Capítulo 608
Don Jaime negó inmediatamente con la cabeza para mostrar su lealtad —No fui yo, don Camilo, le he sido fiel durante muchos años, ¿cómo podría colaborar con esos policías?—Sí, no fuiste tú, ¡entonces fuiste tú! —don Camilo señaló a Diego con el dedo.

Diego permaneció inmóvil, mirando a don Camilo con ojos decididos y fríos. Luego, sacó un rastreador y micrófono oculto de su cuero cabelludo —Así es, fui yo. Don Camilo, todo lo que acaba de decir ha sido transmitido palabra por palabra a la policía. Ya es hora de que se quite la etiqueta de narcotraficante que le pusieron a mi padre todos estos años. Las palabras que mi padre no pudo decir, yo las diré por él al mundo: ¡él era un policía del pueblo!

Don Jaime quedó atónito —Diego, tú... ¿tu padre era...?

El rostro de don Camilo cambió —Sabía que tu mirada se parecía tanto a la suya, ¡eres su hijo!

Diego —Sí, él era mi padre.

Don Jaime —Diego, entonces me engañaste, nunca te casaste con mi hija por amor, ¡solo me utilizaste para acercarte
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