Por la noche, Diana no dejaba de dar vueltas en la cama, incapaz de conciliar el sueño.Cada vez que cerraba los ojos, las imágenes de su día con Valentín llenaban por completo su mente, y su voz resonaba de manera constante en sus oídos.Tuvo que admitirlo: ese hombre tenía un encanto innegable.A la mañana siguiente, Diana muy temprano empacó sus pocas pertenencias y se mudó a su nuevo hogar.—Gracias, aquí está bien.Después de despedir a los trabajadores que la habían ayudado a mudarse, cerró la puerta y se quedó de pie en la acogedora y limpia sala, sintiendo en ese momento cómo su ánimo mejoraba.El timbre de la puerta sonó.—¡Voy!Diana pensó que tal vez algún trabajador había olvidado algo, pero al abrir la puerta, vio casualmente al asistente de Valentín, Luis.—¿Luis? ¿Qué haces aquí?—Señorita Diana, buenos días. El señor Valentín supo que hoy te mudabas, así que me pidió que trajera algunos artículos de primera necesidad. —Luis levantó con cuidado las bolsas que llevaba en
Diana estaba concentrada en la sala, organizando su equipaje. Desde la cocina, se escuchó el sonido de una puerta cerrándose de golpe.El estruendo fue tan fuerte que la hizo estremecerse. Instintivamente, giró la cabeza y vio a Karina manipulando con un pescado en la mano. Con un movimiento decisivo, cortó la cabeza del pez de un solo tajo.Un fuerte escalofrío recorrió el cuello de Diana, y su corazón dio un brinco. Desvió al instante la mirada en silencio.¿Acaso Karina la estaba imaginando a ella en lugar de ese pescado?Mientras tanto, Luis ya había recogido a Valentín.Valentín tenía una reunión con empresarios extranjeros en el centro de exposiciones por la mañana. Originalmente, tenía un almuerzo programado con los socios comerciales, pero lo canceló con anticipación.—Jefe, ¿por qué mandó a Karina a casa de la señorita Diana para cocinar? Karina es muy fría, me preocupa que la señorita Diana no se lleve bien con ella. ¿No hubiera sido mejor enviar a Sara? Después de todo, en r
Diana apenas había notado lo que sucedía y no pudo evitar expresar su admiración sincera:—Karina, ¡de veras que eres increíble!—Gracias, señorita Diana, me alegra que le guste. —Karina sonrió y se dirigió a Valentín—. Señor Valentín, ustedes disfruten de la comida, yo me retiro.—No te vayas, quédate a comer con nosotros. —Diana se apresuró en ese momento a invitarla.Pero Karina, con cortesía, aunque manteniendo cierta distancia, se desabrochó el delantal y se despidió:—Será en otra ocasión, señorita Diana. Si hay algo que no le guste, dígamelo con confianza para mejorarlo la próxima vez.Dicho esto, se marchó junto con Luis, quien la esperaba en la puerta.Diana intentó infructuosamente detenerlos, pero lo único que escuchó fue el sonido de la puerta cerrándose tras ellos.La amplia casa quedó en silencio, dejando solo a Diana y Valentín.Una atmósfera incómoda comenzó a extenderse poco a poco en el aire.—¿Dónde está el baño? —La voz de Valentín rompió al instante el silencio.Di
—¡Ay, qué dolor!Diana se cubrió la frente, y al mismo tiempo tapó parcialmente uno de sus ojos, espiando al hombre frente a ella a través de sus dedos. Valentín se estaba riendo aún más.Era raro ver a Valentín sonreír. En sus leves recuerdos, aparte de esa sonrisa falsa que le causaba escalofríos, casi siempre mantenía una expresión sombría y distante, difícil de descifrar.No podía creer que también tuviera un lado algo juguetón.—¿Qué pasa? ¿Quieres que le pague a Karina por las horas extras? Puedo ayudarte a coordinarlo.—No fui yo quien le pidió que viniera a cocinar. —Diana tenía razón—. Tú decidiste traer a alguien con tantas cosas sin ni siquiera pedirme permiso... ¿Sabes lo incómodo que me hizo sentir?—La próxima vez te avisaré con anticipación.—¿La próxima vez? ¡Por favor, señor Valentín, déjame en paz a mí y a Karina también!“¿Cómo puede ser que una maestra en finanzas de una universidad de prestigio tenga que venir a cocinarme? Aunque no lo diga, seguro que en su interi
