VALERIANo es que tenga mucho para recoger, sobre la cama hago un pequeño bulto con algunos cambios de ropa viejos que me has donado y lo más importante, el dinero que me dio el Rey.Solo cuento con eso para sobrevivir.Amparada por la noche y la oscuridad, vago por los pasillos, mirando asustada hacia todos lados, con claras intensiones de fugarme.Llego a la cocina y busco la puerta trasera, obvio no me expondré a salir por la puerta principal.Al mirar la encimera donde se sirve la comida del Rey, una ira crece dentro de mi pecho, ¿por qué harían algo como eso? ¿Quién puede ser tan cruel como para mandar a una inocente a la muerte segura?La doncella que ayudó a la que se hirió la mano es mi principal sospechosa, la que tuvo la oportunidad en mi descuido. Quizás incluso ambas trabajan juntas.Salgo al patio interior y corro hacia la puerta por donde entran las carretas con mercancías y víveres.El bosque me recibe, oscuro y tenebroso, da algo de miedo, no sé a dónde dirigirme aho
VALERIA — Mmmmnnn ggrr – gruño y las lágrimas de impotencia caen sobre mis mejillas.Aborrezco sentirme tan indefensa, odio esto y una ira va creciendo en mi interior cuando mis piernas son abiertas sin piedad, con un dolor punzante y sus dedos van a arrancar mi braga para acceder a mi intimidad.Comienzo a ver en rojo, es el mismo sentimiento de cuando asesiné a mi ex pareja.Un cuervo grazna sobre las altas copas de los árboles y mi consciencia empieza a ceder a mi ira, a la oscuridad en mi interior.“Matar, matar, matar” es lo único en lo que pienso ahora mismo.— ¡Aaahhh!— ¡¿Pero qué demonios?! ¡No, no, no…! ¡Aahaahhh!…Gritos se escuchan sacándome del trance y el peso sobre mis caderas cede.Mis manos también son liberadas y me incorporo enseguida temblando, apartando esa asquerosa camisa de mi cara y el paño de mi boca.Algo salpica en mi rostro, llevo los dedos a mis labios, hacia el líquido caliente que tiñe mis cicatrices y a través de la oscuridad veo la sangre fresca y la
VALERIATiemblo al ver aparecer al Rey Aldric por la puerta, endemoniado y absolutamente enojado.Me separo del Lycan que me curaba y mi instinto me da por acurrucarme contra la esquina de mi cama, tiritando y apretando las sábanas con fuerza contra mi pecho, como si eso me pudiese proteger de su furia.— Solo le estaba dando medicina, señor – responde levantándose, dejando el brebaje en la mesita y girándose para enfrentarlo.— Pudiste ordenarle esa tarea a una doncella, no te quiero cerca de ella – le dice gruñendo, su voz estridente y rara, como cuando estaba encadenado.— Bien, solo quería ayudar, estaba a punto de morir.— Hay muchas cosas que hablar sobre eso, ahora sale, llama a la Gobernanta. Quiero a todo el servicio de guardia en la cocina – le ordena y el guardián se marcha caminando hacia la puerta.Los Lycans no son tan sumisos con Aldric como los demás, pero es obvio también la jerarquía entre ellos, el Rey, es quien los controla.Al llegar a la entrada se gira sutil hac
VALERIASimplemente, me cargó al estilo princesa de la cama y no importa cuanto le dije que yo podía sola, le entró por un oído y le salió por el otro.— Sujétate bien – me ordenó cuando no supe ni cómo acomodarme contra su robusto pecho.Subí las manos medio dudando y las pasé por detrás de su fuerte cuello.— Pégate más, ¿tan desagradable soy para ti? – bajó la mirada congelada para fulminarme y negué enseguida con la cabeza, como una muñeca con resortes en el cuello.Mis dedos se entrelazaron sobre su nuca, su corazón palpitaba poderoso contra mi costado y luchaba para que mis ojos no vagaran por sus facciones masculinas.El cabello fuego se arremolina y danza con su andar impetuoso por los pasillos del castillo y luego bajando las escaleras, como si no llevase peso alguno encima.Toda su piel se siente caliente y cerca de mi nariz ese estimulante aroma tienta mis sentidos.¿Habrá controlado ya su celo? Quizás, pronto tenga que sacar de los pelos a más de sus amantes.— No tengas m
