VALERIATiemblo al ver aparecer al Rey Aldric por la puerta, endemoniado y absolutamente enojado.Me separo del Lycan que me curaba y mi instinto me da por acurrucarme contra la esquina de mi cama, tiritando y apretando las sábanas con fuerza contra mi pecho, como si eso me pudiese proteger de su furia.— Solo le estaba dando medicina, señor – responde levantándose, dejando el brebaje en la mesita y girándose para enfrentarlo.— Pudiste ordenarle esa tarea a una doncella, no te quiero cerca de ella – le dice gruñendo, su voz estridente y rara, como cuando estaba encadenado.— Bien, solo quería ayudar, estaba a punto de morir.— Hay muchas cosas que hablar sobre eso, ahora sale, llama a la Gobernanta. Quiero a todo el servicio de guardia en la cocina – le ordena y el guardián se marcha caminando hacia la puerta.Los Lycans no son tan sumisos con Aldric como los demás, pero es obvio también la jerarquía entre ellos, el Rey, es quien los controla.Al llegar a la entrada se gira sutil hac
VALERIASimplemente, me cargó al estilo princesa de la cama y no importa cuanto le dije que yo podía sola, le entró por un oído y le salió por el otro.— Sujétate bien – me ordenó cuando no supe ni cómo acomodarme contra su robusto pecho.Subí las manos medio dudando y las pasé por detrás de su fuerte cuello.— Pégate más, ¿tan desagradable soy para ti? – bajó la mirada congelada para fulminarme y negué enseguida con la cabeza, como una muñeca con resortes en el cuello.Mis dedos se entrelazaron sobre su nuca, su corazón palpitaba poderoso contra mi costado y luchaba para que mis ojos no vagaran por sus facciones masculinas.El cabello fuego se arremolina y danza con su andar impetuoso por los pasillos del castillo y luego bajando las escaleras, como si no llevase peso alguno encima.Toda su piel se siente caliente y cerca de mi nariz ese estimulante aroma tienta mis sentidos.¿Habrá controlado ya su celo? Quizás, pronto tenga que sacar de los pelos a más de sus amantes.— No tengas m
VALERIA Ni siquiera siento el olor que dice, pero claro, él es una especie muy superior.— Qué inteligente, Valeria probó la comida que no tenía veneno, pero al tomar la charola para taparla y ponerla encima, ese polvillo azul cayó sobre los alimentos — la Gobernanta hizo el resumen de lo que todos nos imaginamos.— Quizás se active con el calor y mezclado con el aroma de la comida, fue imposible para su majestad detectarlo.Se escuchó una algarabía repentinamente y la cocinera entró llorando a la estancia por la puerta trasera.Un hombre la traía casi a rastras del brazo y la arrojó de rodillas sobre la fría baldosa.Me asombré un poco al verlo por su gigantesco tamaño y los músculos tensos y abultados de los brazos, demasiado grandes, creo que incluso más que Aldric.Una barba oscura y ojos azules eléctricos, pero afilados, el hecho de que fuera calvo solo le agregaba más salvajismo a este Lycan.Estaba segura, era uno de los guardianes.— ¡Su majestad he sido su cocinera por mucho
VALERIAEl carruaje del Rey era espacioso y cómodo, forrado de un suave terciopelo en rojo y negro.Habíamos partido del castillo desde la mañana, por las intrincadas carreteras, hacia esa manada distante.En cuanto salimos de la oscura neblina que rodeaba el bosque, me tensé un poco mirando nerviosa a través de la ventana.Es absurdo pensar que aún estarían cazándome fuera de la manada Golden Moon, quizás ni se imaginan que continúo con vida.Su majestad estaba sentado frente a mí, leyendo unos manuscritos, concentrado en lo suyo.Es un hombre de no hablar mucho y el viaje comenzó a hacerse bien aburrido.En algún momento cerré los ojos, hasta que una sacudida del carruaje me hizo despertar asustada.Un calor pegado a mi costado, mi cabeza recostada sobre un amplio y cómodo hombro.— ¡Lo lamento su majestad! – me incorporé enseguida más firme que una estaca al darme cuenta de que dormitaba recostada al Rey.¿Acaso él no estaba en el asiento de al frente?— ¿Por qué te disculpas esta
