CAPÍTULO 91: SE DESATA EL INFIERNO—Vamos a mi casa.Cuando Alexander me dice que vayamos a su casa lo miro en silencio por unos segundos. Sé que está tratando de protegerme, mantenerme lejos de Ethan, pero no quiero estar en su casa, ni cerca de su padre. Es demasiado peligroso que nos vean juntos, en especial ahora.—No, a tu casa no. Al pent-house, es mejor.—Bien. Iremos allí —dice con una sonrisa.Cuando llegamos a Alexander insiste en preparar algo de comer. Me siento en la barra de la cocina mientras lo veo batallar con los ingredientes, una sonrisa burlona se forma en mis labios.—¿Estás seguro de que sabes lo que haces? —le pregunto, viendo cómo la sartén empieza a humear peligrosamente.Él me lanza una mirada divertida.—Por supuesto. Solo espera, esto va a ser increíble.No puedo evitar reírme cuando el humo comienza a llenar la cocina y el aroma a quemado se hace evidente. Alexander se apresura a apagar la estufa, maldiciendo en voz baja mientras agita una toalla para disi
CAPÍTULO 92: HUMILLADAEl aire parece detenerse cuando mis ojos se posan en las fotografías empapeladas en las paredes del edificio. El pánico se apodera de mí, como si algo me estuviera apretando el pecho. Cierro los ojos, rogando, suplicando en mi mente que todo esto sea una maldit4 pesadilla de la que pueda despertar. Pero no es así. Las fotos están ahí, y el susurro colectivo de los empleados me lo confirma: todos lo saben.De pronto, escucho pasos que se acercan y al abrir los ojos, ahí están. Ethan y Lilian. Se sorprenden como si no supieran nada de esto, pero conozco demasiado bien sus expresiones; hay algo extraño aquí, es como si ellos ya lo hubiesen sabido… ¿será por esa razón que ayer Ethan no me llamó? ¿Y si todo este tiempo nos estuvieron siguiendo? Mi corazón late tan rápido que estoy segura de que tendré un ataque cardiaco en cualquier momento. El peor miedo de mi vida hecho realidad en un maldit0 segundo. Trago en seco mientras veo que Ethan avanza rápidamente y con lo
CAPÍTULO 93: UNA SEÑALLas calles de la ciudad parecen difusas mientras Alexander me lleva de regreso al pent-house. El silencio entre nosotros es denso, como una tormenta a punto de estallar. Aunque estamos juntos, siento la distancia, es como si lo que pasó hubiese hecho una grieta, que se ha formado desde el instante en que esas fotografías aparecieron en la empresa. Todo el mundo lo sabe ahora. Somos el centro del escándalo, el objeto de miradas y cuchicheos.Cuando entramos al departamento, me dejo caer en el sofá, agotada. Alexander se mueve con calma por el lugar, pero puedo ver la tensión en sus hombros, la frustración que se cuela en sus gestos.Enciendo la televisión buscando distraer mi mente, pero no espero encontrar mi cara y las mismas fotos en toda la pantalla. No hace falta que diga nada. Ahí estamos, nuestras imágenes aparecen en la sección de chismes, entre los socialités y empresarios más importantes del país. Nuestro secreto, nuestro amor, expuesto a la crueldad de
CAPÍTULO 94: ES INJUSTOLas luces blancas y frías de la estación de policía me incomodan apenas cruzo la puerta. No puedo evitar sentir un nudo en el estómago mientras camino hasta el mostrador, con la esperanza de que Alexander esté aquí, pero también temiendo la confirmación. Un oficial detrás del mostrador apenas me mira cuando me acerco, indiferente. Me detengo un momento, tratando de calmar mi respiración.—Estoy buscando a Alexander Blackwood —digo con la voz firme, aunque por dentro me siento destrozada—. Me dijeron que lo trajeron aquí.El policía me lanza una mirada desinteresada, como si no le importara en lo más mínimo lo que estoy pidiendo. Ni siquiera se molesta en contestar de inmediato; en su lugar, toma un sorbo de café y sigue revisando algunos papeles.—No tenemos a nadie con ese nombre —responde con indiferencia, sin siquiera mirarme.El impulso de gritarle y exigir que me responda es fuerte, pero sé que no me servirá de nada. Me armo de paciencia, algo que parece c
