Querida voy llegando de viaje no sabes que hermosas son las islas griegas- Rebeca entro sin tocar, a ella no le importaba si estaba con algún paciente, casi no veía a su hija en casa, de hecho ya le había dicho que era mejor que se concentrará en su matrimonio, que dejará de lado su carrera, al ver alrededor Rebeca vio que su hija no estaba sola, su mejor amiga estaba con ella, así que forzó una sonrisa para saludarla- hola Sandra cómo has estado- la joven se levantó para acercarse a saludar a la mamá de su amiga, Sandra la vio, podía creer que una mujer como ella fuera capaz de vender a su hija, porque no se podía negar que desde que se había casado Isabella con Osbaldo sus padres habían tenido prosperidad,
-Hola Rebeca yo he estado muy bien y usted- Rebeca tomo asiento con una sonrisa enorme, está feliz por la vida que ahora se podía dar.
Isabella por primera vez desconoció a Osbaldo, su rostro estaba sombrío y desencajado, años atrás después de haber terminado con Osbaldo se había comportado de una manera que no le gustó a ella, una tarde un muchacho en la universidad se había acercado a invitarla a salir, Osbaldo al ver todo a la distancia llegó ante ellos y se puso entre el joven e Isabella, la trataba como si fuera de su propiedad, le dijo que era su novia que no volviera a poner los ojos en ella si lo hacía vería lo que le podía pasar, esa tarde Isabella se molestó con Osbaldo el no era nada suyo para que la tratará así. Osbaldo había pedido mil veces perdón pero ella no quería perdonarlo, eran amigos y no podía tener esos arrebatos de posesión, al contarle a su madre Rebeca no le tomo importancia, si no que le dijo que era señal del gran amor que le tenía y tal vez ese hombre no le convenía, y como siempre Rebeca la terminaba convenciendo para que perdonará a Osbaldo pero de nuevo estaba delante de ese hombre p
Osbaldo comenzó a llamar a Isabella por toda la casa, dónde se había metido, no estaba en su cama, ni estaba en la habitación de Nicolás, bajo a la cocina tal vez había ido por agua pero tampoco, tomo su teléfono no tenía ningún mensaje ni ninguna llamada, regreso a la habitación, tal vez había dejado una nota y el no la había visto, busco en su buró, en su tocador pero no había nada, de nuevo tomo su teléfono, le marco pero lo mandaba al buzón, trato de calmarse, llamo al hospital tal vez había tenido una urgencia que no había dejado una nota y por eso tenía el celular apagado,-Hola Alisson- contestó la jefa de medicina esa noche- estará mi esposa en el hospital-No, debe estar en casa descansando- Osbaldo comenzó a sentir culpa, porque se había ido a ver a Hanna, pero donde se había metido-Gra
León iba agradecido con Felipe, no había tenido que esperar a un vuelvo comercial, ya el avión real lo esperaba para salir, así llegaría al amanecer para verla dormir, después escabullirse en su cama para abrazarla y besarla que tuviera un feliz despertar, al salir del aeropuerto de Madrid tomo un taxi, busco sus llaves, Sandra se las había dado una tarde para que entrará a casa cuando quisiera, así había logrado tenerle muchas sorpresas, más cuando era su cumpleaños, y desde ese día sería su hogar, buscaría un trabajo algo relacionado con los caballos, tal vez en el hipódromo, no importaba porque estaría con Sandra, aunque extrañaría despertar en la tranquilidad de Tegmenï y sus cielos estrellados un día regresaría tal vez por vacaciones, el taxi dobló en la cuadra de la casa de Sandra, ya pod&iacu
En el camino fue viendo las pequeñas casas que se veían acogedoras, las coloniales calles, era sin duda un bello país, una ciudad donde le hubiera gustado vivir. El auto subió la pequeña colina que llegaba al palacio, bueno era lo que el doctor Lomelí le había dicho, unos metros antes de llegar a esa casa el auto entro en una desviación que conducía a una casa muy grande, si la comparaban con la que estaba más adelante era pequeña, el camino de graba llegó hasta una enorme puerta de caoba, el joven salió deprisa para abrir la puerta de Isabella, ella se quedó mirando la fachada de verdad el doctor Lomelí no había exagerado era enorme para una sola persona, una mujer regordeta la esperaba con una enorme sonrisa junto a la puerta-Buenas noches doctora soy Joyce y estoy a sus órdenes- la mujer fue muy amable, Isabella le respondí con la misma amabilidad-Soy la doctora Isabella Rosete de Culoma es un gusto- la ama de llaves abrió los ojos, en su vida un invitado le había
