CAPÍTULO 2: LA VERDADERA CARA DE MI ESPOSO

CAPÍTULO 2: LA VERDADERA CARA DE MI ESPOSO

Paralítica…

Me quedo procesando esas palabras mientras la realidad me golpea como en el accidente. No puede ser… no puede ser…

Mis ojos se llenan de lágrimas que apenas y puedo contener.

—¿Qué dices?... No, eso no puede ser verdad…

Antes de que Ethan o Lilian me puedan contestar, un médico entra en la habitación con el semblante serio.

—Bienvenida al mundo de los vivos Sophia —saluda—, ¿cómo te sientes?

—Doctor, no siento las piernas, por favor… dígame que no es cierto —suplico.

Él suspira. Observa a mi madrastra y a Ethan.

—No la voy a dejar sola, doctor. Ella es como mi hija —le dice con fervor.

—Está bien… se pueden quedar —murmuro. 

El doctor saca un lapicero y descubre mis piernas bajo las sábanas. Me quedo esperando sentir la sensación del lapicero en la planta de mis pies, pero los segundos pasan y no sucede nada. Hay un silencio eterno antes de que el doctor hable de nuevo.

—¿Sientes eso? —pregunta.

Tengo demasiado miedo de admitir que no. Se me forma un nudo en la garganta pero logro tragármelo para contestar.

—No.

*

Cuatro largas semanas transcurrieron en el hospital. Las peores de mi vida. Pensé que tenía todo asegurado, que mi vida era perfecta, pero con veinticuatro años, he perdido todo. A mi padre, mi libertad de poder caminar, mis ganas de vivir incluso…

Regresar a la enorme mansión se siente como algo vacío. Ahora soy un lastre, una inútil que no puede hacer nada por sí misma. Mi madrastra se baja del auto y espera paciente a que los sirvientes me dejen en la entrada.

Se supone que Ethan iba a buscarme, pero le surgió algo en la empresa y no pudo.

—Bueno, ya estás en tu casa —dice con un suspiro.

—Sé que te compadeces de mí Lilian, no tienes que fingir —le digo con mala actitud.

—No, claro que no —asegura arrodillándose frente a mí. Evito su mirada, si supiera que mi padre murió porque discutíamos por algo relacionado a ella, me odiaría—. Ahora estamos solo las dos. Tu padre murió, pero yo siempre estaré aquí para ti, te cuidaré. Seremos como hermanas, o mejores amigas, si te parece muy raro que sea tu madrastra —dice con una sonrisa.

—Gracias Lilian —respondo. Nunca imaginé que tuviese un corazón tan bueno.

En ese momento mi esposo sale de dentro de la casa y me recibe. Una de las mucamas corre hacia mí y empuja mi silla hacia dentro.

Lilian se despide diciendo que tiene cosas que hacer. Así que solo quedamos Ethan y yo. Ha estado distante y raro desde el accidente. Supongo que sigue en shock por la situación.

Ethan se queda observándome mientras la mucama termina de empujar la silla hasta el salón principal. El ambiente es frío, y la casa, que antes me parecía tan acogedora, ahora se siente como una cárcel. La silla en la que estoy sentada es mi propia prisión personal.

Ethan se sienta frente a mí, noto algo en su expresión que nunca había visto antes. Sus ojos, que antes me parecían cálidos y amables, ahora son fríos, calculadores. Siento un escalofrío recorrerme la espalda, pero trato de ignorarlo.

—Ethan… —empiezo, mi voz temblorosa—. Estoy tan perdida… no sé cómo voy a seguir con mi vida ahora… —Las palabras se me ahogan en la garganta mientras las lágrimas amenazan con desbordarse.

Él me observa en silencio durante un largo momento con su rostro imperturbable. Cuando finalmente habla, su tono es tan frío como su mirada.

—Por favor no sigas, Sophia —dice, su voz dura como el hielo—. No tengo ganas de escuchar tus lamentos.

Me quedo mirándolo, incrédula. ¿Qué está diciendo? ¿Por qué habla así?

—¿Qué? —susurro—. Ethan esto es una pesadilla para mí… sé que todo es diferente ahora, pero…

—Exacto. Todo es diferente ahora. Tú, y nuestra vida de matrimonio. Yo no me casé con una paralítica.

Lo estoy escuchando, pero me parece irreal. Hace ocho meses me había convertido en su esposa y todo parecía maravilloso. Ethan era cariñoso, apasionado y me amaba. O al menos eso fue lo que creí.

—Ethan… ¿qué… qué es lo que estás diciendo? Yo no pedí esto…

—Mira a tu alrededor, Sophia —responde, haciendo un gesto amplio con las manos—. Esta casa, el estatus, la empresa… todo está hecho para alguien vital, fuerte. —Se inclina hacia mí, sus ojos perforando los míos—. Pero ahora tú no eres nada de eso. Solo eres una inválida —repite.

Esto es peor que si me diera una bofetada en el rostro. Siento que el suelo se abre bajo mis pies, pero no puedo hacer nada para detener la caída.

—Ethan… —intento decir algo, cualquier cosa, pero me siento incapaz de formar una oración coherente.

—¿Qué esperabas? —continúa con desprecio—. ¿Qué te cuidaría? ¿Qué me quedaría aquí a tu lado, renunciando a todo por ti? ¿Por una mujer que ya no puede ni siquiera caminar?

Las lágrimas que había estado conteniendo comienzan a caer sin control. No puedo creer lo que estoy escuchando. Este no es el hombre con el que me casé. O tal vez siempre fue así y yo, ciega por el amor, nunca lo vi.

—¿Por qué…? ¿Por qué me haces…? —intento articular, pero me interrumpe.

—¡Basta! —grita—. ¡No quiero oír tus lamentaciones, Sophia! Tienes que entender que las cosas serán diferentes de ahora en adelante. No serás más que una carga, y no tengo intención de desperdiciar mi vida cuidando de alguien que ni siquiera puede pararse por sí misma.

—Entonces… ¿te divorciarás de mí? —pregunto, temiendo saber la respuesta.

Siento que me estoy desmoronando por dentro. Ethan se ríe con burla.

—Claro que no. Seguirás siendo mi esposa. A partir de ahora, harás lo que te diga. Seguirás trabajando en las fórmulas desde aquí, porque es lo único útil que puedes hacer. Pero no esperes nada más de mí, Sophia. No me interesas como mujer. —Se endereza, su expresión es de total desprecio—. Espero que lo entiendas, porque si no, las cosas se pondrán aún peor para ti. Y más te vale que te quedes bien callada.

Finalmente, se da la vuelta y sale de la habitación, dejándome allí, sola y rota. La realidad de lo que acaba de suceder me golpea con toda su fuerza. Me doy cuenta de que mi vida, tal como la conocía, se ha desmoronado por completo. Ethan me ha mostrado su verdadera cara, y ahora sé que no puedo confiar en él, ni en nadie.

Mi futuro, que antes parecía tan brillante, ahora es solo oscuridad y dolor. No puedo escaparme de él, estoy tan atada a esta silla como lo estoy a Ethan…

—Papá… ¿por qué me dejaste sola? —sollozo.

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