Diana se puso de pie, sin sus anteojos, y reveló un par de ojos claros y seductores.Ella se quitó el abrigo negro, se sacó la camisa y soltó su largo cabello negro. Se quitó los tacones y sacó un lápiz labial de su bolso.Diana llegó al baño y dejó que el agua corriera frente a ella, mientras sus pensamientos regresaban poco a poco.Agotada, levantó la cabeza y se miró en el espejo. Bajo la luz brillante, sus ojos eran claros y hermosos. Su rostro era encantador y hermoso, sin maquillaje, con solo un toque de lápiz labial rojo, suficiente para cautivar los corazones de los hombres.Incluso en la universidad, ella era una reconocida belleza, admirada por una gran cantidad de personas.—Diana, no quiero que te mire tanta gente, solo me perteneces a mí —le había dicho Manuel, después de casarse.Por esto, había comenzado a usar gafas gruesas, a atarse el cabello y a vestirse de manera conservadora. Sin embargo, ¿qué había hecho Manuel?Los ojos de Diana brillaron de ira y apretó los dien
Fue un beso muy inexperto.Valentín abrió los ojos y miró a la mujer que lo estaba besando. Podía ver claramente sus densas y largas pestañas, las cuales temblaban ligeramente.Ella se veía nerviosa y asustada, pero al mismo tiempo un poco excitada.Valentín frunció el ceño levemente, giró su mano y sujetó la delgada cintura de la mujer, profundizando el beso.Diana apretó las manos con fuerza, levantando la cabeza para soportar los abrumadores besos del hombre.La atmósfera en el cerrado compartimiento del automóvil se volvía cada vez más tenso, con gemidos sugestivos, y pronto los dos comenzaron a hacer el amor.Ella cerró los ojos con fuerza, su corazón dolía, pero también estaba disfrutando de aquel encuentro.—¿En qué estás pensando? —preguntó el hombre sobre ella, levantándole la barbilla con la mano y acercándose aún más. Diana mordió sus labios y no dijo nada.—Abre los ojos —dijo él, tomándola por la cintura, se inclinó hacia ella y su cálida respiración acarició el oído de l
Valentín estaba completamente serio, sin el mínimo rastro de estar bromeando.Diana se quedó atónita en su lugar, sus mejillas se enrojecieron de inmediato, sintiendo una incomodidad y vergüenza abrumadoras.Es cierto que había sido ella quien lo había seducido activamente la noche anterior, pero originalmente pensaba que, para hombres como Valentín, acostarse con una mujer era algo común y casual. Por lo que no entendía qué había querido decir. «¿La primera vez que hace el amor?», se preguntó.Valentín miró a la mujer que tenía delante, cabizbaja y que parecía perdida en sus pensamientos. Ella llevaba su camisa, con el escote semidesnudo y en él eran claramente visibles los rastros de los besos de la noche anterior.Cuando los recuerdos de la noche anterior volvieron a él, su expresión se oscureció ligeramente y apartó la mirada.—Tienes una semana —dijo Valentín, su voz calmada y firme, mientras se ponía de pie—. Dentro de una semana quiero ver los papeles de divorcio.***Diana se
¿Cómo había podido aguantar tantas humillaciones y abusos de aquella familia por un hombre tan despreciable?Su corazón se hundió, poco a poco. Cerró los ojos, se secó las lágrimas y una mirada de determinación cruzó sus ojos.—Diana. Diana, ¿por qué cerraste la puerta de la habitación?Manuel, preocupado, la había seguido. En un principio, después de que María lo había atraído hasta el coche y había tenido relaciones sexuales con él, no había podido evitar sentirse inquieto. Y, para rematarlo, Diana no había vuelto a casa durante toda la noche; por lo que no pudo evitar preguntarse si era posible que ella supiera algo.—Diana, Diana. Abre la puerta. La puerta se abrió, y Manuel se sorprendió al empujar la puerta del dormitorio.—Diana, ¿qué te pasa?La mujer frente a él parecía completamente diferente, con un maquillaje exquisito y radiante. Se había quitado las gafas de montura negra que siempre llevaba y su cabello caía suave y sedoso sobre sus hombros.Vestida con un atuendo rojo
