La familia Rothschild no esperaba que Hector tuviera la audacia de manchar su nombre, por lo que inmediatamente publicó una declaración, diciendo que no interferían con la investigación de la Oficina Federal de Investigación y que todo lo que había dicho Moses era verdad.

Cuando llegó a este punto, el asunto estaba en un callejón sin salida.

Era como si dos personas estuvieran en el ring de boxeo, golpeándose mutuamente, pero ninguna tuviera una forma suficiente de derribar a la otra.

Para ayudar a los Rothschild a ganar la guerra de palabras con Hector, la Oficina Federal de Investigación investigó al supervisor de Moses. Para su desconcierto, el supervisor había sido asesinado al ser empujado al incinerador de un crematorio.

Por lo tanto, la guerra de palabras continuó indefinidamente, e incluso escaló hasta los titulares de las principales estaciones de televisión y medios de comunicación.

Temprano a la mañana siguiente, Charlie fue “expulsado” de la Prisión de Brooklyn.

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