Aquella figura femenina estaba de pie al lado contrario al que estaba John en la cama, como si lo estuviera viendo de frente, aunque por la oscuridad no lo veía bien. John abrió ampliamente sus ojos intentando ver más a su esposa, pero solo pudo ver a sus ojos porque ella no dejaba de mirarlo a él, era como si se hubiera quedado hipnotizada. -¿Ya te has aliviado? -después de unos minutos en silencio John decidió romperlo preguntando. Julia se quedó pensando -pues de que he estado enferma. Se decía para sí. Se que no puedo verte, no saber cómo eres, que al parecer no puedes estar tanto en la luz. Pero cuando te enfermas deberías dejar que cuide de ti, aunque sea entre la oscuridad, seré tu esposo durante cierto tiempo y mientras es así, yo debería ser quien te cuide -John le dijo con sinceridad a Julia. Julia se quedó pensando por unos segundos y después respondió: -Nunca he estado enferma, solo tenía muchos pendientes que resolver y ahora que ya los he resuelto ya pude venir a v
John llegó al piso indicado y bajo. Camino de frente hasta llegar a la oficina indicada. En estos tiempos hay pocas personas que realmente se responsabilizan de las cosas que hacen, si John no fuera quien es, el estaría ansioso por echarle la culpa a alguien más, pareciera que él es el único que quiere asumir su culpa. ¿Y qué pasa si realmente hiciste algo mal y ese hombre hace que la señorita Julia te despida? Es mejor que no te creas tan valiente John -John se regañaba a sí mismo como si fuera a otra persona y luego se puso a reír viendo su reflejo en la puerta, pero enseguida se calmó para poder tocar y entrar. John entro en aquella oficina a la cual le habían instalado una pequeña sala de juntas. En ella se encontraban cuatro personas, el socio mal encarado, la presidente y dos de los socios minoristas. John saludo a los cuatro presentes y cuando terminó la presidente le pidió que se sentara aún lado de él. Eso provocó que su socio se pusiera más de malas, ya que él se sentó del
En cuanto Susana se fue, John escucho una voz peculiar y enseguida supo que era la misma persona que anteriormente le había informado de la reunión. Dicha persona estaba vestida con un traje gris sastre, que la hacía ver profesional y educada. Estaba con los brazos en los costados atrás de él. Ella había visto la plática de Susana con John, pero no había podido escuchar nada y eso le había molestado. ¿Por qué esa mujer importante se veía tan regocijante hablando con él? ¿Será que es bueno entablando conversaciones? -se decía para ella misma. -Todo salió muy bien en la reunión, gracias por avisarme -sin decir nada más John le pasó por un lado y camino hacia el dispensador de agua, tomo un vaso y fue nuevamente al ascensor para regresar a su trabajo. -Vaya también es agradecido. Todo un estuche de monerías es este hombre. Cada vez que viene ese cliente ruso yo salgo regañan por la traducción lenta que se hace, ahora parece que el silo ha hecho bien, así que mi jefa y su socio deben
John al darse cuenta de que el nombre del reservado de aquella señora si era el mismo que el de el decidió preguntar en recepción para confirmar que no existiera otro nombre igual. -Disculpe señorita ¿Los nombres de sus reservas se repiten? -No señor cada nombre es único, ya que lo pone la persona que realiza la reserva y nosotros nos aseguramos de que no se repita, para que no vaya a ver confusión y molestia después -el personal de servicios le aclaro a John y luego decidió acompañar lo para que encontrará dicha reservación, aunque no sabía que él ya sabía dónde era. -No puede ser ¿Entonces la señora a la que ayude es quien me quiere conocer? -John sintió pena por sí mismo ya que el sintió no haberse comportado del todo bien con la señora. John después de pensarlo por unos segundos, no tuvo más remedio que dirigirse hacia dicha reservación, pues se vería peor que se fuera sin decir nada. Él no podía simplemente dejar esperando a esa señora. Una vez en la puerta, tocó primero y
