—¡¿Qué…?!, ¡¿qué demonios?!, mi teléfono está en silencio… No entiendo, yo no lo configure así.Albert revisó nuevamente, ¿cómo es que no había escuchado todas esas llamadas?—Déjame ver…Megan se acercó extrañada, solo para mirar y efectivamente, el aparato estaba en silencio, allí estaba la lista de llamadas perdidas de los números registrados, pero además, había varias llamadas perdidas de un número desconocido para Albert, uno que Megan, sí conocía bien.Era de la escuela de April.—¿Qué…? Ese… Ese número… — Tartamudeo Megan confundida, prácticamente arrancándole el teléfono a Albert de las manos.—No lo sé, no lo tengo registrado…—Es… Es de la escuela de April… ¿Cómo…?, ¿por qué te estaban llamando? — El pulso de Megan comenzó a acelerarse.—Oh, bueno… Cuando me presenté como su padre me pidieron algunos datos básicos… — Contestó Albert pensativo.—No… No es eso, Albert, algo debió haber sucedido para que estuvieran llamando… — Megan lo miró con preocupación, log
—¿Aún nada? — Isabella se acercó a su hijo, quien llegaba con una expresión de derrota.—No… — Albert exhaló todo el aire de los pulmones abatido. — ¿Dónde está Megan?—La dejé en tu habitación, ella… — Isabella suspiró. — Ella está muy mal…—Soy un idiota… — Albert pasó la mano por el rostro.—No digas eso, Albert… — Gimió Isabella con tristeza. — Ven, vamos, por qué no tomas un baño y me dejas curarte esos golpes… Tienes que descansar, no has dormido, ni comido nada, te ves terrible…—Estoy bien, debo seguir con la búsqueda…—Albert… — Murmuró Isabella, preocupada, viendo como su hijo se daba la media vuelta para marcharse nuevamente.—Dime por lo menos que ese tal Rizzo quedó peor que tú. — La voz de Máximo, quien tomaba una copa desde un rincón de la habitación, detuvo a Albert.—Eso no me consuela… — Gruñó Albert de espaldas. — Lo que quiero… Lo único que deseo ahora, es matarlo…—Bien… — Máximo se levantó de su asiento. — No estamos aquí solo por visitarlos y
Albert tiró el teléfono de Megan haciéndolo añicos, para luego hacer lo mismo con el teléfono de él frente a ella.—¿Qué…?, ¿qué pasa…?, ¿Albert, qué haces…? — Preguntó Megan, atónita.—Fue Dayana…—¿Qué?—Cuando la encontraste saliendo de la oficina, ella configuró nuestros teléfonos para que no nos enteráramos de las llamadas… Nos han estado escuchando… ¡Mald!cion, ellos sabían cada paso que dábamos, nos tenían vigilados, Megan! — Gritó Albert lleno de frustración.—No puede ser… — Musitó Megan preocupada.—Ahora voy a solucionar esto… Quédate aquí, ¿bien? — Albert la tomó por las mejillas, estampándole a Megan un beso en los labios. — Te juro que voy a solucionar esto, amor, solo dame algo de tiempo, voy a recuperar a nuestra hija, te lo juro, amor… — Albert deslizó las manos por el cabello de Megan con ansiedad. — Te juro que voy a traer muy pronto a nuestra hija de vuelta… — Salió apresurado, sin darle oportunidad a Megan de decir nada.— ¿Necesita tiempo? — Musitó e
Así que, Megan era el cabo suelto, la única testigo de que Gianfranco era un mafioso y con quien no había podido acabar, hasta ahora, era ella.La verdad, a Megan no le importaba si ese hombre, Gianfranco, la mataban allí mismo, siempre que April estuviera bien y Megan sabía que para eso la quería Gianfranco, para matarla.Ese era el objetivo de todo esto y por eso su hija estaba desaparecida.«Sí, quizás sea una trampa», se dijo ella misma, «y Gianfranco en realidad no piensa liberar a April, pero si hay una posibilidad, así sea minúscula, de salvar a mi hija entregándome yo…», ella no dudaría en tomar esa oportunidad.Ya lo había escuchado en la conversación de Albert con sus padres, Gianfranco era un hombre muy astuto, ¿cuánto tiempo podría pasar antes de que Albert recuperará a April?, ¿y si mientras eso sucedía su hija sufría?No, ella no podía permitirlo.Quizás el dinero y poder de los Collins no había logrado dar con la libertad de su hija, pero Megan sí lo haría, entreg
