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DOS LOBOS ENAMORADOS. La ceremonia del Aullido terminó, dejando en el aire un eco de unidad y tradición que resonaba en el corazón de cada miembro de la manada. Zade, con su pequeño hijo Desmond dormido en sus brazos, caminó con la serenidad de un Alfa que había cumplido su deber. Luna los miró irse y en su rostro había una mezcla de emociones indescifrables. Caleb, que estaba a su lado, notando su vacilación, se inclinó hacia ella con una voz suave pero firme. ―Ve con ellos ―dijo ―Tal vez deberías hablar hoy, Luna. Soluciona tu situación con él hoy mismo. Ella lo miró un momento debatiéndose en su interior, pero finalmente asintió su corazón latía, frenético, como un tambor de guerra. Y con un suspiro profundo, Luna siguió los pasos de su familia. Al llegar a la habitación de Desmond, observó como Zade acostaba al niño en su cama con una ternura que desmentía su imponente presencia. El Alfa se inclinó y besó la frente del joven lobo, un gesto tan cargado de amor y protección que a
DESEO DESATADO. Zade abrió los ojos con sorpresa ante las palabras de Luna. Pero no podía negar que su lobo interior, e incluso él mismo, estaba rebosante de felicidad. —¿Estás… hablando en serio? —preguntó, dando un paso hacia ella. Al lobo no le importaba estar totalmente desnudo. Luna se humedeció los labios y trató de mirarlo a los ojos, en vez de a esa cosa enorme que tenía entre las piernas. —Sí… —Su voz salió un poco chillona y se aclaró la garganta para sonar más calmada—. Sí. Lo pensé y estoy dispuesta a que seamos una pareja real… —Sus ojos se encontraron con los de él—… En todos los sentidos. Zade podría aullar de felicidad, pero se contuvo. En cambio, dio otro paso hacia ella y preguntó seductoramente. —¿Estás segura? Ya te he dicho que te deseo, Luna. Quiero probar cada parte de tu delicioso cuerpo y no solo una noche, sino todas las noches. Ella sintió el corazón agitarse. —Lo sé… —susurró—. Y… De repente, el Alfa se echó a reír. —Lo estás haciendo por Desmond,
DESEO DESATADO (II) ―Zade… ―ella suplicó ―Te necesito… Ella arrastró los dedos por su abdomen, delineando cada músculo en él. ―Yo tampoco puedo esperar para follarte duro, nena. Quiero arruinarte para cualquier otro lobo, Luna. Quiero que mañana me sientas, aun cuando no estoy. Agarro sus piernas, las abrio y luego hizo que cruzara los muslos detrás de su espalda, atrayéndola hacia él. Con una mano, trabajando en su polla, la otra, jugó nuevamente con su clítoris, su pulgar, dibujando suaves círculos sobre él, haciendo que el cuerpo de Luna se sacudiera con la necesidad de más. ―¡Joder! ¿Qué demonios me has hecho? No soy yo cuando estoy contigo ―murmuro el Alfa sintiendo como su lobo comenzaba a agitarse cada vez más. Zade continuó jugando con su clítoris mientras acercaba la cabeza de su polla a su entrada. Luna creyó que en este preciso momento estaría renuente o nerviosa, sin embargo, en este momento, se sentía feliz, ansiosa y con una profunda necesidad de ser llenada por su
DESEO DESATADO (III)Luna estaba disfrutando de un sueño placentero, uno que le sacaba suspiros y pequeños gemidos, de repente sintió una lengua húmeda rozar su sensible clítoris y luego un dedo jugar con las paredes de su coño. —Hmmm... gimió disfrutando de su sueño.Zade, quien no había tenido suficiente la noche anterior, se había despertado con un hambre voraz, y ahora que podía saciar su hambre no iba a perder un solo segundo. Volvió a hacer el mismo movimiento y las paredes del coño de Luna se tensaron cuánto el jugo lentamente con sus dedos. —Diosa...—Despierta, princesa. —se apartó un momento para susurrarle —Quiero ver tus hermosos ojos cuando esté follándote. La voz grave y ronca hizo que la loba abriera sus ojos, el placer se arremolino nuevamente y cuando fue completamente consciente descubrió que no se trataba de un sueño, sino de su Alfa comiéndole el coño mientras ella dormía. —¿Zade? ¿Tu?—Ya te lo había dicho, mi amor. —el alfa chupo por última vez su clítoris y l
