Capítulo 938
La voz clara y familiar cambió por completo el rostro de Gabriela, reflejando alegría, excitación e impaciencia indescriptible: —¿Rodrigo?

En el siguiente momento, su voz pasó de emocionada a cautelosa: —Rodrigo, ¿eres tú?

Desde el otro lado vino una afirmación: —Estoy bien.

Gabriela se sintió como si toda su energía hubiera sido drenada en ese instante, apoyándose débilmente en la pared a su lado. Sonrió con los ojos enrojecidos, tratando de mantener la calma: —¿Dónde estás? Iré a buscarte.

Alfredo y Joan se acercaron al teléfono de Gabriela.

Después de una pausa, la voz del otro lado dijo: —Tengo un asunto, te llamo para que no te preocupes.

Gabriela frunció el ceño.

Antes de que pudiera decir algo más, la llamada se cortó.

Ella se desesperó.

¡Inmediatamente volvió a marcar el número!

Pero la llamada fue rechazada desde el otro lado.

Cuando estaba a punto de intentarlo una segunda vez, Alfredo le detuvo la mano: —No llames más.

Gabriela preguntó: —¿Por qué?

—Es obvio. Rodrigo seguram
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