Capítulo 69
La habitación principal estaba vacía, ya no había rastro de Valentina.

En ese momento, sonaron unos golpes en la puerta y Fernando apareció en el umbral.

—Señor presidente, cuando venía para acá vi a su esposa. Ya se ha marchado.

¿Se fue? ¿No le había dicho que no se fuera?

—Señor, ya he mandado a buscar el antídoto para el afrodisíaco.

Mateo apenas movió sus delgados labios.

—No es necesario.

Dicho esto, entró al baño para darse otra ducha fría.

En realidad, Valentina había neutralizado el afrodisíaco en la habitación. Él solo había inhalado una pequeña cantidad residual, así que los efectos no eran tan fuertes. Podía superarlo con fuerza de voluntad.

Mateo se quedó bajo la regadera, dejando que el agua helada cayera sobre su cabeza. Las pequeñas gotas salpicaban sobre sus músculos bien definidos y rebotaban – una vista tan espectacular que haría sangrar la nariz de cualquiera.

Con los ojos entrecerrados, en su mente apareció el delicado rostro de Valentina, y recordó sus suaves manos
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