ENFRENTAMIENTO EN EL BOSQUE. Luego de terminar de asearse, Luna y Zade bajaron a desayunar, encontrándose con un alegre Desmond que jugaba en el salón con uno de los jóvenes lobos de la manada. —¡Mamá, papá! —exclamó el pequeño en cuanto los vio. —¡Hola, campeón! —Zade levantó a su hijo en brazos. —¿Por qué mamá y tú tardaron en bajar? Quería despertarlos, pero Lucía no me dejó —dijo el niño haciendo un puchero. Luna se sonrojó al recordar por qué habían tardado tanto. A Zade no le bastó con hacerlo una vez, sino que lo hicieron nuevamente en la tina. Gracias a Dios, la sirvienta no había dejado que Desmond subiera a la habitación. —Mamá, ¿por qué tienes esa cara? ¿Y qué es eso que tienes en tu cuello? —preguntó Desmond con curiosidad. La loba se llevó la mano al cuello y tocó la marca de Zade, justo cuando iba a explicarle a su hijo, el Alfa la interrumpió. —Eso, campeón, es una marca. Cuando seas adulto y te enamores, le harás una a tu compañera —explicó Zade. La cara de Des
PLANES OCULTOS.Cuando Zade regresó esa tarde, su humor no era el mejor. Luna se percató de ello y lo abordó directamente.—¿Qué pasa? —preguntó, pero el Alfa no respondió. En cambio, caminó hacia el estudio y se sirvió un poco de hidromiel. —Zade, ¿vas a decirme cómo te fue? —insistió Luna.El Alfa suspiró hondo y se giró para mirarla.—Son asuntos de Alfas, Luna, no es nada por lo que debas preocuparte.La loba alzó las cejas con sorpresa, al parecer su compañero no tenía idea de lo bien que podía entender los asuntos de una manada.—Cariño… —dijo ella y caminó hacia él para abrazarlo—. Puedes decirme lo que sea, te prometo que voy a entender y a lo mejor hasta soy de ayuda.Zade dejó el vaso y se giró, la besó en los labios y sus manos recorrieron su espalda hasta llegar al inicio de sus nalgas.—No es nada importante, el imbécil arrogante de la manada Star… —Zade suspiró y continuo—, se negó a sacar sus guerreros de nuestro territorio.—¿Star? —Luna trató de recordar dónde había es
SOBERBIA.Mientras tanto, Zade se encontraba en la manada de Lorenzo, su viejo amigo lo miraba preocupado mientras pensaba en una solución. La tensión era palpable en el ambiente, un aire espeso que predecía la tormenta que se avecinaba.—¿Quieres que vaya y hable con él? —le dijo Lorenzo, intentando ofrecer una salida pacífica al conflicto.Zade negó de inmediato, con la determinación marcada en su rostro.—No, no hace falta. Tengo que resolver esto solo, Lorenzo. No puedo dejar que tú me ayudes en cada cosa, no, este es mi deber, ahora soy un Alfa y tengo que solucionarlo yo.Lorenzo respiró hondo, su frustración, creciendo ante la obstinación de su amigo.—No soy cualquiera, Zade. Soy tu amigo. ¿Qué tiene de malo?—¿Qué tiene de malo? —repitió Zade con un gruñido—. Que voy a quedar como un débil, un idiota. No, eso no va a pasar.Lorenzo rodó los ojos y miró a su amigo con una mezcla de exasperación y preocupación.—Está bien, entonces ¿cómo piensas solucionarlo?—Le he dado dos día
UNA LUNA TERRITORIAL. La sombra de la noche comenzaba a teñir el cielo cuando Zade regresó a su manada, el corazón pesado por el recuerdo de su encuentro con Lorenzo. El fresco aire del bosque no lograba aliviar la carga de sus pensamientos. Había palabras que, una vez dichas, se convertían en flechas lanzadas: imposibles de recuperar y siempre destinadas a herir. Sus propias palabras habían sido así con Lorenzo, y ahora, el remordimiento le mordía el alma. Suspiró profundamente, su aliento formando una nube en el aire frío. Se prometió que se disculparía con Lorenzo. Recordó el consejo que le había dado: siempre hacer lo posible por evitar un enfrentamiento. Zade reflexionó sobre esta posibilidad; en el fondo, tampoco quería más guerras. Pero como Alfa, no podía permitir ser desafiado. Estaba sumido en estas cavilaciones cuando percibió la rápida aproximación de uno de los suyos. El joven Delta de la manada, corría hacia él, se transformó en su forma humana antes de detenerse frent