. Lorenzo afuera observaba la escena. Su mirada, antes distraída por los pensamientos que lo atormentaban, se fijó en la pareja y la sorpresa se dibujó en su rostro. ―¿Qué pasó? ¿Sé… arreglaron tan rápido? Zade, con una sonrisa que le iluminaba el semblante, se acercó a su amigo mientras su mano aún acariciaba la de Luna en un gesto tierno y protector. ―Sí ―confirmó con una calidez que parecía derretir el aire mismo ―Luna y yo hemos resuelto nuestros problemas. Luna, cuya mirada se había suavizado al encontrarse con Lorenzo, extendió su mano en un gesto de bienvenida. ―Qué bueno tenerte aquí, Lorenzo, aunque creo que no hacen falta presentaciones. Lorenzo tomó su mano, la sorpresa, aun jugando en las comisuras de su boca. ―Oh, por supuesto que no, ―respondió con una risa nerviosa
ENTRE SUSURROS Y CARICIAS.El amanecer bañaba el patio del castillo con una luz dorada y suave, el escenario perfecto para una lección de combate. Zade, con su postura seria y sus músculos tensos, se preparaba para enseñar a Luna las artes de la defensa personal.―Recuerda mantener tu guardia alta, ―instruyó, levantando los brazos de Luna para posicionarlos correctamente. Sus manos grandes y callosas rozaban la piel suave de Luna, provocando un escalofrío que recorrió su columna.―Pero, ¿y si quiero que el enemigo me subestime? ―preguntó Luna con una mirada inocente, bajando intencionalmente la guardia.Zade suspiró, una mezcla de exasperación y afecto en su rostro.―Luna, esto no es un juego. Si bajas la guardia así durante la batalla… ―ella se acercó rápidamente y plantó un beso rápido en sus labios.―Entonces tendré que confiar en mi Alfa para que me salve ―dijo con un guiño, provocando que un rubor inesperado tiñera las mejillas de Zade.Él intentó retomar la seriedad.―Bien, vamo
ANTES DE LA BATALLA.La fresca brisa de la mañana aún colgaba en el aire cuando Zade, junto a Lorenzo y Malakay, esperaban impacientes. La tensión era una cuerda tirante entre ellos, cortada solo por el sonido de pasos que se acercaban. La figura de Luna emergía desde la entrada del castillo, su traje de cuero abrazando cada curva con la promesa de peligro y belleza. Su cabello plateado, ahora tejido en una trenza vikinga, se balanceaba al ritmo de su caminar, provocando una reacción instintiva en los lobos presentes. Zade dio un paso adelante, incapaz de ocultar el torbellino de emociones que lo asaltaba.―¿Vas a ir así? ―preguntó intentando sonar indiferente.Luna se miró a sí misma y luego levantó la vista hacia él con una ceja arqueada.―¿Así cómo?―Vestida así… ―Zade luchó por encontrar las palabras.―¿Qué tiene de malo?―No lo sé… te ves… ―se detuvo, buscando la palabra correcta.―¿Sexy? ―ella terminó por él con una sonrisa juguetona bailando en sus labios.―Demonios, sí.―Bien,
ANTES DE LA BATALLA (II)A su alrededor, los soldados de Feyrus se detenían, confundidos pero cautivados por su presencia. Luna caminaba con autoridad, cada paso era un desafío a cualquiera que osara cuestionarla. Mientras tanto, Lorenzo y Malakay llegaron a su posición. Desde un punto elevado, observaban la escena, listos para actuar en cualquier momento.―Ella es increíble. ―murmuró Malakay con una sonrisa de admiración.Zade se movió sigilosamente hacia el flanco este. Desde allí tenía una vista clara del campamento y podía ver a Luna moviéndose entre los enemigos. Estaba listo para intervenir, para protegerla si era necesario. El verdadero momento de tensión llegó cuando un soldado se acercó a Luna con una mirada sospechosa.―Alfa Feyrus, ―dijo el soldado, ― ¿qué hace aquí?Luna giró, su imitación era perfecta.―Inspeccionando las tropas. ―respondió con una voz que no era suya. ― ¿Hay algo que deba saber?El soldado parecía dudar, pero finalmente negó con la cabeza y se retiró. Lu