—Señora, ¿dijo que me llevé el dinero de la familia Martínez?—Solo dije la verdad.—Sí, es verdad —le respondió Diana con calma—. Es lo que merezco.Sonia la interrogó con voz firme:—¿Tú te lo mereces? Desde un punto de vista legal, efectivamente es lo que mereces. Sin embargo, obtuviste beneficios por ello. ¿Buscas enriquecer tu fortuna al casarte con un hombre rico y luego divorciarte de él? Es cierto que puedes obtener ese tipo de beneficios sin hacer inversiones ni sufrir ningún tipo de pérdidas gracias a tu buena apariencia.—Señora, entonces, ¿cree que el matrimonio es un tipo de negocio? —le preguntó DianaEl rostro de Elsa se ensombreció al instante y la reprendió:—¡Qué descortés que eres! ¿Te diriges hacia los mayores con esa actitud?Sonia la interrumpió:—Déjala continuar.Diana prosiguió:—La familia Martínez ya estaba al borde de la bancarrota, y yo fui la única que la sostuvo en los últimos tres años. Solo recuperé la mitad de lo que me pertenecía. Eso no tiene nada qu
El ambiente se tornó tan tenso que el aire parecía casi congelarse. Los sirvientes se habían callado, conteniendo el aliento, mientras todos los presentes observaban en silencio.Diana no sabía si esta era la dinámica habitual en la familia, pero, de cualquier manera, en esta ocasión ella era el centro de atención y se sentía incómoda al respecto.Para sorpresa de todos, Elsa intervino tratando de calmar un poco la situación, adoptando una actitud de buen samaritano:—Es mi culpa. Pensé que deberíamos conocerla mejor en nuestra primera reunión y no esperaba que la situación se volviera tan incómoda. Valentín, fue mi error proponer esa idea tan inapropiada. Señorita García, te pido disculpas. No me guardarás rencor, ¿verdad?Diana le sonrió, solo por cortesía:—Por supuesto que no.Eran solo unas preguntas sin mucha importancia. Ella tampoco quería complicar las cosas y prefería mejor dejarlo así.Quizás Sonia no quería enemistarse con su nieto, por lo que suavizó su tono a regañadiente
—Sí —ella le sonrió con agrado, mientras le servía un camarón en el plato de Valentín—. Prueba esto.Valentín lo probó con agrado:—En efecto, está muy bueno. Come más si te gusta.Sin embargo, tanto Sonia como Elsa se sorprendieron muchísimo al ver esto. Valentín nunca solía comer comida servida por otros, incluso si era con cubiertos públicos. Era muy exigente en cuanto a la limpieza, especialmente en la comida. A pesar de todo, ¡comió de manera natural la comida que Diana le ofreció delante de todos!Diana percibió al instante las miradas sorprendidas de todos los presentes y no pudo evitar tocarse la cara mientras preguntaba:—¿Qué pasa? ¿Tengo acaso algo raro en la cara?Sonia volvió en sí:—Ah, nada. Pues, come más.De repente, a Elsa se le ocurrió algo y le dijo al sirviente:—Tengo una botella de un excelente vino. Ve por él. Hoy tenemos a la señorita García como invitada y podemos disfrutarla juntos.Pronto, el sirviente les trajo una botella de vino tinto de la bodega. Era un
El tono de Valentín no era nada diferente, pero sus delicados movimientos al servirle la comida y la mirada constante que le dirigía a Diana les daban a sus palabras un toque de ternura.Ella no pudo evitar sonrojarse un poco e intentó defenderse:—He estado comiendo.—Sí, solo comiste un solo plato. Pero casi te lo terminas por completo…Tenían un plato de camarones frente a ellos, y ahora el lado cerca de Diana ya estaba casi vacío, dejando ver al instante el fondo del plato de porcelana…Diana solo aparentaba con calma, pero en realidad, también estaba muy nerviosa. Miró de reojo a Valentín y le dijo:—Parece que a tu abuela no le gusto…—Mientras a mí me gustes, está bien.—¿Qué?Diana pensó que lo había escuchado mal, ya que era la primera vez que Valentín expresaba su "gusto" de manera tan directa. Quería confirmar lo que había escuchado, pero Valentín solo le sirvió dos costillas más en su plato, y la consoló con ternura:—Ya no hay nadie más aquí. Come más.Diana no se atrevió
—No está amarga. Toma un poco más —insistió Valentín.Diana hundió con dulzura su cabeza en su abrazo, aparentando no haber escuchado nada. Valentín soltó una risa imponente, sintiéndose como si estuviera consolando a una niña. Después de un breve silencio en el que ella no se movió, él le preguntó con ternura:—¿Seguro que no quieres más?La joven en su regazo negó tiernamente con la cabeza. Aunque ya estaba ebria, lo hizo con determinación.—Tengo una manera de hacerlo menos amargo. ¿Quieres probarlo?—¿Qué es? —levantó la cabeza Diana, con la vista nublada por el alcohol. Solo veía al hombre frente a ella tomando un sorbo de sopa, acercando luego sus labios suaves a los suyos. Con un ligero sabor amargo a medicina, el tibio líquido de la sopa fluyó poco a poco por su garganta.—Hum…Intentó resistirse, pero toda su fuerza parecía haber desaparecido. Solo pudo golpear el hombro del hombre con un puño débil, y así terminó toda la sopa. Valentín le dio un beso en la frente, la recostó
Ya era de madrugada y Elsa había pedido a los sirvientes que se alejaran de la villa. Carolina llegó sin problemas a la puerta de la habitación en el segundo piso. Cuando estaba a punto de abrirla, no pudo evitar apretar con fuerza los puños por los nervios.Era la primera vez que se involucraba en algo así. Si no fuera por un buen futuro, no habría aceptado intentar casarse con Valentín de esta sucia manera, siendo despreciada por otros. Sin embargo, ahora ya no podía echarse para atrás.El clic al abrir la puerta resonó claramente en el silencio de la noche. La habitación estaba en penumbras, tan oscura que no se podía ver nada. Carolina solo pudo observar el espacio con la tenue luz del pasillo. En el centro de la espaciosa habitación, parecía haber una persona justo debajo de la colcha.Carolina ya se sentía emocionada. Cerró ansiosa la puerta de inmediato y se acercó lentamente a la cama en la oscuridad. ¡Después de esa misma noche, sería la verdadera señora Palacios!Al día sigui
El sol iluminaba con ímpetu todas las líneas musculosas del hombre en la cama, mientras su pecho se elevaba y descendía regularmente con cada respiración. Sus músculos tenían unas líneas muy definidas, se veían sumamente atractivos y no le causaban ninguna incomodidad a Diana, emanando una sensación de poder y sensualidad.Diana abrió los ojos de par en par de inmediato, para luego tapárselos apresurada con su rostro enrojecido por completo.—¿¡Qué demonios en realidad pasó anoche!? —exclamó nerviosa.—¿Ya no recuerdas nada?Mientras hablaba, Valentín se levantó con calma, dejándole una frase casual:—No hay prisa. Puedes intentar recordarlo.Diana dejó caer sus manos, pero mantuvo su mirada fija en el suelo. Podía ver las piernas largas y esbeltas del hombre, y sus pies descalzos descansaban con delicadeza sobre la suave alfombra.Ella apretó firmemente la sábana, mientras en su mente emergían de forma gradual las imágenes de la noche anterior…Se despertó por la irritación insoportab
—Señorita García, ¿se ha despertado ya? —preguntó el sirviente desde afuera de la puerta.Diana casi entró en pánico y hacía constantemente gestos a Valentín para que no emitiera ningún ruido.El hombre le preguntó con voz bajita pero maliciosa:—¿De qué tienes tanto miedo?—¿¡Te crees en un antro!? ¡Estoy en tu casa, no en un motel!Estaban en efecto en la casa de la familia Pizarro, y era la primera vez que ella visitaba. Sin embargo, había dormido directamente en el cuarto de su novio… Tal vez algunos viejos de mente abierta podrían comprenderlo. No obstante, según lo que había sucedido la noche anterior, a la abuela no le agradaba en absoluto…—Perfecto, ¿no? De esta manera, la familia se enterará de que ya estuvimos juntos. Aunque a la abuela no le guste, tendrá que aceptar el hecho —le dijo Valentín.En ese momento, se escucharon de nuevo los golpes en la puerta. Valentín ya estaba a punto de responder. Diana se puso nerviosísima y le tapó la boca. En el forcejeo, ambos cayeron