—¡¿Dónde está?! — Preguntó Albert apenas entró en el apartamento.—Señor, la tenemos atada en el salón, se puso algo agresiva, ahora su familia está junto a ella… — Contestó un empleado recibiendo la chaqueta de Albert.—¿Ya la revisaron?—Sí, señor, sus hombres lo hicieron antes de traerla. — El empleado le hizo una reverencia a su jefe y se retiró.Albert se apresuró, estaba ansioso, lo había conseguido, él lo daba por seguro, con la captura de Rosalyn, darían con el paradero de April.Ya faltaba muy poco para tener a su hija de vuelta y ya quería ir a contarle a Megan la buena noticia, decirle que fueran juntos a buscar a su hija, solo debía tener la ubicación.—¡Rosalyn! — Albert arrugó el entrecejo, apenas la vio.Isabella y Máximo estaban frente a Rosalyn, alrededor se encontraban Aiden, Patrick y Marianella, quienes habían llegado mientras Albert estaba afuera, todos estaban muy serios.—Albert, no quiere hablar, hasta que tú no estuvieras presente, ella… — Isabel
Todos se miraron, tenían a la mujer que se había llevado a April, pero ella había dicho que no sabía en dónde estaba la niña, ¿podría ser eso cierto?—¿Qué hacemos con ella? — Preguntó Patrick.Todos miraron a la distancia hacia Rosalyn, quien ahora lloraba con más ganas y dramatismo.—Seguiré insistiendo y si mi madre me apoya, la seguiremos presionando hasta que hable… — Afirmó Albert.—Claro, hijo. — Isabella se irguió, preparándose.—Uh, yo también quiero ayudar, puedo ser tan persuasiva como mi madre… — Se ofreció Marianella.—¿Persuasiva?, creo que de hecho ahora le tengo un poco de miedo a mamá… — Comentó Patrick.—Debo admitir que Máximo te ayudó a sacar todo tu potencial, prima… — Aiden le sonrió a Isabella.—Bueno, bueno… No es algo que me plazca hacer y espero que no aprendan, pero considerando las circunstancias…Isabella miró significativamente a su hijo, Albert, quien asintió para darse la media vuelta y volver con Rosalyn, más atrás lo siguieron su madre
—¡Señor! — Los hombres entraron en la casa con la presa entre sus manos. — ¡Aquí está!, ¡la mujer que pidió!—¡Por fin! — Gianfranco se acercó, su expresión se iluminó con una sonrisa socarrona.—¡Señor, traía esto! — Uno de los hombres mostró el localizador destruido.Gianfranco soltó una fuerte bofetada en el rostro de Megan, volteándola por completo, las piernas de ella temblaron ante tal golpe, la cabeza le dio vueltas, si no hubiera sido porque los dos hombres la sostenían por los brazos, se hubiera caído de largo a largo.—Parece ser que no aprecias tu vida, ni la de tu hija… — Gruñó Gianfranco.—No… — Musitó Megan intentando levantar el rostro. — Pro favor…—Llévenla al sótano, la quiero encadenada y desnuda, no soporto su desagradable aspecto. — Ordenó Gianfranco a los hombres.—¡Ahhhhh! ¡Yaaaaaaa! ¡Déjenme salir! — Se escuchó el grito de una niña.—¡¿April?! — Susurró Megan sintiendo como se le cristalizaban los ojos y las mejillas se le encendían, llenándose
Albert estaba furioso y desesperado, había pasado varias horas desde que Megan se había marchado y todavía nadie se había comunicado para la entrega de April.Un grupo de hombres se había dedicado a buscar por toda la zona cercana desde donde desapareció la señal del localizador que llevaba Megan, pero no habían tenido éxito.Y Rosalyn seguía atada, llorosa y adolorida, Isabella y Marianella se habían dedicado a intentar sacarle más información, sin éxito.¿Había perdido a la mujer que amaba y a la hija que acababa de encontrar?Un rápido golpeteo sonó en la puerta, sin esperar respuesta, Jorge entró en la oficina privada de Albert, donde su jefe se había encerrado hacía solo unos minutos para intentar calmar sus ánimos y pensar claramente.—¡Señor!, lamento molestarlo, pero… — Empezó Jorge ansioso.—¿Encontraron algo? — Albert sintió una fuerte corazonada.—No, señor… Pero creo que es mejor que eso… — Jorge se volvió para abrir nuevamente la puerta de la oficina y una joven