Capítulo dedicado a mi lectora Gloria Dominguez por su apoyo constante y haber predicho que Jane sería una especie de villana jajsjaja ¡Gracias por leer!
—Todavía lo amas, ¿cierto? —cuestiona Jane, al ver el rostro de Leslie tras la salida de Dorian. Pero Leslie no puede más que sentirse enjaulada. Tener sexo con él no es lo que le preocupa, sino la ira que podría descargar en ella. Ella lo vio cuando se encontraron el primer día aquí en la empresa, él parecía un demonio listo para sacarle el alma, así que está aterrada. No sabe qué tan profesional pueda ser esto para Dorian después de toda la historia que tienen. Lo que no entiende es por qué, simplemente aceptó, y además de eso ha solicitado que ella tenga su color natural de cabello. ¿Será porque así sería más fácil castigarla? Su piel se eriza ante los recuerdos de sus agarres fuertes y el tono de su voz fría, la hiere. Tener que convivir con un Dorian así la desarma. —No creo que estés haciendo esto porque nos quieres ver juntos, Jane —se arma de valor, mirándola con un poco de rabia y decepción—. No tienes ni idea de la pesadilla que será para ambos… La mujer suspira, por un
—¿Hola? ¿Tierra llamando a Leslie y Dorian? —dice Jane en la oficina con ambos.La ahora rubia de nuevo está sentada a su lado, mientras Dorian está al frente. Se puede cortar la tensión con una palabra hasta hacer derramar todo lo que sienten en este preciso momento.Ha pasado una semana desde lo que ocurrió en el estacionamiento. Leslie lo ha estado evitando a toda costa porque no es fácil cargar con su rechazo, y él, no ha dejado de sentir culpa por verla en este estado, pero su orgullo sigue siendo más fuerte.¿Cuándo fue la última vez que trabajó realmente tranquilo? Ya ni siquiera lo recuerda. Todo en su vida cambió el día que la conoció, lo arruinó, y ahora debe seguir arrastrándolo.Sabe que debe mantener esta postura fría, con todas sus fuerzas, de lo contrario, se romperá a sí mismo de nuevo y además hará el ridículo frente a millones de personas.Hay una cosa que lo atormenta también y es que, todo el mundo se haya dado cuenta de su vulnerabilidad con ella en aquel video. H
La rubia se encierra en el baño, y sentada en la tapa del váter, toma el teléfono en sus manos. Lo primero que hace es suplicarle a Valen que se quede un par de horas más con James, promete incluso pagarle el triple esas dos horas. Luego, sus manos temblorosas buscan el término de “Dominación femenina”. El texto se ve borroso para ella, así que entra a una de las tantas páginas de porno que ve con esa etiqueta. Casi deja caer el teléfono cuando el primer video que ve tiene la cara de Dorian y una mujer asiática. Su dedo hace clip al video, le quita el volumen y su boca se abre al verlo desnudo en una cama, amarrado a las esquinas de cada lado. La mujer parece que hace cosas que lo torturan, lo puede ver en su cara, también ve la cosa extraña que le retiene el pene y las bolas. ¡¿Qué demonios es eso?! Sus ojos no pueden despegarse de todo lo que hace la mujer, y los gestos que este hace. El calor de sus mejillas aumenta hasta bajar por todo su cuerpo. Se encuentra respirando con d
—¿Qué? —Ella, con algo de nervios, sube a la cama para con dos esposas, atarlo a la cabecera—. ¿Tienes miedo…? Deberías tenerlo… —murmura, con voz cargada de deseo, rozando el lóbulo de su oreja—. Porque no tengo idea de lo que estoy haciendo… pero me gusta… Aquella voz, el calor, el momento, las ansias, los rastros de sus jugos en su lengua, su pene gritando ser liberado de una puta vez… Todo lo hace respirar como un toro enardecido. Lo sabía. Ella jamás se cansará de torturarlo. Pero este tipo de tortura no despierta en él odio, sino que más bien, un placer que va mucho más allá de todo lo que ha experimentado antes, haciéndolo un puto esclavo de ella, de nuevo. Entonces contiene el aliento cuando ella sube a su pecho, enciende el consolador y lo pasa por sus tetillas. No quiere gemir, no quiere emitir sonido alguno, tampoco la quiere ver; pero el sudor corre por su frente mientras sus manos luchan por liberarse cuando ella lleva el consolador a su boca para llenarlo de su saliva
