Capítulo 945
Gabriela se alarmó, temiendo que él hubiera recibido un disparo.

Inmediatamente revisó la parte posterior de su cuello.

Rodrigo frunció ligeramente el ceño y dijo: —No es nada.

Gabriela encontró su herida.

¡Parecía que había sido golpeado por un fragmento de vidrio cuando una bala rompió el parabrisas!

Un pedazo de vidrio en forma de triángulo, con el extremo afilado, se había incrustado en su carne.

Solo mirarlo dolía.

Como médica, había visto todo tipo de heridas y siempre había podido manejarlas con calma.

Pero cuando la herida estaba en alguien a quien amaba, no podía ser tan racional.

Estaba angustiada y nerviosa.

Rodrigo le habló en voz baja para tranquilizarla: —No es mortal, no te preocupes.

Gabriela no dijo nada, solo se secó las lágrimas de los ojos con fuerza.

Sabía que este no era momento para dejarse llevar por las emociones.

Respiró hondo y miró alrededor dentro del coche.

No había nada que pudiera usar.

Si no sacaba el pedazo de vidrio, no solo dolería, sino que podría i
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