Extra Esa mañana, Alexander se despertó sintiéndose bastante mal. Desde el momento en que abrió los ojos, sintió una fatiga abrumadora y un dolor de cabeza punzante que no lo dejaba concentrarse. A pesar de que tenía una lista de tareas importantes en el trabajo, no pudo conseguir terminar nada debido a su malestar. Preocupado por su estado, decidió que era mejor ir al médico para hacerse revisar. No quería arriesgarse a que fuera algo serio, así que se dirigió a la clínica más cercana. Al llegar, fue atendido rápidamente y se sentó en la sala de espera, sintiéndose un poco ansioso. Cuando finalmente entró en la consulta, el médico lo saludó con una sonrisa y le pidió que se sentara. —¿Qué te trae por aquí hoy? —preguntó el médico, observando a Alexander con atención. —Me he estado sintiendo muy cansado y tengo un dolor de cabeza constante. No puedo concentrarme en mi trabajo. —explicó Alexander, tratando de ser lo más claro posible. El médico lo examinó y le hizo alguna
La tarde había caído, pero la habitación de Dina estaba oscurecida por las cortinas. La pequeña se encontraba acurrucada bajo la manta, su rostro sonrojado por la fiebre. Lauren la observaba desde la silla al lado de la cama, preocupada. —Mamá, ¿por qué me duele la cabeza? —preguntó Dina con una voz débil, sus ojos grandes y cansados. —No lo sé cariño, mi amor. Te prometo que pronto te sentirás mejor —susurró, acariciando suavemente la frente de su hija. El sonido de la puerta abriéndose interrumpió el momento. Alexander, el padre de Dina, entró con una expresión de preocupación en su rostro. —¿Cómo está la pequeña? —preguntó, acercándose a la cama. —Sigue con fiebre y se queja de dolor de cabeza. Ya le di la medicina, pero no parece mejorar —contestó Lauren, sintiendo que la angustia comenzaba a apoderarse de ella. —Creo que deberíamos llevarla al hospital —dijo Alexander, con determinación en su voz—. No quiero arriesgarme a que esto empeore. —No sé... —Lauren dudó, sintiend
Extra Cuando regresaron a casa, Lauren se dirigió a la habitación de Jake. Al abrir la puerta, lo encontró sentado en su escritorio, rodeado de libros, hojas de apuntes y su computadora portátil, tecleando frenéticamente. —Jake —lo llamó suavemente—. ¿Tienes un momento? Él levantó la vista, con una expresión de agotamiento en su rostro. —Lauren. Estoy un poco ocupado ahora, ¿puedes darme un momento? —soltó, volviendo a concentrarse en la pantalla. Lauren se acercó y se apoyó en el marco de la puerta, sintiendo que debía intervenir. —Lo sé, pero creo que deberías tomar un descanso. Has estado trabajando sin parar. El picnic fue muy divertido y me gustaría que hubieras venido —dijo, tratando de sonar comprensiva. Jake suspiró y se pasó la mano por el cabello, frustrado. —Lo sé, y lamento no haber podido. Pero ahora más que nunca tengo que poner de mi parte. Este proyecto es muy importante y quiero hacerlo bien —explicó, sin dejar de mirar la pantalla. —Entiendo que quieras hac
Extra Jake había estado concentrado en sus estudios y sentía que necesitaba un descanso. Así que, sin pensarlo mucho, decidió invitar a Katherine a salir. —¿Te gustaría salir a beber algo? —le propuso Jake. —Claro, suena bien —respondió Katherine, sonriendo—. Pero, ¿no deberíamos estar estudiando?Jake se rió, sintiendo que la tensión se disipaba un poco.—Tal vez, pero un pequeño descanso no le hará daño a nadie. Además, siempre podemos volver a estudiar después —dijo, tratando de convencerla.Así que ambos se dirigieron a un bar cercano. Él ambiente era distendido, relajado, con música suave y luces tenues. —¿Cómo va ese proyecto del que hablabas? —inquirió, intentando mantener la conversación ligera.—Ah, ya sabes, lo mismo de siempre. Pero hablando de eso, ¡no puedo creer que hayamos decidido salir en vez de estudiar! —soltó ella, riendo nerviosamente.—Yo tampoco, la verdad es que mi hermana Lauren me ha recomendado que no solo me enfoque en mis estudios, no pretende que me d
