Capítulo 8
¿Cómo había podido aguantar tantas humillaciones y abusos de aquella familia por un hombre tan despreciable?

Su corazón se hundió, poco a poco. Cerró los ojos, se secó las lágrimas y una mirada de determinación cruzó sus ojos.

—Diana. Diana, ¿por qué cerraste la puerta de la habitación?

Manuel, preocupado, la había seguido.

En un principio, después de que María lo había atraído hasta el coche y había tenido relaciones sexuales con él, no había podido evitar sentirse inquieto. Y, para rematarlo, Diana no había vuelto a casa durante toda la noche; por lo que no pudo evitar preguntarse si era posible que ella supiera algo.

—Diana, Diana. Abre la puerta.

La puerta se abrió, y Manuel se sorprendió al empujar la puerta del dormitorio.

—Diana, ¿qué te pasa?

La mujer frente a él parecía completamente diferente, con un maquillaje exquisito y radiante. Se había quitado las gafas de montura negra que siempre llevaba y su cabello caía suave y sedoso sobre sus hombros.

Vestida con un atuendo rojo
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