VICTORIA No sabía que había hablado Lucien con Cristal, se negaba a decirme nada, Errick también está receptivo al tema. Dijo que nos quedaríamos un par de días más aquí, que le gustaba el lugar. Ben se unirá a nosotros en un par de horas y estoy feliz por ver de nuevo a mi pequeño. Llevo la bandeja a la mesa que las doncellas colocaron afuera al aire libre. Los árboles nos dan sombra y la brisa fresca que se cuela por las ramas parecen traer un aire de alivio. Pero lo que sí me tiene nerviosa es la cercanía de Lucien a Daniel. Ambos están riendo y hablando, con unas enormes tarras de cerveza en sus manos. ¿Este es un nuevo método de Lucien? —“Creo que lo piensa emborrachar para sacarle información y luego le rebana la garganta” No puedo estar más de acuerdo con Inara. —“Deberíamos detenerlos, no quiero un enfrentamiento, además, sabemos quién está en desventaja” Me acerqué a la mesa dejando la bandeja con alitas a la BBQ. El beta de Daniel, su gamma y delta ta
VICTORIA De regreso en el castillo todo parecía tenso. Lucien se había encerrado en su oficina con los de la patrulla y podía escuchar sus rugidos furiosos. Prometí que no me iba a involucrar porque es un tema delicado para Lucien. Después de enterarnos de todo lo que pasó, saber que ella solo llegó con mentiras; solo nos pone a todos en una situación tensa. Ella claramente tramaba algo y sea lo que sea no era nada bueno. —Mamá, mira, Derta nos hizo galletas de chocolate con leche caliente. Me senté sobre la fina alfombra de lana suavecita. La chimenea a nuestra espalda calentando la pequeña habitación donde estábamos. Era nuestra habitación familiar. Había un juego de muebles en el centro de color negro. El enorme candelabro sobre nuestra cabeza. Algunas pinturas muy valiosas en las paredes y algunos estantes con fotografía de nosotros y dibujos de Ben. Afuera comenzaba a nevar y ya se estaba formando una fina capa de nieve. Otro rugido de Lucien hizo tintinear e
LUCIEN Intenté quitarlas, pero estas se apretaban cada vez más. Me estaba desesperando y no sabía lo que pasaba. Victoria parecía estar dormida, supongo que no está consciente de lo que pasa a su alrededor. —Victoria, mi Reina, debes escucharme, por favor, despierta. Saqué mis garras listas para cortar las enredaderas, pero algo me decía que no lo hiciera. Una brisa comenzó a soplar fuerte desde afuera y un resplandor iluminaba cada parte oscura de la habitación. Cuando giré en dirección a las ventanas me sorprendí mucho al ver el fuego que se removía en el aire. Se deslizaba como el viento, creando una especie de delgadas cortinas y no estaba seguro de si sucedía en todo el castillo. —Victoria, amor, debes despertar. Todo lo que había en la habitación empezó a elevarse, nada de esto parecía real. Sentí que perdía la estabilidad, mis pies dejaron el suelo, todo en esta habitación flotaba como si no hubiera gravedad. —Mi Reina, estoy aquí contigo, por favor regres
VICTORIA No sabía qué pensar al respecto, tampoco quería pensar demasiado, dejaría que todo viniera a su paso. —Yo lo ayudaré a entrenar sus poderes mami, seré un buen hermano mayor. Sonreí al ver a mi hijo inflar su pecho con orgullo, no le perdió nada al padre. Solo espero que no sea igual de bruto y salvaje cuando consiga a su pareja. —“Lo será, créeme, jajajaj” ***** NARRADORADaniel recorría la manada junto con su beta y dos doncellas, estas mantenían la cabeza baja por miedo y respeto. Era la primera vez que estaban en otra manada a excepción de la pequeña que los ayudó en el bosque. Caminaba por las pequeñas calles lejos de la vía principal. Una algarabía de personas no muy lejos llamó su atención y fue a ver qué pasaba. —Eres una perra traidora… —Debiste haber muerto… —Bruja malagradecida, mordiste la mano de tu amo… —¿Cómo fuiste capaz de atentar contra nuestra Reina?… ¡Así que… ella es la hermana de Lucien! Pensó Daniel observando fijamente a la mujer en