VALERIA Ni siquiera siento el olor que dice, pero claro, él es una especie muy superior.— Qué inteligente, Valeria probó la comida que no tenía veneno, pero al tomar la charola para taparla y ponerla encima, ese polvillo azul cayó sobre los alimentos — la Gobernanta hizo el resumen de lo que todos nos imaginamos.— Quizás se active con el calor y mezclado con el aroma de la comida, fue imposible para su majestad detectarlo.Se escuchó una algarabía repentinamente y la cocinera entró llorando a la estancia por la puerta trasera.Un hombre la traía casi a rastras del brazo y la arrojó de rodillas sobre la fría baldosa.Me asombré un poco al verlo por su gigantesco tamaño y los músculos tensos y abultados de los brazos, demasiado grandes, creo que incluso más que Aldric.Una barba oscura y ojos azules eléctricos, pero afilados, el hecho de que fuera calvo solo le agregaba más salvajismo a este Lycan.Estaba segura, era uno de los guardianes.— ¡Su majestad he sido su cocinera por mucho
VALERIAEl carruaje del Rey era espacioso y cómodo, forrado de un suave terciopelo en rojo y negro.Habíamos partido del castillo desde la mañana, por las intrincadas carreteras, hacia esa manada distante.En cuanto salimos de la oscura neblina que rodeaba el bosque, me tensé un poco mirando nerviosa a través de la ventana.Es absurdo pensar que aún estarían cazándome fuera de la manada Golden Moon, quizás ni se imaginan que continúo con vida.Su majestad estaba sentado frente a mí, leyendo unos manuscritos, concentrado en lo suyo.Es un hombre de no hablar mucho y el viaje comenzó a hacerse bien aburrido.En algún momento cerré los ojos, hasta que una sacudida del carruaje me hizo despertar asustada.Un calor pegado a mi costado, mi cabeza recostada sobre un amplio y cómodo hombro.— ¡Lo lamento su majestad! – me incorporé enseguida más firme que una estaca al darme cuenta de que dormitaba recostada al Rey.¿Acaso él no estaba en el asiento de al frente?— ¿Por qué te disculpas esta
VALERIA— ¡Su ma…!— ¡Ni se te ocurra! – Aldric le ladró enojado y los labios del hombre se cerraron como si tuviesen pegamento.He descubierto que le gusta pasar desapercibido y no decir su título por todos lados.El recién llegado se quedó congelado en el medio de la instancia y los comensales de las mesas no se atrevían a mirarnos de manera directa, pero era obvio las orejas paradas para enterarse del chisme.— Valeria sube a la habitación —su voz grave me ordenó y asentí, viéndolo marcharse hacia la salida con ese hombre lobo que, a pesar de su sumisión, parecía ser un Alfa.Subí las chirriantes y viejas escaleras hasta el tercer y último piso, en lo que el mozo buscaba el equipaje.Caminé por el estrecho pasillo en dirección a la puerta del cuarto “más grande” disponible, según el número en la llave.— No puede ser – murmuré a punto de querer halarme los pelos— Estoy fastidiada.Pensé, quitándome la capa y mirando la camita pequeña arrinconada a una pared.Frente a mí, una puerta
VALERIANunca pensé que repetiría esta humillación en mi vida, prácticamente rogarle a un hombre para que me hiciera algo íntimo y ser rechazada totalmente.— Lo lamento, yo… — baje la cabeza para disimular la desilusión y la vergüenza.— No te disculpes más por cualquier tontería. El culpable soy yo y nadie más – me dice exasperado.Levanto un poco los ojos para verlo girarse, de espaldas a mí y mesarse el cabello con fuerza, con frustración, pareciera sostener una lucha contra algo.— Báñate y cámbiate, iremos a almorzar a la casa del Alfa. Luego te vengo a buscar – me ordena tajante, sin siquiera mirarme y se marcha escapando por la puerta.¿Por qué me siento herida y decepcionada? Él fue quien comenzó todo esto, ¿qué hice mal?— ¿Qué esperabas idiota? – me recrimino a mí misma con rabia.Estoy enojada por haber cedido tan fácil, por haber roto la regla principal.“Nunca cometas el error de fijarte en el Rey Aldric, para él, todas las mujeres son juguetes desechables de un solo us