Isabella vio al pequeño que la veía con cautela, su ropa no era de un niño del personal de servicio, era de un niño de alta sociedad, tal vez era hijo de algún miembro de la familia real, la mirada del niño no dejaba duda por qué la veía con autoridad y altivez, Isabella extendió la mano- Mucho gusto soy la doctora Isabella- el niño siguió con su escrutinio con la mujer- ¿tu eres?- Isabella sonrió al pequeño que pronto le devolvió el gesto-Soy el príncipe Ulises- la pequeña mano estrechó con la suave mano de Isabella- ¿te estás quedando aquí?-No, estoy viviendo en la casa de allá- Isabella le señaló la casa del doctor Lomelí- y será por poco tiempo-¿Vienes de vacaciones?- Isabella negó con la cabeza, el niño era muy despierto e inteligente
Felipe al bajar a desayunar quiso mover las cosas sabía que su padre tendría la entrevista con la doctora antes que él, pero en esta ocasión creía que debía ser distinto, tenía la necesidad de saber en consistía la nueva intervención, y cuál era la probabilidad que le daba la nueva doctor para volver a caminar, ya todos lo esperaban en el comedor, Ulises estaba sentado junto a Mariana no era costumbre que los niños que los niños compartieran la mesa con los adultos pero Mariana no quería dejarlo solo en una mesa aparte. El niño al verlo venir dejo su silla-Ulises no debes levantarte de la mesa- pero al ver Mariana a dónde iba no dijo nada, tenía una conexión especial. -Buenos días papi- Ulises lo abrazo del cuello- sabes conocí a la nueva doctora-Ah si, y ¿dónde la viste?- Ulises sonrió no había desobedecido, no se había ido más allá de las tierras del palacio, la doctora había estado muy cerca de él-En el kiosko del jardín- tomo su mano-
-Aquí estás amor- Andrea irrumpió en el consultorio, Héctor al saber que Felipe podría ser de nuevo intervenido mando a su hija, aunque odiara los hospitales tenía que estar apoyando a Felipe, el sería su esposo dentro de muy poco- no sabes cuánto te he buscado- le dio un beso en los labios, Felipe movió un poco la cabeza y tosió-Andrea te presento a la doctora Isabella Rosete de Culoma- Andrea vio en el rincón a la mujer que tenía la vista agachada, no la había notado cuando entro, era tan insignificante a sus ojos; le sonrió de oreja a oreja, si ella lograba que Felipe volviera a caminar sería su salvación, no creía poder soportar a Felipe así-Lo siento, no suelo ser tan efusiva pero comprenderá que mi amor por mi futuro esposo es tan grande que quiero demostrárselo siempre- Andrea tomo su mano- mucho gusto soy Lady Andrea Beac
León tenía coraje por la persona que había mandado hacerle daño a Sandra, ese hombre había dicho que alguien le había pagado muy bien para que ella saliera del mapa, gracias a dios ahora estaría en la cárcel sin hacerle daño a nadie más. Al salir de la comisaría él le había preguntado quién había podido haber sido él que la quisiera muerta, ella se quedó pensando y claro que tenía un nombre, pero no quería decirle porque no tenía pruebas, era su palabra contra la suya y a parte el tenía a Isabella muy cerca y si sabía que ella no había muerto podía hacerle algo a ella, todo para que no se alejara de él, tenía una obsesión enferma por ella. Sandra se sentía segura todo el camino, porque León no le había soltado la mano al subir al avión que los llevaría a Tegmenï, era un avión amplió para ellos dos solos. Al pisar el suelo de Tegmenï León no pidió su opinión y le dijo que irían al hospital, Sandra quiso protestar pero a él no le importó la llevo al médico aunque no tenía n