Extra Jake, sentado en el sofá, no podía contener la emoción que sentía. Acababa de recibir la noticia de su admisión a la prestigiosa Universidad de Nueva York y su familia se había reunido para celebrarlo.—¡No puedo creerlo, Jake! ¡Estoy tan orgullosa de ti!— exclamó Lauren, abrazando a su hermano menor con cariño. Alexander, el esposo de Lauren, se acercó a Jake con una sonrisa en el rostro.—Sabía que lo lograrías —soltó, dándole una palmada en la espalda. Alexander se había convertido en una figura paterna y mentor para Jake, brindándole el apoyo que su propia familia, (su madre) no le dio. Jake sonrió, sintiéndose aturdido por la emoción del momento.—Gracias a los dos. No sé qué habría hecho sin ustedes— expresó, mirando a Lauren y Alexander. Durante la cena, la conversación giró en torno a los planes de Jake para la universidad. Lauren y Alexander escuchaban con atención, ofreciendo consejos y compartiendo sus propias experiencias. Jake se sentía afortunado de tener a su
Extra Jake observaba distraídamente la pantalla de su computadora portátil, la mirada perdida entre los gráficos y las hojas de cálculo que llenaban la interfaz. A su lado, Katherine tecleaba con determinación, sus dedos danzando sobre el teclado mientras revisaba los diseños para su último proyecto. El silencio entre ellos se había vuelto cada vez más tenso en las últimas semanas, la presión de los estudios y las incertidumbres sobre el futuro pesando sobre sus hombros. —¿Jake? ¿Estás bien? —La voz de Katherine lo sacó de su ensimismamiento. Ella lo miraba con preocupación, sus ojos verdes brillando con una mezcla de cariño y frustración. Jake suspiró, pasándose una mano por el cabello castaño. —Sí, sí, estoy bien. Solo... un poco estresado, supongo. —Intentó esbozar una sonrisa, pero esta no llegó a iluminar su rostro. —Entiendo. Estos últimos meses han sido duros para los dos. —Katherine cerró su portátil y se acercó a Jake, tomando su mano entre las suyas.— Pero lo estás hac
Extra Jake respiró hondo, sintiendo cómo la tensión en su cuerpo aumentaba. En ese preciso momento, él pensó en su hermana. Así que la llamó. —Jake, ¿estás bien? —preguntó Lauren al descolgar. —No, no estoy bien —respondió Jake, su voz cargada de frustración—. Mamá está aquí, pidiéndome dinero. ¡No sé qué hacer! ¿Cómo demonios supo dónde estudio? Lauren se quedó en silencio por un momento, procesando lo que su hermano le había contado. Su indignación creció al escuchar sobre la aparición de Margaret. —¿Qué? ¿Esa mujer tuvo la audacia de volver? —exclamó Lauren, su tono lleno de desprecio—. No puedo creerlo. Jake tomó una profunda bocanada de aire. —Lo sé, pero no puedo simplemente ignorarla. Ella es… —Jake se detuvo, luchando por encontrar las palabras adecuadas. —¡No! Escúchame, Jake —interrumpió Lauren—. No tienes que hacer nada que no quieras. Si ella sigue acosándote, la denunciaré. No hay forma de que se salga con la suya esta vez. Jake sintió cómo su corazón se alige
Aquel día, Bianca entró al baño con una mezcla de nerviosismo y esperanza. Había decidido hacerse unos tests de embarazo, aunque no quería ilusionarse demasiado, ya que la última vez había sido decepcionante. Sin embargo, esta vez sentía un presentimiento diferente. Con manos temblorosas, realizó la prueba y esperó los minutos que parecieron eternos. Cuando finalmente miró el resultado, su corazón se detuvo por un instante. El test era positivo. No podía creerlo. Una oleada de emociones la invadió: alegría, incredulidad y un poco de miedo. Cuando Elijah llegó a casa, Bianca decidió que quería hacer algo especial para compartir la noticia. Sabía que este momento era significativo y quería que fuera memorable. Así que se puso a preparar una pequeña sorpresa. Con cuidado, decoró la mesa del comedor con velas y flores. También preparó una cena sencilla pero deliciosa, asegurándose de que todo estuviera perfecto. Mientras cocinaba, su mente no podía dejar de pensar en cómo Elijah rea