John, aquí está este documento, es muy urgente que se entregue. Los chicos del departamento de envíos justo ahora están demasiado ocupados, por favor necesito que tú vayas y lo entregues de inmediato al hotel Fiesta Inn habitación quinientos treinta y seis, ahí te estará esperando la señora Margaret del Toro, pide en el hotel que te dejen entrar y entregarle los papeles directamente en sus manos —el socio de Julia entrego a John un pequeño paquete de papeles y le dio la orden de marcharse de inmediato.—¿Pero esto lo deben entregar los de envíos? —John comprendo que tuvieran trabajo, pero ese seguía siendo su trabajo. —Si es trabajo de ellos, paro justo ahora están muy saturados ¿No me escuchaste lo que te dije hace un momento? Y tú ahora no tienes trabajo, lo corrobore con tu jefa, así que deja de poner peros y márchate —aquel hombre tenía mucha prisa por qué se marchara John. John se quedó pensando por unos segundos mientras tenía aquel paquete en sus manos, estaba perfectamente e
Era una mujer mayor que John y una chica que no pasaba de los veinte años, ambas estaban semi desnudas y tenían varios golpes en su rostro y cuerpo. Ambas estaban inconscientes y tenían atados los brazos, pies y boca. Ella será la señora del Toro, pero que hacen aquí y en esas condiciones -se decía John para sí mismo mientras sentía que su cabeza giraba y su cuerpo le pesaba. John decidió acercarse a la mayor y hablarle para ver si reaccionaba, pero no funcionaba, entonces John se preocupó aún más porque pensó que podría estar muerta, decidió tomarle el pulso a las dos y noto que si tenían, pero era muy bajo. John no sabía que hacer, no quería comprometerse o que alguien le echará la culpa de algo que no había hecho. Señora despierte, señora despierte -John decía una y otra vez cerca de aquella señora inconsciente, él no sabía si desamarrarlas o no, pero si les puso una sábana encima para no ver su cuerpo semidesnudo.sentir cansado y me está dando mucho sueño -John quería sonar l
En poco tiempo él ha conseguido, casarse, enviudar y volver a casarse. John D estaba seguro que eso no era buena fortuna para él, si no una completa desgracia, las personas ya comenzaban a murmurar sobre él y a decir cosas como que era un viudo negro. Cuando se casó la primera vez, no fue por amor, fue por obligación, pero ni así el jamás le deseo mal a su primera esposa, mucho menos pensó que su matrimonio terminará en tan poco tiempo y de esa forma. La segunda vez que se ha casado, es por un contrato que lo favorece o al menos eso cree el, obvio tampoco ama a la mujer con la que se ha casado, ni siquiera la conoce, ella solo lo usa para su satisfacción personal. Pasa cierto tiempo y John se siente demasiado usado y comienza a pensar que en este contrato él es realmente el menos beneficiado así que, piensa en renunciar o más bien cancelarlo y divorciarse no pensando en las consecuencias. -Señora Julia, he decidido dar por cancelado nuestro contrato -dice un John D decidido y ell
Él en ese momento tiene un gran dolor de cabeza, que también recorría todo su cuerpo. John D siente que ya no puede soportar más su infierno. Como si fuera un recuerdo él, ve que una mujer blanca desnuda lo acariciaba por lo que él le dijo: -No aguanto más estás caricias. Después de esto John quedó profundamente dormido, si no fuera porque aún respiraba parecía que estaba muerto. Al día siguiente, el aún seguía durmiendo, pero después de unos minutos fue despertado con un escandaloso golpe a su puerta. Con sus hermosos ojos medio abiertos John miro a todo su alrededor y se pudo dar cuenta que, no se encontraba en un lugar conocido. -¡Diablos! -grito de repente. Ayer había sido su boda con Yuliana Rojas, por la ocasión y la manera en la que decidió contraer nupcias, este decidió ponerse a beber, como si no existiera un mañana para el más. Luego después de unas varias copas dentro de él, ya no supo más de sí mismo hasta ahora que va despertando. - ¡Diablos y más diablos! repi