NARRADORACuando Alessandre llegó y vio la escena iluminada por los relámpagos, casi se le escapa el alma del pecho. Jamás imaginó que Renata pudiera encontrarse en semejante peligro. Le pareció sentir el olor embriagante de su sangre, se escabulló de esa absurda fiesta para perseguir su rastro y descubrir esta lucha encarnizada. Sin perder un segundo, solo atinó a patear con fuerza a Electra. Aliada o lo que fuese, no amenazaría a su compañera.Sigrid no tuvo tiempo de esquivar, sintió el dolor agudo impactando contra sus costillas derechas, gritó de agonía y cayó contra el suelo lleno de fango y escoria. La lluvia continuaba lavando la sangre de sus cuerpos, el viento aullaba con ferocidad y la única oportunidad de vencer se había escapado de sus manos.—¡Espera, Renata! ¡¿Qué rayos estás haciendo?! —Sigrid levantó la cabeza para ver a Alessandre detenerse frente a Renata y comenzar a discutir.—¡¿Qué, viniste a proteger a tu prometida?! ¡Como te pedí tiempo, decidiste buscarte
NARRADORALo abrazó contra ella, de rodillas a su lado, besando su rostro desesperadamente, sin importarle sus heridas o fealdad.—Mi señora… no llores, por favor, no llore… — el sabor salado rodaba por sus labios cuarteados, el latir de ese corazón contra su pecho le daba fortalezas y sus labios, una calidez infinita.Aun así, Silas miraba receloso a la Selenia cerca de ellos.No confiaba, su señora debió escapar, temía por su vida. Quería volver a esforzarse, no podía dejarla desamparada.—Si intentas de nuevo atacarme, tu cuerpo elemental no lo resistirá —Renata le advirtió, descubriendo sus intenciones.—Silas, no, mírame, no, no, mírame a mí, a mí —Sigrid lo tomó por las mejillas con miedo de hacerle daño.Renata había eliminado el veneno de sus venas y las heridas fatales, pero igual aún necesitaba cuidados.—Confía en mí, yo lo voy a solucionar, ¿sí? Confía en mí, por favor —Sigrid se inclinó para susurrarle a su rostro destrozado, más que miedo o repulsión le daba tanto dolor
NARRADORALos pasos sobre la húmeda tierra se escuchaban, la tormenta se había detenido.El bosque estaba destrozado y muerto, ennegrecido a la redonda por casi un kilómetro de distancia del punto de la lucha.Por suerte se habían alejado lo suficiente de la mansión, si no Sigrid estaría expuesta.—Creo que sobran las palabras de explicaciones —Sigrid se paró delante de ellos, lista para ser breve y concisa.Este encuentro con sus ancestros era bastante agridulce.—Ya el Sr. Vlad le habrá explicado de nuestro trato…—Yo… lo lamento, fui muy impulsiva —Renata le dijo, y esa era de las pocas disculpas que había ofrecido en su vida.—No la perdono - Sigrid le respondió en malas maneras—, sobre todo por lo que le hizo a Silas. Solo estamos teniendo esta conversación “amigable” porque lo salvó al final.Renata frunció el ceño, pero no le replicó. De hecho, Silas fue el primero en atacarla, pero entendía que él solo defendía a la mujer que amaba. Toda esta confusión fue amor y celos.—¿Ust
SIGRID—¡Espera! —Renata me llamó al final de la conversación. La verdad es que se habían quedado muchas cosas colgando, planes inconclusos, pero todo no se podía hablar en una noche. Además, mi mente siempre divagaba hacia la cueva donde había dejado a Silas y me preocupaba. —Esto te protegerá —dijo quitándose un hermoso collar con una fina cadena dorada y un colgante con la forma de una lágrima negra.—. Es para evitar que se exponga tu poder de Selenia por accidente. Sigrid lo tomó con curiosidad; si era para eso, resultaba muy conveniente. —Cuando luches contra Morgana, esto evitará que salga el aura de Selenia fuera de la mansión y todo el feudo sepa lo que eres. Solo pensarán que fue una disputa entre hermanas por el liderazgo. —me explicó, asegurando el colgante mágico, que se pegó frío a mi piel. —Bien, lo tomaré. Gracias —dije, algo cortada. La verdad es que tendrían que trabajar un poco más para arreglar esta pésima primera impresión. —Me voy. Nos vemos entonces en e
SIGRIDEl no ver nada y solo escuchar, sentir, me ponía algo ansiosa, podría espiarlo con magia, pero decidí no hacerlo, seguir su voluntad.De repente, unos finos, fríos y secos labios se rozaron con los míos. Sentí la humedad de una lengua recorrer todo mi labio inferior, un jadeo escapó de mi boca cuando fue capturado y chupado entre sus dientes. Nuestros cuerpos excitándose, mis manos temblorosas cerradas sobre su pecho.Abrí mis labios y sentí los suyos moviéndose posesivos sobre los míos, lento, deliciosos, mojados, sensuales. Su mano fue a mi nuca para dominarme, la otra continuaba cegando mis ojos. Su lengua entró para explorarme, a recorrerme y saqué la mía para acariciarlo también.Tantas cosas más descaradas que habíamos hecho y este beso se sentía tan íntimo.—Mmmm —gemí y siseé con deseos reprimidos.Mi cabeza giró a un lado para profundizar más, para que me comiera más rudo y apasionado, mis manos sobre sus hombros, apresándolo contra mí.Mi magia se escapaba para ju
SIGRIDUn gruñido profundo se escapó de mi garganta, subí mi cabeza extasiada, perdida en la lujuria.Mis piernas completamente abiertas, los pies de punta en el aire mientras unas manos posesivas y rudas se enredaban en mis muslos y una boca lasciva devoraba mi coño.—Silas… aahhh… espera… —supliqué misericordia.Mi clítoris deliciosamente torturado entre sus dientes, sus labios chupando y sorbiendo con sonidos morbosos, su lengua me recorría desde el perineo, toda mi vulva arriba y abajo.Con mi mundo sumido en la oscuridad solo podía entregarme a los deseos desenfrenados y oscuros, que me hacía sentir este hombre.—Mmmmnn —me mordí el labio, me daba vergüenza estar gritando así como meretriz, pero la calentura me pudo más.Sentí entonces sus dedos abriendo la tierna carne de los pétalos, exponiendo por completo el rosado agujero a mi vagina.La punta de su lengua lamía alrededor sin entrar, tentándome, una y otra vez, sacándome suplicas necesitadas, intenta corcovear mis caderas, o
SIGRIDTiré hacia debajo de su pantalón que rodó por sus muslos, me imaginé esa delicia saliendo y dando un respingo.Mis dedos curiosos palparon la húmeda abertura, un líquido viscoso y resbaloso escurrió por mi mano.Silas gruñó, siseando excitado contra el hueco de mi cuello.Comencé a menearlo arriba y abajo, lento, delicioso, apretando como si fuese mi coño quien lo envolvía.—¿Te gusta? Mmmm… ¿Lo estoy haciendo bien?—Sí… sí… ssshhhh… más rápido… —jadeó con urgencia, sus caderas martilleaban adelante y atrás, siguiendo los movimientos de mi muñeca.Subió la cabeza, asaltó mis labios, fiero, sin control. Nuestras respiraciones aceleradas, mi mano arriba y abajo, las manos de Silas fueron a mis nalgas y me la apretaron, pegándome hacia delante.En un momento perdí el control de la situación.—Junte sus muslos… sshhh ¡ahora! … —me ordenó como un animal salvaje, lo hice y algo caliente y duro se metió entre las tiernas carnes, violándolas, desenfrenado.Silas me besó apasionado, en
SILASTantas primeras veces con ella, mi primer beso sincero, mis primeras caricias y abrazos verdaderos, la primera vez que entiendo un poco por qué esas mujeres estaban tan intoxicadas y obsesionadas con sentir esto que estoy sintiendo.Verla encima de mí, tan excitada, cabalgando con lujuria sobre mi feo cuerpo, mi hombría disfrutando emocionada de tomar su feminidad, llevarla a las alturas, solo yo, ella es mía, solo mía.Gritó arqueándose y llamando mi nombre, diciéndome que era su macho, su hombre… estoy ardiendo en su fuego, ella no se imagina todo lo que provoca en mí. Los regordetes y sensuales labios entreabiertos, todo su ser estremeciéndose, sus ojos cegados, pero yo la veía, solo a ella, su espíritu brillaba por fuera del cuerpo de esa bruja.Mi oscuridad ansiaba siempre esa luz, tomarla para nosotros, apoderarnos de ella.Su coño se contrajo frenético, derramándose deliciosamente, mi pene palpitó gritando por liberarse.Me había aguantado hasta ahora esperando por ella