Steven instantáneamente tenía una mirada muy avergonzada en su rostro mientras pensaba para sí mismo: ‘Si me atrevo a decir que estoy descontento, m*ldita sea, definitivamente me regañarás por despreciar tu amabilidad y buena voluntad y considerarla como si fuera una mala intención. Ya me he dado cuenta hace mucho tiempo de la manera en que un viejo bandido como tú consigue las cosas...’.

Después de entender esto, Steven simplemente bajó la cabeza y fingió estar aterrorizado y no respondió a las palabras de Albert.

¿Cómo podría Albert dejarlo ir tan fácilmente? Albert inmediatamente dio un paso adelante y golpeó los barrotes de hierro con un palo de goma mientras le preguntaba a Steven con frialdad: “¿Por qué? ¿Has crecido y te has vuelto independiente ahora? ¿Te atreves a ignorarme cuando te estoy hablando?”.

“No, no...”. Steven se estremeció de miedo y se apresuró a decir: “Don Albert, usted tiene razón al reprocharme justo ahora. Solo estaba reflexionando sobre mí mismo. Por su