Cada canasta de regalo era del tamaño de una maleta de negocios. Todo el paquete era negro con hilos de oro, lo que lo hacía parecer discretamente lujoso.

Charlie no podía evitar preguntar con curiosidad: “¿Por qué los paquetes son tan grandes?”.

Isaac respondió rápidamente: “Joven Amo, elegí a propósito las mejores canastas de regalo que contenían todos los regalos más caros que valen trescientos ochenta y ocho mil ochocientos ochenta y ocho dólares. Es el paquete completo con todos sus productos más exquisitos que incluye también la crema para ojos y rostro en grandes cantidades”.

Charlie asintió. “Gracias por el arduo trabajo”.

Isaac respondió apresuradamente: “Esto no es nada, Joven Amo”.

Charlie inhaló: “Isaac, me dirijo a Punta Este por un rato. Les dejaré las cosas aquí a Albert y a ti. Por favor, ocúpense de ello, especialmente a la familia de mi esposa. Debes protegerla de las sombras. La familia Webb todavía está ahí fuera, tengo el mal presentimiento de que todavía no e