Narra Dorian. Beber de ella y sentirla temblando, conmigo dentro de su mar de perdición, ha despertado la fiera hambrienta de ella que quería mantener dormida. Me conozco, lo sé. Soy demasiado impulsivo como para poder tener el control incluso de mí. No me arrepiento de haber irrumpido en su precioso y apretado coño como lo hice. Aquello sació una pequeña parte de mi sed, y ahora me siento como un adicto. Necesito más. He estado todos estos años reprimiendo la falta sexual que me hace por todo lo que ha cubierto mi corazón, pero ahora, que mis instintos me dicen que nadie además de mí la ha poseído, necesito seguir teniéndola. Se convierte en un remolino de discusiones, entre la parte que quiere odiarla, la parte que quiere perdonarla, la que necesita alejarla, y la que anhela tenerla cerca; sonriendo, tocándome, viéndome con una lujuria singular que solo en ella puedo identificar. Ella no tiene idea, pero si tan solo no se hubiese ido huyendo como tanto le gusta hacer, la habría
Narra Leslie. Todavía puedo sentirlo palpitando dentro de mí. La forma en que me sostuvo de la cintura y en poco tiempo me tenía tocando el cielo como solo él lo sabe hacer… Todavía puedo sentir el sabor de su piel en mi paladar. Su sudor, agitación y los gemidos que estaba evitando soltar. Me ha mantenido en una ensoñación todo el día, con la piel erizada. Y he podido ver en mi espejo lo bien que le hace a mi cuerpo tenerlo de vuelta. Cuando llegué a casa, no pude evitar acariciar mi cuerpo, recordando nuestro breve momento después de tantos años. Parece irreal. Y de no ser por el dolor en mi vagina por su intromisión y el brillo que cubre mi rostro, lo creería. Pero ha sido real. La única razón por la cual fue capaz de romper la cabecera de la cama para poseerme es porque, al menos sexualmente, sigue sintiendo lo mismo que yo. Sin embargo, no sé cómo él esté procesando lo que ocurrió. Y tengo miedo de que me trate mal después de haberme hecho sentir que me necesita. —Vamos a ve
Sus lenguas se encuentran después de que sus labios se cansan. La pasión que es más fuerte que cualquier otro sentimiento amargo, los hace esclavo del choque de sus bocas, sus manos, sus pieles friccionando con la otra intentando llegar más allá de lo inhumano. Un beso. Solo ha bastado este beso para que los recuerdos de la historia de amor que vivieron hace dos años caigan sobre sus hombros. Solo ha bastado este beso para que ambos se den cuenta que realmente, hagan lo que hagan, no podrán olvidarse del otro. Ni con todo el odio ni el orgullo de por medio, pueden mentir sobre que, este beso, les ha devuelto un buen pedazo de alma que se les había ido cuando dejaron de verse. Ella mantiene las manos, temblando, en su cuello. Y desesperado por ser consumido por ella, el pelinegro busca mordisquear su cuello, sacándole gemidos. Esos gemidos que tanto necesita escuchar debajo y sobre él. Su lengua húmeda recorre con determinación el camino de su lóbulo hasta su clavícula, y es allí cuan
El pecho de Dorian se contrae ante el nombre que le dice su madre. Sí, James es su segundo nombre, pero es el favorito de su madre. Si tan solo ella supiera que un inocente pequeño tiene su nombre, por él, y este en lugar de buscar la forma de protegerlo y quererlo solo se ha alejado. —Mamá… —Se limpia la cara, conmovido—. ¿Cómo estás…? Su madre no puede con la emoción. Más de 12 años sin ver a su único hijo. ¿Cómo puede estar? Siente que le va a dar un infarto de la emoción. Ella lo dirige a la mesa y lo primero que hace es extenderle un plato. Ha hecho mucha comida hoy sin saber por qué. Su corazón de madre tenía un presentimiento. —Estoy muy bien, recuperándome de la gripe. Han pasado muchas cosas estos años, mi pequeño James —dice sirviendo la comida y al mismo tiempo, admirando lo guapo que se ha vuelto su hijo—. ¿Por qué te perdiste? —su voz se quiebra y Dorian detiene sus manos, conmovido—. Tu padre ora por ti todos los días… Dorian no puede hacer más que llorar. Se siente