Capítulo 947
Gabriela respondió seriamente, palabra por palabra: —Sí, mucho.

Se apoyó en él tiernamente y preguntó: —¿Y tú, has pensado en mí?

Rodrigo dijo: —No hay un momento en que no piense en ti.

Gabriela sonrió.

Ella levantó la cabeza para besar su nuez de Adán, su pecho, y con una mano suave y frágil, deslizó hacia abajo de su abdomen para desabrochar su cinturón.

El cuerpo de Rodrigo se tensó.

Probablemente por sus provocadoras acciones.

—Gabi…

Su voz era baja y ronca.

Gabriela respondió tiernamente: —¿Hmm?

Él dijo: —Así, no podré resistirme.

Gabriela sonrió.

Dijo: —Ya veo.

Pero ella no quería dejarlo aún.

¡Él estaba herido ahora!

—Vamos a ducharnos.

Rodrigo realmente se sentía incómodo.

Como si estuviera desnudo, expuesto a la mirada de alguien.

—¡Lo haré yo solo! —dijo él.

Gabriela rechazó directamente: —No, la herida en tu cuello no puede mojarse, no puedes verla, tengo que ayudarte.

Rodrigo se quedó sin palabras.

La puerta del baño se cerró, la ducha se encendió.

El sonido del agua comen
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