CAPÍTULO 5: TODO SE REPITE

CAPÍTULO 5: TODO SE REPITE

—Hija… ¿estás bien?

—Sí. Sí papá —le digo limpiándome las lágrimas—, lo siento, es que, me puse algo sentimental.

Miro a Lilian y por más que quiera, ya no puedo verla igual. Todo en ella me parece falso, hipócrita y desleal.

—Tranquila, todo estará bien. Seguirás siendo la ingeniera en jefe de la empresa.

—Gracias, papá.

Esta vez me encargo de detallar la reacción de Lilian, también la de Ethan. Apenas tenemos poco menos de dos meses casados, pero todavía se sigue mostrando como un esposo amoroso conmigo.

—Mi amor, debes estar agotada, vamos a casa mejor —sugiere Ethan intentando tomarme por los hombros, pero mi respuesta automática es apartar mis brazos de él. No puedo ni verlo, mucho menos dejar que me toque, el rechazo que siento hacia él es visceral.

—No, solo necesito tomar un poco de aire —le digo dando un paso lejos.

Sin querer, me tropiezo con Alexander. El hermano mayor de Ethan. Él me mira con una ceja enarcada, pero no dice nada. Siempre ha sido callado, pero apenas y recuerdo que hayamos cruzado palabras hasta hoy.

Salgo de la oficina y acelero mis pasos hacia el baño, necesito echarme agua en la cara e intentar comprender lo que sucede. Me meto en el lugar y luego de asegurarme de que no hay nadie cierro la puerta.

Abro la llave y dejo que el agua corra mientras mis manos se sumergen bajo el chorro. Cierro mis ojos y la sensación de mi cara contra el pavimento y la sangre escapando de mi cuerpo vuelve a mí como una horrible pesadilla. Meto mi cara bajo el chorro de agua, incapaz de asimilarlo.

—Estoy loca… debo estar loca o todo esto fue un sueño horrible —digo en voz alta.

Sin embargo, no puedo apartar la sensación de lo que ocurrió, de todo lo que sufrí. Miro mis piernas, las palpo, siento mis pasos al caminar. Aun así, la sensación de sentirme impotente y prisionera en esa silla me hace estremecer.

Necesito comprobar que lo que sea que ocurre es real. Si todo pasa tal y como lo recuerdo, entonces tendré la certeza de que no fue un sueño.

Salgo del baño y justo cuando la puerta se abre, me encuentro de lleno con Alexander. El impacto es tan repentino que casi pierdo el equilibrio, pero él me sostiene antes de que pueda caerme al suelo. Sus manos firmes me sujetan por los brazos, y su cercanía es abrumadora. Me quedo inmóvil, con la respiración agitada, mientras levanto la vista para encontrarme con sus ojos.

Nunca había estado tan cerca de él, y lo primero que noto es lo intensos que son sus ojos azules, tan profundos que parecen poder ver a través de mí. Mi corazón late desbocado, y por un segundo, el tiempo parece detenerse. Alexander me suelta con cuidado, asegurándose de que esté estable.

—¿Estás bien? —pregunta con esa voz baja y tranquila que siempre me había parecido tan enigmática.

—Sí… estoy bien —logro responder, aunque mi mente sigue procesando lo que acaba de suceder.

No sé por qué, pero de pronto su presencia me pone repentinamente nerviosa.

De repente recuerdo lo que viene: la fiesta de cumpleaños de su padre. Y entonces, todo encaja. Es la oportunidad que necesito para comprobar si lo que viví es real o solo un horrible sueño. Mañana es el día en que Alexander queda humillado frente a todos los invitados, eso arruina la relación con su padre.

Alexander se aparta con una leve inclinación de cabeza, como si el encuentro no lo hubiera afectado en absoluto. Yo, por el contrario, no puedo dejar de pensar en lo que sucederá.

Ethan sale de la oficina en ese momento y me llama.

—Sophie, vámonos a casa —dice sin prestar mucha atención a la escena.

Asiento, pero mientras caminamos hacia el auto, mi mente sigue anclada en lo que viene. Mientras estamos en el comedor, observo cómo Ethan se sirve una copa de vino antes de dirigirse a mí.

—No tienes que ir a esa fiesta mañana, Sophie —dice de repente, con su tono casual, como si realmente se preocupase por mí—. Si te sientes indispuesta, mi padre entenderá.