CAPÍTULO 95: DÉJÀ VUEl aire parece ponerse pesado en cuanto salgo de la sala de visitas de la estación de policía. Odio tener que dejar a Alexander ahí, pero por ahora no puedo hacer nada más que decirle que lo amo y que estaré a su lado. Sin embargo, no puedo permitir que Ethan se salga con la suya, no mientras yo pueda hacer algo al respecto. Me acerco de nuevo a la recepción, determinada a conseguir respuestas.—¿Qué tengo que hacer para que lo liberen? —le pregunto con firmeza al oficial detrás del escritorio.El policía ni siquiera se molesta en levantar la vista; sigue escribiendo en su computadora como si yo fuera un mosquito molesto. Exhalo con fuerza, pero antes de que pueda insistir, responde:—La fianza está fijada en cien mil dólares. Si puede reunir el dinero, quedará libre hasta el juicio.¿Cien mil? Me cuesta asimilar el monto. No es que no pueda pagarlo, pero me parece exagerado para el delito del que se le acusa. Respiro hondo y trato de mantenerme calmada. Necesito
CAPÍTULO 96: INCERTIDUMBRECada paso que doy mientras bajo las escaleras parece robarme un trozo de cordura. Mis piernas apenas sostienen mi peso, y siento el frío apoderarse de mí hasta los huesos, como si acabara de sumergirme en hielo. Cada parte de mi cuerpo tiembla de manera incontrolable, y mis manos están tan pálidas que parecen de papel. Nunca quise que las cosas llegaran a esto. Por muy profundo que sea mi odio hacia Ethan, nunca habría deseado hacerle daño. Yo no soy como él, no tengo esa crueldad calculadora. No soy una asesina.A mi lado, escucho a Lilian gritar, su voz se mezcla con los ecos de la caída de Ethan, llenando el vacío de la casa.—¡Eres una asesina, Sophia! ¡Lo mataste! —me grita mientras corre hacia el cuerpo de Ethan y trata de hacerlo reaccionar. Él no responde, permanece inmóvil, con su respiración apenas perceptible.Sacudo la cabeza, con la voz atrapada en mi garganta.—No, Lilian, no… Yo no lo maté. Solo me defendía… Tú lo viste. ¡Él se cayó solo! —dig
CAPÍTULO 97: KARMAMientras camino por el pasillo del hospital, todo a mi alrededor se siente irreal, casi etéreo. Me parece increíble que apenas hace unas horas estuviera bajando esas escaleras, temblando de miedo por lo que había pasado con Ethan. Ahora estoy aquí, tratando de asumir el peso de las consecuencias. Me rodea un silencio ensordecedor, roto solo por el ruido lejano de los monitores y el eco de mis propios pensamientos.Saco mi teléfono y, después de dudar unos segundos, marco el número de Sabrina. Ella contesta de inmediato.—Sophia, ¿dónde estás? ¿Estás bien?Su voz transmite preocupación sincera, y eso me da un poco de fuerza.—Estoy en el hospital, Sabrina. Ethan tuvo… un accidente. Estoy aquí con Parker, pero necesito que vengas.—Voy en camino —responde, sin hacer preguntas, y cuelga.Mientras espero a Sabrina, noto a Lilian acercándose. No ha dejado de mirarme desde que llegué. En sus ojos no hay rastro de pena, solo furia y rencor. Su rostro está crispado y, apena
CAPÍTULO 98: LAS PALABRAS DEL SEÑOR HARRISONSalgo del hospital aun sintiendo una mezcla de emociones que me cuesta entender. Por un lado, el impacto de lo que pasó con Ethan me deja con una sensación de alivio extraño, como si todo lo que me hizo se le hubiera regresado en forma de justicia poética. Pero, al mismo tiempo, hay un peso de culpa e incertidumbre que no desaparece. La imagen de él tendido en la camilla, inmóvil…De pronto, mi teléfono suena y, al ver la pantalla, noto un número desconocido. Contesto, con la esperanza de que no sea más malas noticias.—¿Señorita Sophia? —pregunta una voz femenina al otro lado de la línea.—Sí, soy yo. ¿Con quién hablo?—Soy la enfermera a cargo del señor Harrison Blackwood. Me comunico para informarle que hoy ha experimentado una mejoría. Pudo hablar, aunque con dificultad. Lo primero que pidió fue verla.Una calidez inesperada me invade. Después de tanto, saber que Harrison está progresando y que, además, desea verme, me hace olvidar por