NARRADORA La tierra se teñía de rojo y el bosque comenzaba a emanar calor puro. Los guerreros de la pequeña manada luchaban con sus vidas para darle tiempo a las mujeres y niños de huir. —Kara, hija, yo debo regresar a ayudar a tu padre… —No, mamá, no me dejes, no sabré qué hacer sin ti. —Escúchame, hija— la Luna miraba hacia atrás, viendo como el peligro se acercaba. Sus manos temblaban; sabía que este sería su fin. —Ve a las tierras del Rey, la Reina es una guardiana, ella te ayudará… —Mamá no— Kara lloraba, sabía que esta era una despedida. —Ya no tienes por qué esconderte mi niña, eres una guardiana y ahora hay leyes que te protegerán. Ve y cuida de nuestro pueblo. Los gruñidos de bestias resonaban a lo lejos, un resplandor púrpura iluminaba el cielo. Esto era algo con lo que jamás se habían enfrentado. —Ve, debes decirle a los Reyes lo que has visto, ellos deben saber lo que se avecina; con lo que se van a enfrentar. La mujer empujó a su hija para irse, pero e
NARRADOR En una noche fría y lluviosa, donde los rayos cruzaban el cielo y la lluvia arreciaba. Se podía escuchar los gritos de una mujer en una pequeña casa. Los gritos de la Reina Luna, llenaban la pequeña habitación mientras doncellas corrían de un lado a otro con paños ensangrentados. —Mi Reina, ya falta poco, solo, puje un poco más. La Luna de la pequeña manada donde se encontraba, la animaba para seguir, pero en su ser estaba escondida la envidia y la venganza. Afuera, el Rey junto con un puñado de sus hombres se mantenían al frente, ajeno a lo que ocurría dentro la pequeña casa de la manada donde su esposa estaba dando a luz. Los ojos dorados de su lobo se mantenían al frente, donde se podían oír los gruñidos de los lobos. Un rayo cruzó el cielo seguido de un estruendoso trueno. Los llantos fuertes y persistentes de un bebé llenaron el aire de la pequeña habitación. Las doncellas sacaron al bebé de la habitación, dejando a su Luna con la Reina, que se encontraba débil
NARRADORVictoria corrió hasta su madre, llorando y suplicando a quien la escuchara, que la salvara.—Mama... mama... dime qué hago, por favor.Ailena alzó su mano temblorosa para acariciar la mejilla de su hija.La sangre salía sin parar de sus heridas.Un charco de sangre ya se encontraba a su alrededor, su vida se estaba escapando en solo segundos a manos de su propio compañero.—Hija... debes ser... debes ser fuerte... dame... dame tu cuchillo.Victoria rápidamente lo sacó y se le entregó.—Extiende... tu mano y... y también descubre al... al pequeño.Ella lo hizo, mirando como su madre hacía un corte en su mano.Limpió su sangre con la muselina del pequeño y tomó la sangre de su hija en sus manos.Pasándola por la carita del bebé, asegurándose de que la sangre entrara en su pequeña boca.Su mano cayó con fuerza al suelo, sus fuerzas la estaban abandonando al igual que su vida.—Mamá, por favor, no me dejes, no sé qué debo hacer, por favor.—Victoria... ahora debes... ser fuerte..
VICTORIA Abro mis ojos encontrándome con el cielorraso blanco sobre mi cabeza. Mi respiración está acelerada y el sudor cubre mi cuerpo. Aún puedo sentir en mi piel, el miedo y la angustia de aquella pesadilla que parece no querer desaparecer en los últimos años. Cierro los ojos tomando una gran bocanada de aire antes de soltarlo e intentar levantarme. La puerta es abierta estrepitosamente, haciéndome saltar, mirando como el pequeño tornado viene a mí corriendo. —Mamiiiii, ya estás despierta, te hice el desayuno. —Déjame adivinar... leche y cereal. —¿Tuviste una pesadilla otra vez mami? Como mentirle a un pequeño que tiene un montón de rarezas especiales. Entre ellas; la capacidad de saber cuando su madre le miente. —Estás sudada mami y el calor desapareció de tu cuerpo, déjame calentarte. Envolví mis brazos alrededor de él, sintiendo el abrazo de oso que me da. Su calor se aferra a mí, haciéndome sentir serena y en completa paz. —Listo, ahora a desayunar. Y