—¿Qué pasa? —preguntó Diana mientras sostenía una carpeta en la mano. Sus tacones resonaban en el suelo, vestida con un impresionante vestido rojo, lucía hermosa y fría. Sus rasgos estaban resaltaban bajo las luces del techo.—Nada —respondió María, con una expresión ligeramente incómoda, pero rápidamente se recompuso y se acercó cariñosamente, tomando el brazo de Diana—. Es solo que de repente te has convertido en alguien diferente, me está costando acostumbrarme.—Pues acostúmbrate —respondió Diana con indiferencia, retirando su brazo y dirigiéndose hacia su escritorio.María se sentó en frente de ella como de costumbre y coqueteó. —Aun así, Diana, creo que antes te veías mejor.Diana, sin levantar la vista de su contrato, sonrió con un toque de burla en los labios. —Entonces, puedes vestirte como lo hacía yo, si eso te hace feliz.María se quedó un poco aturdida y su rostro mostró un disgusto momentáneo.—Por cierto, hay un cambio en el trabajo que debo discutir contigo —dijo Dia
En el pasado, Manuel no se molestaba en acercarse a ella. Después de todo, una mujer anticuada y callada difícilmente despertaría el deseo de un hombre. Sin embargo, aquel día, Diana lo había sorprendido y Manuel se había dado cuenta de que su esposa era sumamente hermosa. Sin poder controlarse, extendió la mano hacia ella. Sin embargo, la mujer se apartó, rechazando su buena intención, y Manuel sintió un fuerte deseo de poseerla.—Diana, no finjas —dijo Manuel, desabrochándose su corbata—. En realidad, siempre has deseado tenerme, ¿verdad? Los empleados ya se han ido, aquí nadie nos molestará.Diana imaginó la escena apasionada entre Manuel y María en la oficina aquel día y las náuseas se volvieron a apoderar de ella; y estaba a punto de apartar a Manuel, quien se acercaba a ella, cuando alguien llamó a la puerta de su oficina.—Diana, el presidente de Grupo Palacios está aquí.«¿Valentín?», se preguntó Diana.¿Qué hacía allí?—Dile que ya he terminado mi jornada laboral y que lo vea
—No. ¡No!—¡Diana!Diana no tuvo tiempo de apartar a Valentín cuando María irrumpió repentinamente.Manuel, quien aún estaba esperando afuera de la puerta, pudo ver claramente la cercanía entre Valentín y Diana.—¿Valentín? —preguntó Manuel, entrando a toda velocidad, con el rostro frío.—Esto es un malentendido. Diana miró a María profundamente, tratando de mantener la compostura mientras retrocedía un par de pasos, manteniendo su distancia con Valentín.Aún no había obtenido pruebas de la traición de Manuel y María, por lo que no podía permitir que descubrieran su relación con Valentín antes.—¿Un malentendido? María miró a Valentín con codicia, observando su apuesto rostro afilado, reprimiendo su envidia, antes de volver hacia Manuel y sonreír.—Quizás Diana tenga algo que decirle a Valentín en privado. Después de todo, solo estaban los dos en la oficina.El rostro de Diana se volvió repentinamente frío. Las palabras de María la estaban metiendo en una situación complicada.Un hom
Diana amenazó con continuar con la reunión, y Manuel, con sentimientos encontrados, se marchó. Mientras María, como era de esperarse, lo siguió rápidamente.—Manuel, ¿no te parece extraño? Ambos estaban en el coche, y María apoyó la cabeza en su pecho.—No lo menciones. Algún día encontraré respuestas —respondió Manuel, entrecerrando los ojos. Acto seguido, se volteó y comenzó a hacer el amor con María, liberando su frustración en ella.María cooperó vigorosamente, pero en sus ojos brilló una mirada astuta. Aparentemente, debería ser más cautelosa.La noche cayó gradualmente, y no fue hasta que todos los demás empleados de la oficina se fueron a casa que Diana recibió a las personas que había contratado.—Diana, ¿dónde quieres que instalemos estas cámaras ocultas?—En la oficina de enfrente —respondió Diana, y los guio hasta la oficina de Manuel, indicándole que instalaran las cámaras en lugares discretos.A continuación, configuraron el software en su teléfono y confirmaron q