Capítulo10
Miguel se sorprendió y explicó:

—Pero siempre comprabas este tipo de flores en la floristería.

María desvió al instante la mirada. Al parecer, él ya no recordaba las rosas que le regaló precisamente el día que le declaró su amor.

Aunque, a estas alturas, ¿qué más daba? Si fue capaz de traicionar su relación, era de esperar que también olvidara esos pequeños detalles.

—Eso fue antes.

María pasó con desprecio junto a él y subió a su habitación. Sentía la melancólica mirada de Miguel sobre ella, pero en verdad, ya no le importaba si sus palabras lo herían o entristecían.

Después de cambiarse, bajó a cenar. La empleada Catalina ya había servido con esmero la mesa.

—Señor, señora, la cena está lista.

María se sentó a comer sin mirar a Miguel. Él frunció el ceño, pero no dijo nada en lo absoluto, sentándose frente a ella en silencio.

Notando la fuerte tensión, Catalina supuso que habían discutido. Tomó al instante las flores y le preguntó sonriendo a María:

—Señora, ¿pongo estas flores en
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