Cuando Charlie vio que la cara de Jiro estaba llena de lágrimas, le dio unas palmaditas en el hombro suavemente y dijo en un tono serio y sincero: “Jiro, si trabajas duro aquí, entonces ni Albert ni yo te trataremos mal”.

Jiro se inclinó repetidamente con inmensa gratitud y se atragantó mientras decía: “¡Gracias, Señor Wade! ¡Lo haré! ¡Definitivamente trabajaré duro! ¡No lo defraudaré a usted ni a Don Albert! ¡Por favor, no se preocupe!”.

Charlie vio que él seguía inclinándose, y que su cabello largo y descuidado se agitaba de un lado a otro. Él sonrió con satisfacción mientras decía: “No está mal, no está mal. Puedo sentir tu sinceridad”.

Después de eso, Charlie miró a Albert y dijo: “Albert, dale a Jiro otros dos mil dólares como su prestación. De ahora en adelante, si Jiro quiere algo o si quiere algo para comer o beber, puedes hacer arreglos para que alguien se lo compre y el dinero se puede deducir de su prestación de dos mil dólares. ¡Mientras las cosas que él quiera comprar n