VALERIA— ¡Su ma…!— ¡Ni se te ocurra! – Aldric le ladró enojado y los labios del hombre se cerraron como si tuviesen pegamento.He descubierto que le gusta pasar desapercibido y no decir su título por todos lados.El recién llegado se quedó congelado en el medio de la instancia y los comensales de las mesas no se atrevían a mirarnos de manera directa, pero era obvio las orejas paradas para enterarse del chisme.— Valeria sube a la habitación —su voz grave me ordenó y asentí, viéndolo marcharse hacia la salida con ese hombre lobo que, a pesar de su sumisión, parecía ser un Alfa.Subí las chirriantes y viejas escaleras hasta el tercer y último piso, en lo que el mozo buscaba el equipaje.Caminé por el estrecho pasillo en dirección a la puerta del cuarto “más grande” disponible, según el número en la llave.— No puede ser – murmuré a punto de querer halarme los pelos— Estoy fastidiada.Pensé, quitándome la capa y mirando la camita pequeña arrinconada a una pared.Frente a mí, una puerta
VALERIANunca pensé que repetiría esta humillación en mi vida, prácticamente rogarle a un hombre para que me hiciera algo íntimo y ser rechazada totalmente.— Lo lamento, yo… — baje la cabeza para disimular la desilusión y la vergüenza.— No te disculpes más por cualquier tontería. El culpable soy yo y nadie más – me dice exasperado.Levanto un poco los ojos para verlo girarse, de espaldas a mí y mesarse el cabello con fuerza, con frustración, pareciera sostener una lucha contra algo.— Báñate y cámbiate, iremos a almorzar a la casa del Alfa. Luego te vengo a buscar – me ordena tajante, sin siquiera mirarme y se marcha escapando por la puerta.¿Por qué me siento herida y decepcionada? Él fue quien comenzó todo esto, ¿qué hice mal?— ¿Qué esperabas idiota? – me recrimino a mí misma con rabia.Estoy enojada por haber cedido tan fácil, por haber roto la regla principal.“Nunca cometas el error de fijarte en el Rey Aldric, para él, todas las mujeres son juguetes desechables de un solo us
ALDRICDebería alejarla por completo de mi lado, pero solo pensar en esa posibilidad, hace que cada célula de mi cuerpo ruja en protesta.Valeria se nota que guarda secretos y un pasado tormentoso, se merece a un buen hombre lobo que la ame incondicionalmente, no a ningún Lycan.Ni siquiera Quinn, que parece tener algún interés especial por ella. No lo permitiré, él no es digno de mi pequeña loba, en realidad, nadie lo es.Todos los Lycans llevamos la violencia y la oscuridad por dentro, la m4ldición de destruir aquello que más amamos y Valeria, no será la excepción.Terminaré haciéndola pedazos entre mis manos.*****VALERIANos dirigimos a la casa del Alfa, a través de las calles media desiertas.Esta manada es un poco lúgubre y húmeda, nadie habla mucho y nos miran con desconfianza y temor.Camino al lado del Rey, debería ir detrás como los sirvientes, pero me ordenó caminar a su lado, como si fuese su igual.Antes, eso podría conmoverme, ahora, me da lo mismo.Solo soy una criada
VALERIAMiro al lado para ver a la hija del Alfa que ha salido también al exterior.— Bueno, su majestad se toma muy en serio el cuidar de su manada – respondo en modo sirvienta fiel y diplomática.Ella comienza a hablarme relajada, joven al fin, sin muchas preocupaciones.Me cuenta entusiasmada de una feria nocturna que hacen en el centro del pueblo, donde venden sus especialidades locales.El hecho de que no me mire raro o no me trate diferente por mis cicatrices, hace que le dé un punto a su favor.— Parece que hay muchas cosas interesantes, me gustaría ir, pero yo no puedo moverme de al lado de su alteza, lo lamento…— Ve con ella si quieres – la voz de Aldric se escucha a mi espalda.— Voy a demorarme un poco aquí y puedes distraerte en el centro de la plaza, no te alejes mucho, me uno a ustedes pronto.Me giro para verlo rebuscando en su bolsillo y ya me imagino lo que hará a continuación.— Gracias, señor – agradezco con rapidez, casi halando a la chica para escaparme.— Espera