Mis manos se tensan sobre la mesa. Esto es exactamente lo que recuerdo. En mis recuerdos, él también me sugirió no ir, pero esta vez, estoy decidida a hacerlo.

—No, Ethan —respondo con firmeza—. Voy a ir. Estoy bien. Es la fiesta de tu padre, no podría perdérmela por nada.

Me mira por un momento, pero no dice nada más. Esa noche, me acuesto temprano, pero evito dormir con él. Aunque todo aquello no haya sido real, no puedo quitarme de la mente su risa burlona, sus palabras hirientes y sobre todo, su sugerencia de acabar con mi vida porque sabía demasiado.

**

Al día siguiente, me arreglo con el mismo vestido que recuerdo haber usado antes. Es un vestido negro elegante, que resalta mi figura sin ser demasiado ostentoso. Al mirarme en el espejo, me siento diferente. Más fuerte. Quizás porque esta vez sé lo que va a pasar, y estoy lista para enfrentarlo.

La fiesta es en una de las propiedades más grandes de la familia. La mansión está decorada con luces elegantes y los invitados, todos miembros influyentes de la sociedad, ya están disfrutando de la velada. Mis ojos se enfocan de inmediato en Alexander, quien, como siempre, está en un rincón apartado, con su expresión seria y su presencia imponente.

Mientras la noche avanza, veo cómo todo se va alineando exactamente como lo recordaba. La fiesta está en su punto máximo. Las luces, las conversaciones, las risas... Camino por el salón con una copa de champán en la mano, observando a los invitados como si fuera una intrusa en mi propia vida. Estoy buscando a Alexander, sigo cada uno de sus movimientos de manera casi obsesiva, porque sé lo que va a pasar.

Me acerco más a donde está él, serio como siempre, apartado de la multitud, con su mirada fría y calculadora observando desde lejos a su padre y a los empresarios que lo rodean. Ethan está ocupado conversando con otros socios. En mi otra vida pensé que lo hacía por negocios, ahora sé que solo buscaba ignorarme. Pero él no me importa, estoy más concentrada en lo que viene, lo viví antes.

Por alguna razón que nunca supe, Alexander golpeó de la nada a uno de los socios y amigos más cercanos de su padre. Aquello fue tan escandaloso que le cobró una importante inversión a la empresa. Después de eso el señor Harrison no volvió a mirar a su hijo igual. Nunca quiso decir la razón de esa pelea.

Me acerco con cautela, nadie me nota, y es entonces que lo escucho.

—No entiendo cómo Harrison pudo casar al menor de sus hijos con esa oportunista. Es una niñita consentida y su padre un imbécil que no sabe de los verdaderos negocios. Serán la ruina de los Blackwood.

Los hombres con los que comenta eso se ríen, mientras yo siento un nudo en el estómago. No sabía que eso era lo que pensaban de mí.

Veo cómo Alexander gira la cabeza hacia él. También escuchó lo que dijo. Su postura cambia, sus manos se tensan y se cierran en puños. Todo está sucediendo exactamente igual. Mis pulsaciones se aceleran al ver cómo empieza a caminar hacia el hombre con la mandíbula apretada y las intenciones claras en su mirada.

«Va a golpearlo. Otra vez. Y todo se repetirá».

Mi corazón late desbocado. No puedo dejar que pase de nuevo. Antes de que llegue a donde está el empresario, me apresuro a interponerme en su camino. Pongo mi mano en su brazo y lo miro con calma.

—Alexander —le digo, intentando captar su atención—. ¿Me ayudas con algo?

Sus ojos, llenos de furia se encuentran con los míos. Puedo ver que está a un paso de perder el control, pero mi intervención lo desconcierta. Mira al empresario y luego a mí, como si no pudiera decidir qué hacer.

—Por favor —insisto, dándole un suave tirón, intentando que nadie más note lo que está ocurriendo—. Necesito que vengas conmigo.

Hay un momento de duda en su expresión. Su mano aún está tensa, pero algo en mis palabras lo detiene. Baja la mirada, respirando hondo, y por fin asiente.

—¿Qué necesitas?

Lo guío lejos del salón, mientras trato de mantener la compostura, sabiendo que he cambiado algo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo