VALERIAMe mantiene agarrada del cabello, me obliga a enfrentar su mirada hambrienta que observa fijamente mis manos mientras me abro el corsé por delante, lentamente, exponiendo mis pesados y duros pechos que rebotan libres de las ataduras de la ropa.Su lengua relame sus largos caninos y ni siquiera son los de la bestia, el poderoso falo frente a mí tiembla delatando la lujuria de Aldric y lo excitado que está.Es por mi causa, yo lo estoy llevando a este extremo y es adictivo esta sensación de sentirse deseada, de calentar a un hombre tan sensual de manera visceral y cruda.Empujo mi vestido por mis caderas y me quedo solo en bragas de rodillas frente al Rey Lycan, cualquiera puede entrar a las duchas y ver este espectáculo, cualquiera puede descubrir que soy la amante de su majestad.— Levántate – ordena implacable y me levanto con las piernas un poco entumecidas e inestables.Me tambaleo hacia delante apoyando las manos en sus fuertes hombros, mi cabello negro largo, cae tapando
VALERIASin embargo, yo ya me aproveché de él y es justo que le devuelva el favor.Dejo que me tome por la cintura y las nalgas y me pegue a su robusto cuerpo para levantarme.“Solo te ayudo por solidaridad de camaradas” Pienso en mi interior, no dejando filtrar mis pensamientos a su mente. “Claro que sí, lo ayudo por lástima. No tiene nada que ver con las cosquillas que sentí allá abajo, al imaginarme esa cosa abriéndome en dos como un melón.”Aldric me vuelve a besar sacándome de mis erráticos pensamientos.Esta vez más íntimo y sensual, se encorva sobre mi pequeña estatura, ambos desnudos, pegajosos del sudor, mientras me acaricia la espalda y las nalgas y yo me aferro a su pecho con mis manos.Me guía hacia la ducha un paso a la vez.Sin embargo, de repente todo se va al traste.Aldric se tensa repentinamente, me separa para esconderme detrás de su espalda posesivamente y girarse hacia la puerta de entrada gruñendo.Su aura pasa de caliente a congelada y furiosa mientras la puer
QUINN— Ya deja de poner esa cara, como si alguien hubiese fallecido… Nmmm…No puede evitar gemir de dolor llevándome la mano a varias de mis costillas fracturadas al recostarme a la cama.— ¿Por qué haces esto Quinn? Te pedí que no te acercaras más a esa mujer, es obvio que el Rey se ha encaprichado con ella. — ¡Esta es su advertencia, él se ha dado cuenta de que te fijas demasiado en su doncella!— Aaah, joder, suave Celine o terminarás por perforarme el corazón con la punta de una costilla – sus manos rudas están limpiando la sangre de mi torso y como siempre, nada de delicadeza.A veces hasta tengo duda de que sea mujer.— ¡¿Acaso me estás escuchando siquiera?! ¡De tantas mujeres, justo te interesa ella! – me grita exasperada, incorporándose.— Sí, hermana, sí que te escucho. Solo… Valeria es diferente, ella, tiene muchas cosas misteriosas que me atraen, no sé por qué, pero no puedo dejar de seguirla con la vista cada vez que nos encontramos – confieso al fin suspirando.— Yo sé
VALERIALiberada de mi tarea y sin la gobernanta vigilando, decidí escabullirme con la excusa de acomodar las ropas en el closet del Rey.Así que agarré una cesta con sábanas limpias y caminé al interior del castillo.Llegué frente a la puerta de ébano y dudé un poco en si pasar o no a la guarida del lobo.“Vamos Valeria, qué tontería, solo cumplieron el acuerdo y ahora es tiempo de volver al terreno profesional, trabajadora y empleador. Yo soy la doncella y él es el Rey”.Me dije sacando pecho, porque si cada vez que Aldric y yo tuviésemos intimidad, por el trato, me comportaba como una chiquilla, entonces esto estaba destinado a fracasar.Entré con mi rostro bien serio y avancé hacia el cuarto con las piernas hechas gelatinas.Toqué suavemente, pero nadie me respondió, así que empujé la puerta y entré en la alcoba de su majestad.El olor delicioso a vino enseguida asaltó mis sentidos, este era su espacio privado, íntimo y todo aquí olía como a Aldric.Caminé hacia el enorme guardarr
VALERIASu aura fría y amenazante me rodeaba y aplastaba mi voluntad, caí de rodillas en el frío suelo cuando su sombra se cernió sobre mí.Había olvidado lo peligroso que era el Rey y quizás, ahora pagaría por mi estupidez.Lo sentí rebuscando entre el álbum y luego las cajas, quizás cerciorándose de que no hubiese dañado sus recuerdos valiosos.Se acercó a mí de repente y bajé mucho más la cabeza, mordiéndome el labio inferior para evitar que mis dientes castañearan.Agarró mi barbilla con fuerza y me hizo levantar la mirada para ver por encima de mí, sus ojos casi rojos como su bestia, llenos de ira e intenciones asesinas.— Nunca jamás en tu vida se te ocurra volver a revisar mis cosas privadas, ¡no te pases de la confianza que te he dado, Valeria! ¡Este lugar está prohibido para ti, no tienes el derecho de tocarlos! ¡¿Te quedó claro?! — Sssí, sí… sí, señor – le respondí tartamudeando, sintiendo la presión en mi barbilla y como si una mano invisible apretara mi cuello.— ¡Márchat
VALERIADa su espalda y se marcha al fin, dejándome por completo sola, mirando a la nada y pensando en sus palabras.Me levanté antes de que anocheciera, no me quería quedar sola tan pegada a ese bosque tenebroso. Colgaba unas enormes sábanas blancas en los tendederos, tenía que subirme en un banquillo para llegar a la cuerda y poner las pinzas de madera.La brisa fría batía, haciéndolas ondear y refrescando también mi mente.Bajo mi cabeza para rebuscar más pinzas en el delantal que llevo y cuando la levanto, lo veo.Del otro lado de la sábana, la enorme sombra de un lycan está de pie, sin hablar y sé muy bien que es él.La brisa sopla desde el bosque, suena como un lamento triste al filtrarse por las ramas de los árboles.Me quedo por unos segundos mirando esa temible y poderosa presencia y sé que el Rey también me observa desde el otro lado.Él tuvo todas sus razones para enojarse, como bien me gritó, yo no tengo el derecho de tocar las cosas preciadas de sus seres queridos.Solo
VALERIA Me miró un poco sorprendida al inicio, pero luego disimuló lo mejor que pudo y siguió en lo suyo. Supongo que mis cicatrices encandilaban a cualquiera. Prendas de vestir colgaban por todos lados y accesorios de costura llenando la vitrina en la pared del fondo. Me encantaba coser y bordar, en mis tiempos libres había practicado y era la que arreglaba toda la ropa de Dorian. — Valeria, ven conmigo a escoger los trajes para su majestad – la Gobernanta me ordenó y la seguí hasta el interior de la tienda. Nos pasamos un buen rato escogiendo telas y atuendos ya hechos, pañuelos, accesorios, todo, y prácticamente la decisión siempre recayó en mis gustos. Parece que el Rey quería ponerse elegante para ir a la manada “Silver Lake”. — Creo que con esto es suficiente – hablo con la Gobernanta que asiente. En eso, entra la dueña de la tienda, la Sra. Betty. — ¡Ya llegaron las telas nuevas, está todo listo! – dice entusiasmada y por alguna razón me mira con ojos brillantes y me
VALERIA— Sí, sí, por supuesto su majestad, que honor tenerlo en mi humilde tienda – enseguida la Sra. Betty le respondió con nerviosismo y se inclinó con respeto.— Gracias por su labor. Salga un momento señora Betty, abajo la espera Sasha para pagar— respondió, pero sus ojos no dejaban de mirarme ni un segundo.Aproveché que la costurera se marchaba deprisa, cerrando la puerta, para ir donde estaba doblado mi vestido y ponérmelo.Sin embargo, solo me acerqué al borde de la mesa cuando escuché unos pasos apresurados y me tensé al sentirlo pegado a mi espalda desnuda.Una mano rodeando mi cintura, acariciando mi vientre y la otra por encima del brazo con que me cubría los senos, solo una fina enagua sobre mis caderas separaba mi cuerpo del calor del Rey.— Suélteme, ¿qué cree que está haciendo? – forcejeé un poco intentando liberarme de su prisión, pero sus brazos se cerraron posesivamente, arrinconada entre la mesa y su enorme cuerpo que me cubría.El acelerado latido de su corazón r