Carolina apretó con rabia los puños, planeando en secreto que, tan pronto se casara con Valentín, lo primero que haría sería despedir de inmediato a Karina y a las demás secretarias para evitar cualquier posible problema en el futuro.—Señorita Carolina, el señor Valentín no está en la exposición. ¿Regresamos a casa? —preguntó el chofer desde adelante.—¿Regresar a casa? —Carolina lo pensó por un momento. — Vamos primero a la panadería a la que fuimos la última vez y luego a Mansiones de Palacios.No había logrado avanzar con Valentín, lo cual la frustraba demasiado, pero sabía de antemano que Sonia la apreciaba. Debía aprovechar esta oportunidad para lucirse, pues era su última esperanza.En poco tiempo llegaron a Mansiones de Palacios.Desafortunadamente, Sonia estaba tomando su siesta diaria.—Carolina, ven, tómate un café.Elsa le ofreció un café que ella misma había preparado, invitándola con agrado a sentarse.—Sonia siempre duerme la siesta a esta hora. No tuviste suerte, por lo
Después de comer, Diana sirvió un vaso de agua para Valentín.—Por favor, toma agua.—Gracias.Valentín tomó el vaso y ver los alrededores de la casa.La distribución de la casa era de dos dormitorios, una sala de estar, una cocina y dos baños. Era un departamento de vivienda básica desarrollado por inmobiliarias, de esos que muchas personas en Ciudad de México sueñan con tener pero que pocas pueden permitirse, especialmente porque estaba en pleno centro de la ciudad.—La ubicación de este complejo es excelente.—¿En serio? No investigué demasiado, pero todo alrededor es bastante conveniente. —Diana respondió mientras recogía la mesa. —Gracias a mi amiga que me ayudó a encontrarlo.—¿Tu amiga abogada?—Sí.Las cejas de Valentín se fruncieron ligeramente mientras reflexionaba.—¿Hay algo en casa en lo que pueda ayudarte?—No, nada, gracias. —Diana negó con la cabeza de inmediato. —Ya he terminado de ordenar todo.—Perfecto, entonces acompáñame al sitio del proyecto por la tarde.Diana s
"¿En qué estás pensando?"En ese preciso momento, Valentín iba de regreso a Mansiones de Palacios. Había recibido una llamada del mayordomo informándole que su abuela, Sonia, se había sentido de repente indispuesta y le pedía que volviera lo antes posible.Cuando su padre falleció inesperadamente, Valentín solo decidió regresar al país para hacerse cargo del Grupo Palacios por consideración a la salud de su amada abuela.—Señor Valentín, ya está de vuelta.—¿Dónde está mi abuela? ¿Por qué no la llevaron al hospital?El mayordomo, con un gesto de incomodidad, le respondió:—Sonia dijo que no era nada grave, por lo tanto, no era necesario ir al hospital.—Voy a llamar a René.Mientras hablaba, Valentín se disponía a llamar a su amigo René para que acudiera de inmediato.Sin embargo, antes de que pudiera marcar, Elsa apresurada salió de la habitación de Sonia.—Valentín, no hace falta llamar al doctor, tu abuela quiere verte. Pasa.Valentín frunció muy serio el ceño y entró a grandes pas
—Los fondos del Grupo Palacios ya deberían haber llegado, ¿no es así?—Entonces, está bien. En la etapa de compras del proyecto, es esencial que se controle estrictamente la calidad...—bueno, voy a colgar ahora; llegaré en un momento.En el baño, Diana colocó con cuidado su teléfono en la repisa mientras se miraba en el espejo y se aplicaba con delicadeza labial. Tenía una piel tan radiante que con solo un suave toque de labial nude su maquillaje lucía impecable, transmitiendo de esa manera una elegancia suave y serena.Con el inicio del proyecto a la vuelta de la esquina, los fondos del Grupo Palacios habían estado llegando poco a poco. Durante los últimos días, Diana había estado muy ocupada con todos los preparativos para las compras. Una vez asegurados los materiales necesarios, solo tendría que supervisar con tranquilidad la obra de vez en cuando.—He llegado.—Gracias.Diana bajó apresurada del coche y observó con detalle la vieja zona del casco antiguo frente a ella. Aunque el